Dentro de un par de días, irás al encuentro de tu túnica, esa que esconde entre sus costuras los relentes de la calle Higueras, y los goterones de nostalgias que se te derramaban por entre los dedos cada vez que deteníamos los pasos al girar las esquinas.
Dentro de un par de días, irás al encuentro con la que lleva esperándote meses sin abrir la boca, a sabiendas de que entre sus pespuntes se guardan recuerdos acolchados bajo la luna de Nisán.
Dentro de un par de días, irás al encuentro de la mañana más esperada del año, esa que busca maquillar nubes con palmas de hosannas, y pintar en el cielo sonrisas de olivos.
Ese día, justo después de almorzar, los nervios pondrán el broche a la espera y entonces, tu piel correteará por el salón de tu casa porque el momento más esperado acaba de llegar.
Y el ritual que te enseñaron hace un tiempo vuelve a repetirse.
Te acercarás a ella con todo por decir- Alguien te ayudará para que no tengas nada que hablar y el aroma a Humilladero comenzará a revestirte, las dudas se ahogarán en el perfume de un padrenuestro y la fe, esa que hace que te reconcilies con un Dios sin nombre, volverá a cogerte de la mano para andar un sendero vestido con el hábito de nazareno a pesar de las arrugas y las cicatrices.
Antes de marcharte y tomar el camino más corto para comenzar una nueva estación de penitencia, dejarás un par de besos anclados sobre las mejillas de algún familiar, te perderás entre los nudos de esa medalla que te protege desde el cabecero de tu cama y echarás a andar entre miradas que se clavan en ti sin que puedas gritarle al viento tu nombre.
Al llegar a nuestra casa, descubrirás tu rostro en la puerta, de puntillas harás cola para que un hermano te asigne tu lugar en la cofradía, y las sombras de un crucifijo te invitarán a que cumplas un año más con el Rito y la Regla.
Y entonces, con los nervios en los labios, pisarás al fin una capilla donde reina el silencio, y en la primera mirada que te cruces con Ella sabrás que es el momento perfecto para cerrar los ojos… y soñar.
Y entonces, todos los relojes de arena se detendrán en tus muñecas, todas las sombras se perderán sobre las paredes, todos los silencios volverán a ti para que cierres los ojos y sueñes.
Y entonces, tu túnica te salvará un año más de la hoguera del tiempo, de los compases del cielo, y del arrullo de la nostalgia.
Así qué, revístete con ella y sobre ella, cierra los ojos... y sueña.
NOTA: escrito para la Diputación de Gobierno de la Antigua y Venerable Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, de Jerez de la Frontera.
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