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ORACIÓN POÉTICA 2023

 


Presentación del Orador por parte de José Blas Moreno González

1.                      Presentación

2.                  Queridos hermanos

3.      La Semana Santa es…

4.                 Hermandad de Bondad

5.      El tiempo es el que es..

6.                 Salud de los enfermos

7.      Santísimo Cristo del Perdón

8.      Setenta veces siete..

9.                 El redil pastoreño

10.             Perpetuo Socorro


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Presentación


La luna, apoyada en una azotea de la primavera, anda deshojando volutas de inciensos mientras espera a que las calles se impregnen de nuevo del aroma con el que la fe se desviste. 


 

Las calles, cosidas con ecos de recuerdos, se preparan estos días de Cuaresma para sentir sobre sus adoquines el peso de la muchedumbre, ese gentío que dos milenios después, sigue siendo el mismo que se echa a temblar cuando el cielo rasga en dos sus vestiduras.

 


El cielo, ese horizonte cuajado de nubes encapotadas, se despereza al llegar el azahar y se pone a colorear sonrisas sobre las promesas de cera que la ciudad va descontándose gota a gota cada vez que un cortejo le gana la batalla a los tiempos. 

 

La luna, las calles, el cielo… sabemos que estos días se andan preparando…

Y al igual que ellos… lo están haciendo…

 

La cera, las flores, el pavero…

Las marchas, los besamanos, los saeteros…

Los dobladillos, los aguaores, los cangrejeros…

Los del tiempo, los mayordomos, él cuenta-nazareno…

La revirá, los capirotes, el pertiguero…

La petalá, los empujones, los consejeros…

Las corbatas, los esparto, los tuiteros…

El de los globos, el del carrito, los costaleros…

Los que no nos dejan paso, los pide-estampitas, los nazarenos…

El que presta, el que añora, el que va de estreno…

El lejano, el cercano, el forastero… 

El que raja, el que asiente, el traicionero…

El que rufa, el que escucha, el trompetero…

El de las torrijas, el que todo lo sabe, el listero…

El del balcón, los del palco, el hostelero…

El fijador, el corriente, los pateros.. 

Los de la foto, los de las sillas, los camareros..

El plumilla, el capataz, los manigueteros…

El iluso, el soñador, el severo…

El que vende hamburguesas, el que vende avellanas, los barrenderos…

El vestidor, el orfebre, los tesoreros…

los jartibles, los quemasangre, los capiroteros..

los ediles, los protocolarios, los chaqueteros.. 

los miarma, los capillitas, los del babero.. 

los impacientes, las de mantilla, los quiosqueros.. 

los enamorados, los que se apasionan, los que se dan morreos.. 

las abuelas, las madres, los pañuelos…

los de la última fila, los de enmedio, los primeros.. 

los guardias civiles, los que cortan las calles, los bomberos.. 

los buscapregones, los del incienso, el pregonero…

Los acólitos, los escribanos, el cartelero…

 

Queridos cofrades…


Id descorriendo de los pasadizos de vuestra memoria todo lo que huela a Semana Santa, porque en menos que canta un gallo se alzará el telón de nuestra forma de creer, de nuestra forma de sentir, de nuestra particular manera de hablarle a los Cristos y a las Vírgenes que remiendan rosarios bajo la sombra del sur del sur.

 

 

Queridos cofrades…


Id volviendo a masticar nervios, a doblar papeletas de sitio, a orear túnicas y coser ilusiones, señales inequívocas de que Dios está llamando a la puerta de las Iglesias para que descorramos los cerrojos vencidos y entumecidos por la costumbre.


Queridos cofrades…


Id abriendo en jirones el zaguán de los sueños que antes de que el tío de la caña halla apagado la última candeleríatras arriar sus zancos el esperado Sábado Santo estaremos respirando nostalgias y conjugando recuerdos de vísperas.

 



Porque la Semana Santa

descompone el corazón

del que sueña capirotes

y porfía a la razón

con estrazas y pellizcos

que claudican sin temor

a un reguero de ilusiones

guardadas en un cajón

que al llegar la primavera

nos desatan el perdón

de ser ángeles caídos

concebidos por un Dios

que sabe que tras izquierdos

marchas, bullas y clamor

siempre hay hueco en nuestros labios

para rezar sin rubor

de la forma más bonita

más sincera y sin tachón

que uno tiene de contarle

sus cuitas al Creador

y a su Madre concebida

bordada por el Amor,

faro glorioso del mundo

salvavidas de este error

que al cuaresmar la ceniza

juntaletras por pasión

y que se siente feliz

de ser sólo un soñador,

reglón torcido de barro

escribano con valor

que al compartir con ustedes

lo que sacude mi voz

ha juntado estas palabras

para Gloria del Señor,

el que saldrá por las calles

cuando se eleve el telón

y al azahar se revele

en mitad de un callejón…

y al que pretendo contarle

pedirle con compasión

que me inspire en esta noche

que me abra en dos la prisión

de este regalo del Cielo

de este ojal sin armazón

y que escuche los suspiros

de esta sencilla Oración.

 

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Queridos Hermanos..

 

Queridos hermanos de la Hermandad de Bondad y Misericordia …

 

Queridos hermanos de la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón …

 

Querida familiahermanos y cofrades aquí presentes en esta noche de marzo… tres años después…

 

Se ha hecho esperar esta cita, pero como bien sabéis, y si no yo os lo cuento brevemente, una pandemia y una baja laboral tuvieron la culpa de que estas palabras se quedaran a dormir en estos folios hasta que Dios me susurró que era el momento adecuado de compartirlos con ustedes.

 

No han sido meses ni cuaresmas fáciles como pueden imaginar…

 

Jamás he vivido una situación personal y laboral como la que he sufrido, pero a veces la vida tiene estas cosas…

 

Pero ya estamos aquí, asumiendo este regalo con la humildad en la boca.

