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Mostrando entradas de marzo, 2019

Los Palcos..

         Cuando la ciudad se asoma a la ventana de la primavera y ve cómo los palcos se van instalando en torno a   su cintura, ella siente que a la Cuaresma le queda un último cirio por fundir. Si prestan atención, ella sonríe por dentro y se agobia por fuera a partes iguales porque de nuevo está en boca de todo el mundo por culpa de miles de sillas y unos cuantos hierros oxidados. Los palcos son una cicatriz en medio de sus entrañas por donde se mercantiliza la pasión, se hipoteca la fe del pueblo “ cristiano-cofrade” y por donde se aborregan las promesas de cada año.   Los palcos son el último vestigio del señoritismo de la ciudad; hoy en día, tener un palco es un símbolo clasista donde el pudiente asiste en su parcela de amistades al teatro hilvanado de las cofradías que tienen que mostrar su mejor cara por ese "sambodromo de la fe” donde desfilamos penitentes, pasos y bandas. Los palcos son la pasarela de las vanidades donde la ciudadanía desnu

Silencio, que suena Amarguras..

Basta con escuchar los primeros acordes de Amarguras para reconocer que el mundo se acaba justo cuando acaba de nacer, justo cuando acaba de desenvolver la primera enagua de llantos, justo cuando acaba de encontrar la horma desterrada de sus suspiros. Silencio, que suena Amarguras.. El ABC de las sinfonías. El Sancta Sanctórum de los pellizcos. La piedra filosofal de los chicotás. Y cuando la marcha suena, uno sabe que el tiempo desafía a sus sombras para desatarse las entrañas. Cuando la marcha suena, el gentío se calla y el aire se queda a respirar en los dibujos borrados de las bambalinas. Cuando la marcha suena, los diálogos enmudecen y las huellas desembocan en promesas de ceras amargas mientras la vida se refleja sobre la luna idílica de los versos. Silencio, que suena Amarguras.. Ese escalofrío de crujidos que corretean por tu cuerpo de manera pausada, sosegada, lánguida; tu no caes en la cuenta, pero esos acordes conocen como nadie los recodos

Crucificado entre nieblas..

La luna, apoyada sobre la barandilla de la noche, fue testigo de aquel encuentro que ambos tuvimos sobre las costuras del viejo arrabal de Santiago . Yo estaba nervioso, el corazón se iba acelerando por momentos y la mirada andaba perdida; Tú franqueabas la puerta agitanada por olivos con la barbilla hundida, las heridas por mis pecados sin cerrar y con el Alma hecha jirones. Tañían campanas con ecos de muerte a lo lejos. Se descorría el tiempo para sosegar a la niña de los ojos de los que allí estaban. El silencio se clavó en tu perfil dibujado por patinas de rezos, correteando tu nombre por esquinas y rincones. Y entonces llegaste. Me viste. Y me venciste. Sin decir nada; sin nada que decir. Asintiendo con Tu gracia entre un calvario de sombras. Derramando tu Palabra con un puñado de estaciones. Caminando de frente, con la memoria rota y los espejos a medio emborronarse con el vaho de tu sombra. Fue un encuentro breve. Alejado. Distante. Sobre la ni

Ente el gentío..

Despojado de su escolta romana. Desprovisto de capirotes morados. Privado de izquierdos, cornetas y plumas que cuentan sus madrugás y sus papeletas de sitio por centurias, así me gusta ir a buscarte. Solo necesitamos que el calendario se rotule con tu nombre  para que la luna se asome al alfeizar de las azoteas y entre el gentío nos miremos. Y sólo nos miramos cuando los ojos se posan en Ti, se reflejan en Ti, te buscan a Ti,… como un espejo de pureza que deja que tu alma se eleve en lo inabarcable de los secretos. Es entonces cuando tu barrio le echa la llave a las puertas y a los zaguanes carcomidos por las ternuras para ir en tu búsqueda, con los nervios en la cintura y el rezo apocado en los labios. Es entonces cuando las almenas de las murallas que circunvalan tus latidos se tiznan de sombras macarenas, de liturgias macarenas, de ritos macarenos. Y es entonces cuando siento que tu mirada acaricia el suelo, derriba el arco por donde el tiempo se detiene a s

Y le suspiré a la Amargura..

  Tal día como hoy -hace un año-, desnudé mi alma ante los ojos de la Virgen de la Amargura . Desde entonces, Ella me tiene prendido a su talle, resguardado en alguna de sus enaguas, refugiado en una mirada que cada vez que me mira, me rescata, me salva, me sana. Hace un año me vacié ante Ella . Le regalé veintiún suspiros, escritos con mi sangre y perfumados con la tinta indeleble de un amor infinito hacia su corazón de Madre de Dios que mora sus rezos sobre los adoquines de la calle Medina. Recuerdo ese día como uno de los días más felices de mi vida, a pesar de que aun duelen bajo mi piel esas lágrimas que vertí cuando pronuncié su nombre antes de llegar al último verso. Ese día le dije a Ella que sin Ella la vida sería menos vida. Ese día Ella fue la que me mostró la cara oculta de la vida; y os puedo asegurar que es maravillosa. Aquí os dejo mis tres últimos suspiros, mis tres últimos susurros, mis tres últimos latidos…      Eres el ho

Un amigo gaditano..

En Cádiz tengo un amigo que su sangre se compone por un tanto por cierto de buena gente, otro de gaditanismo y una tercera parte por la sencillez de su alma. Amigo de sus amigos y enemigo de muy poquita gente, en su sonrisa caben todos los estribillos del mundo y todas las penitas que el mundo de los estribillos a veces le produce. Es lo que tiene amar y querer a la fiesta como él la quiere, poniendo cada vez que llega febrero los cinco sentidos para entregarse a ella a quema ropa; pero tiene una habilidad única: él siempre ve los dos coloretes medio pintados, nunca a medio pintar. Y es que mi amigo Mario del Valle es así. Su corazón es trasparente como esa orilla de La Caleta donde en verano suele hundir sus pies para seguir despetalando puestas de sol junto a la niña de sus ojos. Su corazón es enorme como las cortinas del Falla, un teatro que lo quiere, lo espera y lo aprecia, y cuyos ladrillitos colorados han sido felices al verlo a él feliz y arranc