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Mostrando entradas de mayo, 2024

y El Cisquero regresó..

       Pasaste por mi vera sin mirarme       envolviendo con luz a mi negrura       y el silencio perdió la compostura       al ver a  Tu  zancada cobijarme.        Te vi llegar, y al vernos, acordarme       de ese trozo de piel, de esa costura       que mi fe desenreda con dulzura       cuando niego  Tu  voz al desarmarme.        Tenemos una cita desarmada       en la que el corazón rompa a llorar       sin que los labios alcen su mirada.        Revelaré sin miedo y sin dudar       pisadas con sabor a madrugada       desnudando recuerdos sin hablar. Soneto escrito en noviembre de 2018

Señora del Alma mía...

            Hace tiempo que susurro tu nombre entre brumas de silencio, con miedo de no despertarte de ese sueño calmado en el que vives.     Hace tiempo que nos debemos una charla a oscuras, con las celosías de la vida resonando con fuerza al otro de la calle.    Hace tiempo que no voy a verte. Lo reconozco y conoces mis excusas. Las prisas. El miedo. La vergüenza alojada en mis adentros…   Pero no dudes ni un segundo de que te amo a pesar de la distancia.    A pesar de la ausencia.    A pesar de no desabrocharme ante  Ti  como siempre hice, como nunca he dejado de hacer.   Porque sigues siendo la reina de mis latidos.    La que envuelve a mis lagrimas ensangrentadas. La que me espera al final del día para perdernos juntos en un zaguán del sueño.   La que se disfraza de aroma para zurcir los reversos ciegos de mis pasos, esos que hace tiempo que te rondan, pero que huyen despavoridos de tu casa, … de nuestra humillada casa.   La que vela que mis vencejos aún estén lejos de mis suspiro

Dicen que Tú me sobras..

  Resulta curioso escuchar cada cierto tiempo el discurso de algunos iluminados que conviven dentro de mi sociedad acerca de temas que ni les va ni les viene. Tienen esa necesidad social de compartir sus inquietudes intelectuales, sin preguntarnos al menos a los demás si necesitamos escuchar sus discursos vacíos y exentos de contenidos. Expertos en desviar la atención y eludir sus responsabilidades con cortinas de humo, viven alojados en la continua confrontación de ideologías -esas que mastican entre odios y envidias-, y se les intuye removerse de sus catacumbas cuando la luna cambia de ciclo. Pero hay que andarse con cuidado… Sobre todo porque consiguen enervarnos y hacer que entremos al trapo de sus juegos sucios y ruines; y ahora la pieza que quieren eliminar del tablero es el crucifijo que cuelga de mi cuello. Y se lo estamos poniendo en bandeja porque por desgracia, sólo nos tenemos a nosotros mismos para defender algo tan arcano e intangible como es nuestra fe,… ese pellizco que

El beso sobre la madera

  Al besar, presionamos los labios contra la piel de otros labios como una expresión social de afecto, de saludo, de respeto o de amor. Es algo innato que el ser humano lleva en su ADN, y desde pequeño comparte con los demás, bien por imposición paterna, bien por imposición social. Besar es la quimera del amante, el bálsamo del verso enamorado, el trofeo que Cupido muestra orgulloso al recoger las flechas del suelo y marcharse a casa con la sensación de que su trabajo ha dado comienzo. Todo el mundo guarda entre sus recuerdos el primer beso de juventud, aquellos besos robados en los zaguanes de la imprudencia, los que fueron acariciados con la luna como testigo, los que venían con fecha de caducidad o los que en su día destilaron pasión, sábanas y desayuno. Pero hay un tipo de beso que es propio del cofrade; nacemos con él, nos criamos con él y necesitamos de él para ir sumando encuentros y cuaresmas. Es aquel que depositamos sobre la madera de un Dios que engalana su escarnio entre un