 

Llevando por bandera lo que soy, el padre del niño más bonito del mundo, un cofrade sin más, un simple juntaletras, un salesiano del Oratorio, un carnavalero de radio, un narrador encuaresmado, un hermano de negro, un sevillista, en primera o en segunda, un hermano de Jesús…  


Y os puedo asegurar que no llego hasta aquí en busca del aplauso fácil.

 

Sólo pretendo que conozcáis un poquito más de los jardines que conforman mi alma.

 

Sólo quiero que me dejéis esta noche contaros mis cosas… y que cuando os vayáis, penséis que este muchacho de Torresoto merece la pena, y que ve la vida en torno a unos ojos verdes color esperanza y que, de una forma u otra, le ha vuelto a decir a Dios que lo sigue amando como el primer día…sólo eso…


Así, permitidme que comience esta XLV (45) Oración Poética de la Semana Santa de Jerez de la Fronteraenarbolando la palabra más sincera y dulce de todo nuestro extenso vocabulario: el término gracias.

 

Gracias a la Hermandad del Perdón, en especial a la que fuera su hermana mayor, nuestra querida Eva; sobre todo, por tu insistencia y por no aceptar mí no inicial ante la propuesta de ser el orador poético allá por el año 202

 

Aquella tarde en tu casa de hermandad me dejaste ver un trozo de tu alma, esa que no se rinde, esa que no se cansa, esa que -por los suyos- es capaz de apretar los dientes las veces que haga falta y capear el temporal cuando la vida se pone caprichosa.

 

Mil gracias por querer que mi nombre quede cosido a la historia literaria de esta Oración Poética

 

Y mil gracias por ser como eres, por luchar como luchas y por querernos como nos quieres.

 

Gracias a Blas Márquez Lebrón, su actual hermano mayor, por respetar mis tiempos y mis circunstancias, y por esperarme el tiempo que fuera preciso.

 

Hay llamadas que valen un mundo… y esa llamada que me hiciste me hizo darme cuenta de que el mundo a veces merece la pena. 

 

De corazón, mil gracias…

 

Gracias a la Hermandad de Bondad y Misericordia, a su antiguo y su actual hermano mayor, por abrirnos las puertas de vuestra humilde morada y por dejar que nos acerquemos hoy un poquito más no solo al misterio que ponéis en nuestras calles, sino a ese Dios de ojos templados que todo lo puede, que todo lo espera, que todo lo calma…

 

Habéis tenido paciencia conmigo y habéis puesto todas las facilidades del mundo para que esta cita pudiera darse, bordando bondad en cada una de vuestras palabras.

 

Espero no fallaros…

 

Y si lo hago, decídmelo…

que ya buscaré la manera de recompensaros…

 

Y hablando de agradecimientos y de recompensas, hoy alzo mi copa y brindo esta noche por mi pregonero, mi presentador, mi amigo, …  José Blas Moreno.

 

Jamás la Virgen de la Amargura tuvo un mayordomo que se desviviera de la forma en la que tú lo hiciste para que su dolor fuera menos dolor cada vez que la luna bosteza por la Plaza de las Angustias.

 

Jamás vi a nadie desangrarse entre palabras sinceras tras el atril del Teatro Villamarta.

 

Jamás podré conformar un te quiero que iguale la admiración que siento por ti.

 

Pero déjame decirte esta noche que…

 

Si yo pudiera escribir

con la tinta de tus versos

dibujaría universos

con los que poder vivir

cerquita del elixir

de la fragancia más pura

la encerrada en su locura

la que sueña con tus ojos

para curar sus despojos

al nombrarla, mi Amargura.


Y a los que ocupáis esta noche de viernes estos bancos…

 

Gracias por estar a mi lado…


Por quererme como lo hacéis…

Por no dejarme sólo cuando la soledad visita mi cama.

 

Me soportáis. Me aguantáis. Me escucháis en audios interminables

 

Pero sabéis que os necesito cerca, sobre todo tras la muerte de mama Milagros…

 

Que seguramente estará orgullosa de veros y de verme, otra vez, tras un atril…

 

Quereros no es suficiente…

 

Y amaros se me queda corto…

 

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La Semana Santa es..

 

Y dicho esto..


La Semana Santa es la excusa que tenemos los cofrades para dejar claro nuestras creencias y trazar con sombras de tiza que el Dios que mora en el sagrario palpita a pecho descubierto entre lágrimas de cristal.

 

La Semana Santa es un compendio de tradiciones y recuerdos, de vivencias y de abrazos, de lo que fuimos y de lo que un día -si el que manda quiere- llegaremos a ser.

 

La Semana Santa es la vida encorsetada en siete lunas que, al llegar el Sábado Santo, los románticos la ven bostezar y los ilusos la ven esconderse entre la rabia y la pena al saberse presa de sus propios contraluces.

 

Qué difícil resulta definir lo que es la Semana Santa,¿verdad?...

 

Pero algo tengo claro…

 

Sin Dios, nada de esto tendría sentido…

 

Sin María, nada de lo escriturado de forma sagrada se hubiese consumado…

 

Y sin nosotros, el mundo carecía de sentido, y los planes del Altísimo no terminarían por acabar saliendo siempre bien.

 

Como ven, Dios nos necesita… y nosotros lo  necesitamos a Él…  y los dos protagonistas de este relato con final feliz necesitan de unas entrañas que acunen ambos latidos: los celestiales y los terrenales. 

 

Y todos sabemos que esos latidos se aceleran, se contraen, se disparan cuando hablamos de la Madre

cuando nos encomendamos a Ella

cuando nos refugiamos en sus ojos… 

 

Pero también -no lo podemos evitar- sentimos a esos mismos latidos desbocarse cuando la primera cruz de guía se posa bajo el dintel de una iglesia; 

o cuando un cofrade descuelga su mortaja silente para cumplir un año más con el Rito y la Regla

o cuando un nazareno te regala una estampa en la esquina de siempre, con la sonrisa de siempre, bajo el nerviosismo de siempre…

 

Bendita manera de creer…

 

Bendita forma de acercarnos a Dios…

 

Bendito privilegio el haber nacido donde el sol viene a embotellar sus sombras y las penas se deshojan entre palos cortaos y caballos con mando en plaza.

