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Mostrando entradas de julio, 2022

Un abrazo..

  Se encontraron entre la multitud.  Se sintieron entre mil voces extrañas.  Se miraron como cuando uno mira a un refugio de sangre, piel y cariño.   Se acercaron suavemente el uno al otro.  Se sonrieron con el nervio en el cuello.  Se quedaron inmóviles.  Perplejos.  Quietos.   Se conocían.  Se respetaban.  Se querian…   Y cuando no supieron que decirse, y las lágrimas galopaban por las mejillas y los suspiros lo inundaban todo... acortaron esa distancia y se dieron un abrazo.   Pero no uno de esos abrazos que la gente se da por compromiso o por quedar bien con la otra persona, no; fue un abrazo con mayúsculas.   Un abrazo de esos donde uno siente fluir la sangre del otro, donde el tiempo se acomoda en los espacios, donde nada importa más que el roce y el latido de los silencios.   Un abrazo de esos que te estrujan los huesos y te sientes protegido de las llamas de las impotencias.   Un abrazo de alguien que confía en ti y de alguien en quien confías por encima de todas las cosas habi

Perderse entre sus palabras..

  Cádiz  es una costilla de tierra varada en el mar que persigue sueños cuando en las azoteas se tiende la ropa o cuando las palomas salpican de guiños los cielos de la tarde. Es un paseo en barca por el borde de la espuma de los suspiros, es una caricia del levante o un pellizco del poniente, es un reloj de arena que desanda granos de escalofríos cuando el sol se pierde en el horizonte de los pentagramas.  Cádiz  es un sueño irracional para los peregrinos eternos, un rugido endulzado por la luz que baña sus costuras, un amor imposible de olvidar, de perder, de negar… Y hubo una vez que, en esa ciudad anclada en el tiempo, los ecos de las calles, de las casapuertas y de los zaguanes se quedaron mudos cuando por las esquinas de las piedras se alzó el susurro de una voz -de apellido  Gallardo -, que supo desnudar como nadie todas las duquelas del alma donde el  Señor del Cáliz gaditano  aferra sus manos al aparcarse la primavera.  Aquella noche, todas las miradas se clavaron en el búcaro

Amor..

Poema dedicado al  Señor de Pasión Foto: Fran Silva Publicada en la revista "La Morada", número de junio 2022 

Cautivo..

  Esa tarde, los rótulos de las calles se enamoraron de Ti.   Esa tarde, el cielo descargó sobre la ciudad una primavera de besos en forma de lluvia.   Esa tarde fue la tarde en la que quisiste ser más hombre que  Dios .   Por eso no llegaste a caminar solo. Por eso las miradas se compadecían de tu sufrimiento. Por eso la memoria se olvidó de rezarte a tu paso.   Esa tarde, el tiempo se escapó y se alejó de los cansancios.   Esa tarde, todos fuimos cautivos de las sombras que no dibujaste sobre los adoquines del centro.   Esa tarde fue la tarde en la que entregaste tu  Sangre  y tu  Cuerpo  sin pedir nada a cambio, y un capote de bienaventuranzas fue el altar de tus agonías.   De ahí que, al regresar a casa, en los bolsillos de tu túnica se te fueron acumulando el nombre de nuevos discípulos que -al encontrarte- se convirtieron a  Ti .    Esa tarde, encendiste todos los candiles del mundo al agachar la cabeza.  Esa tarde, los espejos de las nostalgias desterraron sus miedos al sentir