 

La Semana Santa es una costura en la femoral de los escalofríos, es un cordón umbilical con el legado del tiempo, es el verbo esperar conjugado cuando desandamos recuerdos…

 

Así, la Semana Santa… aparte de martillos, vestidores, costaleros y bandas… es la Amargura señoreando suspiros por la calle Bizcocheros; 

es la mirada perdida del Mayor Dolor cuando se ve reflejada en el azulejo de la antigua plaza de los escribanos; 

es la Piedad remendando sinsabores al dobladillo de sus penas.

 

Es el Prendimiento bamboleando rezos y te quieros entre lunares y miradas; 

es el Cristo ajustando sus cuentas con su barrio y con la calle Sol; 

es la espalda del Señor de San Mateo, un pregón en sí misma, un torrente de injusticias y un sinfín de diálogos desconsolados. 

 

La Semana Santa es…

 

La salida del Señor de la Cena

 

La recogida de la Esperanza

 

La traición de un Judas que quisiera ser costalero para sambenitear como la gente del Polígono.

 

Es la estela con la que el Señor del Santo Crucifijoenvuelve y acalla a San Miguel…

 

Es la plaza de San Miguel cuando se acalla y se envuelve del dolor que trasmina la Virgen del Humilladero…

 

Es un palio, yéndose, cadenciosamente, con las bambalinas cansadas y las perillas de los varales besando balcones…

 

La Semana Santa es la inocencia de un niño, en pantaloncitos cortos, cogiendo cera sobre un mapamundi de goterones... 


Es el ir y venir de un diputado de tramo, cual cid campeador entre sus huestes de luz…

 

Es esa madre que se queda en la puerta viendo cómo su hijo el costalero se va a cargar con su Virgen de la Estrella, y no se queda tranquila hasta que no lo escucha dormir, soñando con lo recién sudado…

 

La Semana Santa suena a un sólo de corneta o a una banda ensayando en las noches frías de cuaresma…

 

A un izquierdo acompasado por empujones…

 

A una saeta sostenida en un alambre de silencios…

 

La Semana Santa es el Señor de San Rafael tomando su cruz para que le sigamos hasta su Calvario…

 

Es el Señor de la Sed, encarándose con sus propias tinieblas, aunque el sol patine sus nudos de madera con luces acarameladas…

 

Es el Señor de la Viga empequeñeciendo a toda una Catedral de Jerez.

 

Son las manos del Cautivo de mi hermano Caña…

 

Es la blancura sin fronteras de la Virgen de las Misericordias

 

Es la O por calle Gaitán…

 

Es un palco de gloria, donde los nuestros brindan con catavinos de espuma entre nubes de algodón y guiños de nostalgias.

 

La Semana Santa es el cansancio acumulado en los riñones al despertarse el Domingo de Resurrección…

 

Es el querer detener el tiempo mientras el tiempo se detiene en un zaguán de los quereres…

 

Es el aire que insufla de vida los pulmones de los que nos llamamos cofrades… estos renglones torcidos para algunos cuyo bautizo nos llegó con la primera ceniza de cuaresma… 

 

La Semana Santa son las vísperas, los besamanos, el encargo de un nuevo esparto porque nuestra cintura ha crecido a su antojo.

 

Son los capirotes de rejilla, la quedada en el bar de la casa de hermandad, el ritual de ensayos con los que los escogidos ocupan las calles y los capataces fajan sus voces de mando para mayor gloria de sus nombres.

 

La Semana Santa es una semana que dura toda una vida…

 

Es una vida que se cuenta por estaciones de penitencia…

 

Es una estación de penitencia donde los pies nos llevan siempre al mismo sitio…

 

La Semana Santa es ese reguero de mujeres tras el Señor Caído

 

Es la calle Ancha llorando sin lágrimas cuando va de recogida el Señor de la Buena Muerte

 

Son las preguntas sin eco de la Soledad

 

Las palabras sin acento de la Virgen de los Remedios…

 

Las manos encalladas por espinas de la Virgen de Amor y Sacrificio…

 

Como ven, la Semana Santa es una amalgama de óleos del ayer, el sinvivir de los priostes, la nostalgia que se queda a vivir en nuestras retinas cuando una cofradía te llega, se desmelena ante tus ojos y se vuelve a alejar de tus labios, dejándote un sabor con pozo de miel en la mirada.

 

Y todo esto que hoy disfrutamos, vivimos y sentimos comenzó un primer jueves santo de la historia, con la luz del atardecer despidiéndose de una casa cuyas paredes tenían el corazón encogió. 

 

En torno a una mesa alargada, los rostros de los comensales parecían estar tallados bajo la gubia del silencio y el escoplo de las dudas. 

 

Las sombras que desprendían las velas se iban consumiendo mientras la luna se asomaba por el visillo de la ventana con ganas de llorar y salir corriendo. 

 

El pescador Simón Pedro había dispuesto, junto a María y Magdalena aquella estancia tal y como Jesús le solicitó, y el encuentro discurrió entre bromas y parábolas.  


Pero cuando el Hijo de María y de José partió y repartió el pan, algo en el interior de Pedro se pellizcó y por su mente peregrinó la idea de que aquella podía ser la Última Cena junto al Maestro.

 

El discípulo amado adivinó que la mirada del Nazareno era diferente… 

 

Sus ojos se entornaban diferente…

 

Sus palabras iban y venían con un tono diferente…

 

De sus labios brotaba una tristeza que acuchilló al miedo, con tanta fuerza, que lo dejó sin habla.

 

El movimiento de sus manos, de su cuerpo, de su piel fueron tan lentos, que hasta la sangre hervía por sus venas de forma abatida. 

 

Y el eco de su voz, esa voz que enamoraba en cada encuentro, a cada multitud, a cada incrédulo, … se oía contrita, apenada, acongojada.

 

Pero no sólo fue Pedro quien se dio cuenta de que aquellos instantes podrían ser los últimos momentos junto al hombre que les había cambiado la vida.

 

Juan sintió un retorcimiento en sus entrañas..

 

Santiago se percató que por las asaduras de sus dientes deambula el pánico..

 

Y a Judas se le cayó al suelo varias veces una cuerda con sabor a soga..

 

Entonces, todos los allí presentes supieron que el final de la vida con minúsculas estaba mudando al principio de la Vida en mayúsculas…

 

Y que en breve se sucederían todos los pasajes que los profetas contaron para que las puertas del Cielo nunca más se cerraran a cal y canto.

 

Estaba escrito… y así debía de ser…

 

Pero antes de eso, Jesús quiso silenciar sus recelos, compartir sus amarguras, reír con los suyos hasta decir basta, y lavó los pies de sus discípulos tras esa Última Cena como lección de humildad.

 

A veces pienso en esos momentos… y un repeluco me sacude los pensamientos…

 

Sobre todo, cuando caigo en la cuenta de las últimas palabras que se dijeron Madre e Hijo. 

 

¿Quién sabe lo que ambos se susurraron?

 

¿Quién sabe cómo fue ese último abrazo?

 

¿Quién sabe si ellos no lloraron?

Porque si he sentido en mis carnes que un hijo no está preparado para decirle adiós a una madre… ese adiós para una madre es peor que sentir el acero de setenta espadas sobre su piel.

 

La muerte del Galileo es la muerte más nombrada.

 

La que cambió el rumbo de la Historia.

 

La que da sentido a nuestra existencia…

 

Sin su figura, la vida sería anodina y una sucesión de vacíos sin sombras, y para los cofrades, marzo y abril carecerían de sentido…

 

Por eso, tras mucho pensarlo, he caído en la cuenta de que todo se hizo por Amor

 

Porque por Amor, Jesús murió…

 

Por Amor, se hizo hombre…

 

Por Amor, se entregó…

 

No hubo, no hay ni habrá mayor gesto de Amor que el que Jesús hizo por nosotros…

 

Porque al entregarse, nos brindó un mandamiento que a veces se nos olvida saber expresar, compartir, regalar…

 

Por eso estoy seguro de que existe la Semana Santa…


Para que su ejemplo se quedara eternamente tras la grafía de sus últimas siete palabras.

  

Es cierto que con la Semana Santa rememoramos la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús de Nazaret…

 

Pero quiero creer que detrás de todo esto, de este teatro que colocamos en las calles, de los bordados, las insignias, las medallas, lo que existe es Amor

 

Amor en forma de rezos…

 

Amor en forma de promesas…

 

Amor en forma de recuerdos…


Amor como forma de vida…

 

Amor como refugio para nuestra soledad…

 

Amor como punto de partida…

 

Amor que hiere, como la lluvia en mitad de la calle Larga…

 

Amor que duele, como esos besos que saben a olvido…

 

Amor que te hace persignarte ante un azulejo…

 

Amor cuando ves a una cuadrilla de costaleros danzar en la salida…

 

Amor cuando ves a un nazareno cargar con dos cruces…

 

Amor cuando ves a la misma cuadrilla de costaleros dejarse la hiel en la recogida…

 

Amor, como el que da forma a una corona de estrellas…

 

Amor sin peso, sin forma, sin medida…

 

Amor gritado a los cuatro vientos por un hermano de silencio…

 

Amor liberado tras un abrazo cuando las fuerzas te arrodillan…

 

La Semana Santa es… Amor

 

No hay mejor definición…

 

Amor por Dios, nombrando a Dios, viviendo por y para Él

 

Amor por ser mejores hijos de Dios, aunque en el camino pequemos como buenos hijos del Cielo…

 

Amor como primer y último mandamiento…

 

No sé si he logrado explicarme, dejaros claro qué es para mí La Semana Santa… 

 

Por ello, dejadme que os diga que…

 

 

La Semana Santa es

la razón de mi existencia

y la más simple creencia

en un Dios y sus porqués.

Es un rezo sin chaqués

un amor que sobrepasa

una daga que te abrasa

un principio y un final

un legado sin igual

y una fe que nos traspasa.




La Semana Santa es

un cortejo por Medina

y una bulla que camina

con las huellas del revés.

El cansancio de después

tras siete lunas de plata

que al brillar nos desbarata

y nos saca una sonrisa

que se escapa a toda prisa

al tornase en escarlata.


 

La Semana Santa es

la certeza de mis días

al decir Ave María

y relatar mis traspiés.

Es querer sin pagarés.

Es callar y ser callado.

Es llamar sin ser llamado.

Y es mirar al Nazareno

lagrimeando sereno

antes de ser entregado.

  

La Semana Santa es

la ilusión de mis desvelos

la prisión de mis pañuelos

y el Amor que no se ve

por un Cristo que en Jerez

tornea su sangre en vino

señalando los caminos 

que nos llevan a la Gloria

al perseguir la victoria

del mejor de los nacidos.

 

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Hermandad de Bondad

 

Queridos hermanos de Bondad y Misericordia, ustedes también formáis y conformáis parte de este puzle que es nuestra Semana Santa…

 

Y os puedo asegurar que no vengo a deciros nada que no sepáis, que no sintáis, que no llevéis en las alacenas de vuestras lágrimas, esos rastros de vida que los cofrades secamos cuando regresamos a casa, siempre por el camino más corto, tras hacer estación de penitencia.

 


No vengo a deciros a ninguno de vosotros cómo se mide o cómo se cuantifica vuestra fe, esa llama que brota en vuestra piel tras cada padrenuestro, tras cada visita al Sagrario, tras cada promesa escrita sobre la estraza de los adoquines que nos llevan a rezarle a nuestras lamentaciones de madera.

 

No vengo a deciros qué es lo que tenéis que hacer, pensar o decir; para eso están los sanedritas de las cofradías… 

 

Cuidaos y cuidémonos entre todos de ellos… pues esas lenguas están cargadas de veneno…

 

Los reconoceréis porque no tienen escrúpulos, sentencian verdades con simientes de mentiras y sólo detienen su mirada de respiradero hacia abajo…

 

Y para mi… desde hace muchos años, lo esencial de todo esto y lo que provoca que mi sangre se descomponga durante al menos cincuenta semanas al año, es precisamente lo que sucede de respiradero hacia arriba.

 

Los que conformamos las hermandades estamos para cuidar y velar el mensaje visible que Dios nos legó cuando bajo a la tierra y se hizo Hombre

 

Y lo hacemos poniendo nuestro patrimonio artístico al alcance de cualquiera, de ahí los besamanos, (otrora veneraciones) los viacrucis y nuestras estaciones de penitencia.

 

Somos el quinto evangelista…

 

Y sólo deberíamos de tener un único mandamiento: acercar a Dios al más necesitado, al más perdido, al que más lo ignore… porque de seguro que a ese hijo del cielo le vendrá bien esa guantá de cariño. 

 

Y aunque no os conozco del todo, sé que vuestras mejillas ya llevan alguna que otra guantá…

 

Que poco os comprenden los que os tienen que comprender…

 

Que poco bondadosos son los que por un tiempo determinado tienen que tomar decisiones…

 

Que falta de misericordia y empatía se ven tras algunos corazones revestidos de oficialidad, de pompa y de boato…

 

Desde fuera, que fácil es criticar y dar soluciones a vuestros problemas…  ¿verdad?

 

Desde dentro, supongo que os habréis preguntado mil veces cuál es el verdadero problema si sólo estáis amando a un Dios que -a vuestro lado- está volviendo a peregrinar por un desierto, esta vez, de iglesias y desesperaciones.

 

Estáis predicando en un barrio ajeno a las rutas turísticas, falto del glamour que el jerezanismo alberga, en un sitio complicado, vuelto de espaldas y traicionado por la mala suerte.

 

Pero estoy seguro que, si el verdadero Hijo de Dios volviera a nacer, más de una vez proclamaría su Palabra en torno a este lugar.

 

Más de una vez, estas casitas con las ropas tendías por fuera serían su desierto…

 

Más de una vez, escogería puerta por puerta a sus discípulos, buscando a gente sencilla, gente que su fin de mes empieza el día diez, gente que vosotros conocéis mejor que nadie…

 

No permitáis que nadie os juzgue ni os quite la ilusión de vuestros rostros, porque sois ejemplos de fe…

 

No tengáis prisas en crecer…

 

Mimad a cada hermano, a cada persona que se siente en estas sillas, abrid vuestras miradas y acoged a todo aquel que en un momento determinado pasa, ve la puerta abierta, y se sienta a rezar en silencio. 

 

Por día, creo más en este Dios… porque se parece más a mí, a mis miedos, a mis temores, a mis circunstancias.

 

De que sirve que tengamos el mejor paso posible, la mejor banda o la devoción con más tirón de la ciudad, si luego al que le damos la paz en misa le negamos hasta el saludo… 

 

De que sirve una medalla, un antifaz y una promesa si luego cerramos las ventanas del que viene a nuestra casa a comer…

 

De que sirve Dios si no lo encontramos, si no lo vemos, si no lo buscamos entre nosotros mismos.

Hermanos de la Bondad, sed bondadosos…

 

Hermanos de la Bondad, sed misericordiosos…

 

Hermanos de la Bondad, sed generosos, dad sin esperar nada a cambio, entregaros con el convencimiento de que estáis haciendo lo correcto… lo justo… lo necesario…

 

El camino que os queda por recorrer es largo, pero estáis en camino, y pensad la suerte que tenéis de peregrinar en este barrio donde las calles os necesitan. 

 

Los vecinos os necesitan. 

 

Vosotros mismos os necesitáis.

 

Suena fácil verdad… 

 

Y disculpad si mis palabras os molestan, pero yo he visto a Dios vestido sin ropa, con la mirada perdida y deambulando sin norte…

 

Yo he sentido a Dios bajo una sonrisa desgastada por los vientos…

 

Yo he encontrado a Dios cuando Él ha querido que lo encontrase… y os puedo asegurar que no llevaba túnica bordada… 


Hermanos de la Bondad…

 


Si Dios quisiera deciros

su Palabra verdadera

doblegaría banderas

ondeando manuscritos

que proclamen, voz en grito

que aquí está su morada

entre calichas cansadas

entre llantos y oraciones

que sortean sinsabores

cuando la suerte se apaga…

 

 

No les dejéis de lado… que es Dios quien más os necesita.

 

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El tiempo es el que es…



El primer capítulo de la serie española EL MINISTERIO DEL TIEMPO se tituló “El tiempo es el que es..”, y determinaba que el tiempo pasado no se puede alterar, y que el único testigo que tenemos de aquello que hemos vivido son los recuerdos. 

 

Ainssss los recuerdos..

 

Los cofrades no estamos al margen de esta máxima, y por supuesto que tenemos recuerdos que jalonan de nuestras cinturas y nos hacen sonreír, o llorar, o emocionarnos, … 

 

Pero para los que buscamos a Dios en una calle estrecha y silabeamos un avemaría entre marchas y pozuelos, el tiempo es mucho más que la sucesión continua de un puñado de recuerdos.

 

Porque para nosotros, el tiempo es un compás de espera eterna en el cual vivimos, en el cual nos movemos, en el cual sentimos…

 

Es una charla en la orilla de la playa hablando de lo que nos sucedió mientras veíamos pasar nazarenos y es aquello que nos sucederá cuando nos topemos de frente una vez más con la candelería de un palio mecido sin que los varales escupan botes.. 

 

Es el nerviosismo pespunteando nuestra espalda cuando el azahar está a punto de desprenderse, o cuando los pabilos aún no han descorchado sus ceras, o cuando una papeleta de sitio se guarda en el bolsillo oculto de la túnica antes de que el portón de una iglesia se abra de par en par..

 

Iglesia… He dicho Iglesia ¿Verdad?

 

Me enseñaron de pequeño que esa palabra escrita con mayúsculas hacía referencia al edificio; y que si se escribía en minúscula hacía referencia a un grupo de personas hablando en torno a Dios.

 

Y los cofrades, les duela a quien les duela, le moleste a quien le moleste, le incomode a quien le incomode, nos pasamos la mayor parte de nuestro tiempo siendo iglesia en minúscula. 

 

Quizás el dueño de la llave del edificio se lo tendría que hacer mirar y preguntarse por qué los bancos de su Iglesia -en mayúscula- están carcomidos por la soledad y las arrugas.

 

Pudiera parecer que son cosas distintas, pero si me dan a elegir, prefiero pasar mi tiempo hablando de cofradías, viviendo cofradías, despellejando cofradías antes que asentir la Verdad de un púlpito cuyas palabras se escriben con la tinta de la riña…

 

Si supieran lo fácil que es conjugar el mandamiento que Élnos enseñó…

 

Si supieran aprovecharse de nosotros, ir de la mano junto a nosotros, entender que nosotros no somos el enemigo…

 

Si supieran que hay más Verdad en un izquierdo en Tornería que en todas las encíclicas escritas y por escribir…

 

Los cofrades somos de Verdad, pero somos seres humanos. 

 

Y como buenos seres humanos, también nos damos puñaladas traperas; también nos vendemos por treinta monedas, o por un martillo; también nos aferramos y nos creemos que un cargo nos va a dar la inmortalidad.

 

Pero como os digo, prefiero mil veces a un cofrade torcido que a un renglón sin torcer…

 

Porque al menos, por un segundo, en su mirada brilla la fe…

 

Y la fe, amigos míos, no se puede medir, ni valorar, ni cuantificar… 

 

Si no, pregúntenles a esos monaguillos que corretean cofradía arriba y abajo, o a esos aspirantes a ser titanes bajo las trabajaderas, o a todos esos jóvenes que pasan sus noches al amparo de la luna, soñando con pentagramas y marchas…

 

Como les decía, en esas miradas brilla la fe…

 

Y hablando de miradas…

 

Qué levante la mano quien pueda sostenerle la mirada al Señor de Bondad y Misericordia…

 

Que levante la mano quien delante de ese brillo de consuelos no calma sus preocupaciones…

 

Que levante la mano quien sea capaz de seguir su camino tras salir airoso del tiroteo de esa mirada templada, sosegada, adormecida…

 

Permitidme que os diga algo queridos hermanos de BONDAD: anclarse a ella cuando las fuerzas flaqueen, cuando estéis perdidos, cuando la vida os ahogue…

 

Y ahora, dejadme a solas con Él, que quiero perderme en la mirada del Señor que gobierna esta morada…

 

Señor, en tu mirada se calman los huracanes, las aves de paso trazan sus vuelos y con detenimiento, uno puede leer en ellos a qué sabe el fondo de los océanos.

 

Tu nos miras, y nosotros callamos..

 

Tu detienes los pulsos del tiempo, y el tiempo corretea pacientemente en su cárcel de cristal intentando detenerse..

 

Tú marcas los silencios, y los silencios se marcan sobre ti...

 

Señor, que no nos falte nunca esa orilla donde bañamos nuestras preocupaciones, ese faro donde arriban nuestras dudas, ese puerto donde nuestros sobresaltos mitigan sus sudores.

 

Señor, que tu Misericordia endulce nuestra alma al amamantar el último de nuestros alientos.

 

Señor, que tu Bondad se hilvane a las huellas de nuestras pisadas y que, cuando dejemos este mundo y nos sentemos a la diestra de tu nombre, sean tus ojos el horizonte de nuestros suspiros.

 

A Dios gracias, que te tenemos cerca, con tus dos brazos extendidos, con tu Palabra escrita para sanarnos, y con la niña de tus ojos resplandeciendo para darnos luz cuando la oscuridad nos acecha, nos arrebata, nos destruye...

 

Señor, déjame que esta noche desvista mis palabras, que a solas te grite bajito, y que entre mis hermanos te susurre al oído…

 

Si al mundo le faltara Tu mirada

el mundo perdería su sentido

el miedo acabaría consumido

y la luz moriría descalzada.

 

 

Si al mundo le quitaran Tu mirada

el mundo lloraría sin consuelo

la risa viviría siempre en duelo

y la pena estaría calcinada.

 


Si al mundo le robaran Tu mirada

el mundo olvidaría su armadura

el cielo gritaría su locura

y la paz volaría despojada.

 

 

Si al mundo le cegaran Tu mirada

el mundo negaría su existencia

el tiempo acallaría su dolencia

y la luna se iría desvelada.

 

 

Si al mundo le arrancaran Tu mirada

el mundo pintaría sus negruras

el mar liberaría sus clausuras

y la rosa ardería derramada.

 

 

Si al mundo le usurparan Tu mirada

el mundo vagaría entre desvelos

las pieles bordarían los deshielos

y la sal gemiría desolada.

 

 

Si al mundo le expoliaran Tu mirada

el mundo abrasaría sus latidos,

los versos dejarían de ser fluidos

y la sed correría desangrada.

 

 

Si al mundo le prohibieran Tu mirada

el mundo sangraría por sus venas

los ecos crujirían sin cadenas

y mi voz sonaría quebrantada.

 

 

Si al mundo le tacharan Tu mirada

el mundo estafaría a sus suspiros,

la aurora embaucaría a los zafiros

Dios no surgiría de la nada.

 

 

Como ves Señor, si al mundo 

le faltara, 

le quitaran, 

le robaran; 

le cegaran, 

le arrancaran, 

le usurparan;

le prohibieran, 

le expoliaran 

o, simplemente, 

le tacharan 

Tu mirada…

el mundo 

-irremediablemente- 

no sabría…

 a quién mirar...

 

Por eso Señor…

 

No me vuelvas la mirada

que en tus ojos yo navego.

 

No me vuelvas la mirada

que tus ojos son mi puerto.

 

No me vuelvas la mirada

que necesito tus versos

para seguir escribiendo

el más dulce testamento

la más dulce poesía

el más simple de los cuentos

ese que vela mis sueños

y que calma mis tormentos

al arroparme en las noches

bajo lunas de desiertos.

 

 

No me vuelvas la mirada

y perdona mis lamentos

mis tristezas, mis agobios

mis penitas, mis deseos

mis ilusiones calladas

mis preguntas sin remedio

y déjame que te busque

cuando aparezca el silencio

y corramos por las calles

envidiados por los vientos.

 


No me vuelvas la mirada

no permitas mis requiebros

y sostenme la esperanza

entre suspiros sin ecos

devolviéndole la luz

a mi ceguera de empeños

calmando las agonías

de mi sangre y de mis huesos

ofreciéndole tus manos

a este simple silabeo

que a ellas me aferraré

por los tiempos de los tiempos.

 

 

No me vuelvas la mirada

Señor que caminas preso

y libera a este esclavo

de vivir entre aguavientos

Hágase Tu Voluntad

en la Tierra y en el Cielo

y que cuando al fin te vea

cuando llegue ese momento

sonriamos de alegrías

devolviéndote los besos

que una vez yo te negué

al vivir entre tropiezos

 supiste esperarme

con el corazón abierto.

 

 

No me vuelvas la mirada

Soberano de los lienzos

Bondad de los sinsabores

Misericordia de tientos

y permite que mis sombras

me dejen seguir viviendo

persiguiendo las estelas

de tu bello Magisterio

para seguir caminando

para seguir aprendiendo

para seguir a tu lado

para seguir combatiendo

para seguir rezándote

y para decir sin miedo

esta noche, y por siempre

aunque me falte el aliento

gracias por darme la vida

para seguirte queriendo.


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Salud de los enfermos..

 

Las madres tienen un sexto sentido que les permite saber dónde están todas las cosas guardadas, saber cuándo tenemos fiebre o hambre, y saber cómo curarnos las heridas del alma simplemente con un beso sobre la frente.

 

Las madres son esa fuente de vida donde los hijos y las hijas bebemos cuando ni siquiera sabemos que tenemos sed.

 

Las madres son las ausencias más duras, los duelos más eternos, el abrazo que más falta nos hace cuando el frío nos cala hasta los huesos.

 

Las madres son ese boceto de Dios que el tiempo dibujó con lápices de arco iris y que son el lugar más seguro del mundo.

 

Las madres convierten un infierno en un juego de cosquillas…

 

Las madres existen para que la vida se refleje en ellas…

 

Las madres son ese rosal del paraíso que te acuna en su vientre durante nueve meses y que siempre echas de menos…

 

Las madres son las madres…

 

Y cuentan que una noche, en esta casa, el Señor de Bondad no paraba de mirar por las ventanas y la tristeza le inundaba el rostro. 

 

Llevaba días, semanas apagado…

 

Y su madre, como buena madre, no intuía, sino que sabía lo que le pasaba.

 

Sin decirle nada, esperó a que las calles se fueran a dormir, y con unas cuantas velas humeando penumbras, Ella se sentó a remendar rezos y a calmar plegarias, las de su barrio, las de su gente, las de su alma… 

 

Y al ponerse el delantal y las babuchas, le pidió a su hijo que le hiciera un té, y al ponerlo sobre la mesa, ésta le cogió la mano, entornó sus ojos en busca de los ojos que una vez parió…y le dijo…

 

-     Creo que va siendo hora de que vuelvas por unas horas al Santuario de San Juan Grande y repartas, en mi nombre, Salud entre los enfermos.

 

El Señor de la Bondad, con una sonrisa inquieta, le dio un beso en la mejilla, aguardó a que la noche se despertara, y días más tarde,  con un grupo de hermanos se acercó hasta ese lugar donde los pasillos se pintan con miedos y preguntas.


Allí estuvo con los enfermos, rezando, paliando el dolor enfermizo de la muerte, haciendo que el yugo de la espera fuera más liviano y las lágrimas fueran más ligeras.

 

Allí estuvo con los mayores, sentándose a su lado, como si fuera un familiar más, intentado disimular el tiempo descosido para decir adiós.

 

Allí estuvo, allí se hace presente, allí volvió a ser feliz… porque una vez más se sintió esa víspera del cielo, esa nube de calma, ese reflejo en el espejo…

 

El Señor de Bondad estaba en la casa, donde correteó, donde se le cayeron los dientes, donde entendió que su llegada al mundo serviría para que el mundo no siguiera en un destierro de fe.

 

Y mientras Él estaba allí, revestido con una bata blanca de esperanza, su madre aguardaba aquí, hilvanando penas junto a las vecinas del barrio, las que poco a poco la van queriendo, conociendo, hablando…

 

Pasado los días, el Señor regresó henchido, saciado, lleno de vida y de abrazos. 

 

Traía los bolsillos colmados de besos y de recuerdos, y sólo tenía ganas de contarle a su madre todo lo que allí había vivido.  

 

Pero no hizo falta, pues las madres son las madres, y al verle el brillo que traía en los ojos, Ella supo que su Hijohabía sido feliz, y al despedirle para llamar al sueño, simplemente le susurró:

 

-     Hijo, ahora, sólo tenemos que tener paciencia y esperar a que los enfermos de este barrio vengan a sanarnos a nosotros.



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Santísimo Cristo del Perdón..

 

A veces se nos olvida que el Hijo de Dios murió en una cruz de madera, en un monte llamado Gólgota, tras padecer un calvario que ningún ser humano sería capaz de soportar hoy en día, y que todo ese escarnio lo sufrió para que la obra a imagen y semejanza de su Padre pudiera redimir todos sus pecados. 

 

Su muerte fue cruenta. 

 

Su pasión fue sangrienta.

 

Sus últimos alientos fueron sádicos, lacerantes, despiadados…

 

Imaginaos por un momento que, desde el primer hálito de vida, sabéis cual será vuestro destino; y tal y como hizo Jesús el Nazareno lo asumís, lo aceptáis, lo hacéis vuestro… a pesar de saber que vais a entregar vuestra vida por el ser más egoísta, más rencoroso y más desagradecido de la tierra.

 

Y entre esos seres egoístas, rencorosos y desagradecidos de esta tierra me encuentro yo…

 

Santísimo Cristo del Perdón, perdona a este simple maestro escuela que sigue pasando muchas mañanas por el cerco de tu Ermita y es incapaz de rezarte un tímido padrenuestro.


Santísimo Cristo del Perdón, perdona que no haya reparado en Ti, en tus rodillas, en tu paño de pureza o en tu boca entreabierta esperando a la muerte y haya preferido mirar hacia otro lado, señal inequívoca de que soy un hombre pusilánime y mundano.

 

Santísimo Cristo del Perdón, perdona que me hay creído superior al resto de mis hermanos alguna que otra vez; perdona que me hunda por problemas que tienen solución; perdona por ignorarte, por olvidarte, por vivir alejado de Ti.

 


Hoy te pido mil perdones

descalzando mis palabras

hoy te ofrezco mis heridas

para que puedas sanarlas

hoy Señor… abro las puertas

del zaguán de mis miradas

esas que saben tu nombre

y precisan ser calmadas

cuando la luna se asoma

entre azoteas moradas.

 

Llevo toda la vida escuchando sobre Ti, Santísimo Cristo del Perdón, pero en el fondo no sé quién eres. 

 

Mis anhelos cofrades derivaron a otros puertos, buscaron otros altares, conjugaron otros senderos… por eso, cuando el Domingo de Ramos coincido a veces contigo por un instante, me quiebro el cuello para retenerte en mi memoria a la altura de la calle Bizcocheros, aún a riesgo de que me riña el diputado de mi tramo.

 

Qué curiosa es la vida a veces Señor…

 

Cuando nos equivocamos, pedimos perdón…

 

Cuando llegamos tarde, pedimos perdón…

 

Cuando no sabemos qué decir, pedimos perdón…

Pero… ¿sabemos perdonarnos a nosotros mismos?

 

No creo que sea casualidad que el Santísimo Cristo del Perdón conviva entre nosotros estando aún vivo en esa cruz de madera.

 

Para perdonar, hay que mirar a los ojos, hay que abrirse en dos el corazón y hay que vaciarse por dentro de sinceridad. 

 

Por eso lo tallaron de esa forma: con los ojos abiertos, esperanzados, llenos de luz.

 

Si pueden, búsquenlo entre la multitud, otéenlo entre las nubes de inciensos, síganle como la oveja sigue al pastor, como el frio sigue al mes de enero, como la risa sigue al llanto… 

 

Me consta que Él duerme tras un altar bajo la sombra de salones a medio amueblar, con sus dos brazos abiertos esperando a que nos desangremos en miradas y silencios, esperando a que salgamos llenos de su Verdad si nos postramos ante sus plantas de manera humilde y sincera.

 

Yo tengo una cita pendiente con Él…

 

Yo quiero ir a verlo cuando nadie me vea…

 

Yo necesito saldar mis cuentas para seguir sumando ratitos a su lado…


Aunque no sé cómo me puede recibir al que tantas veces he negado en estos últimos años…

 

Pero mientras ese momento llega, dejadme que a mi manera os susurre mis humildes pretensiones…



Soneto 1


Te veo caminar entre miradas

que oscilan del quebranto al desconcierto

del asombro al presente más incierto

del abismo a las penas desgastadas.

 

Siento que tus manos están ancladas

y a todo el mundo dejas boquiabierto,

mientras sacias la sed de este desierto

cubierto por nubes atormentadas.

 

Esperas en la cruz de los tormentos

a que el tiempo detenga su agonía

y acabe con tu vida entre lamentos.

 

Lamento no rezarte cada día

y perseguir los ecos de tus vientos…

discúlpame Señor, mi cobardía.



Soneto 2


Repican las campanas por tu muerte 

lloran las cicatrices por tu duelo 

se consume la llama de mi cielo 

se condena el destino al no vencerte.

 

Tus latidos se apagan a su suerte 

de tu costado brota el desconsuelo 

se descuartiza todo, en un anhelo 

al verte transitar sin merecerte.

 

Que sólo vas camino del calvario 

cuando el sol se detiene en tu mirada 

y el gentío persigue tu sudario.

 

Hasta los vientos lucen retirada

se queda Barrabás sin adversario 

discúlpame Señor, la canallada. 



Soneto 3


Perdóname Señor, con tu templanza 

perdóname Señor, con tu sosiego

perdóname Señor, si me doblego

perdóname Señor, la desconfianza.

 

Perdóname Señor, esta alabanza 

perdóname Señor, si te reniego

perdóname Señor, si en Ti congrego

mis dudas, mis certezas, mi esperanza.

 

Y cuando mis latidos hechos trizas 

dejen de respirar por mis pulmones 

y mi sangre agonice entre albarizas.

 

Te buscaré, por calles y rincones 

de un Jerez que reza sus cenizas…

discúlpame Señor, mis pretensiones.


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Setenta veces siete..

 

Hace un par de semanas visité la Ermita de Guía para ver a la Virgen del Perpetuo Socorro que se encontraba de veneración, o de besamanos, yo ya me lío con estas cosas, y estando allí, mi niño me preguntó, a su manera, por las dos personas que estaban al lado del Señor.

 

Yo, como buen padre y buen maestro escuela, le expliqué que uno era el ladrón bueno, al que le decíamos Dimas… y que el otro era el ladrón malo, al que le llamamos Gestas… y que Jesús, pase lo que pase, siempre nos perdona…

 

Él se quedó unos segundos cavilando en silencio, y mirando y observando las pupas que el Señor tenía, y me dijo… 

-     ¿si papa?

 

Y yo le dije: 

-     claro mi vida, Jesús siempre nos perdona…

 

A lo que él me volvió a preguntar…

 

-     ¿y eso por qué papá?

 

Y yo, sin saber cómo salir de ese momento, le dije que Jesús nos perdona porque nos quiere, porque es bueno, porque perdonar un gesto de valientes…

Después de eso me preguntó por Spiderman, y por el Capitán América, y ya se le olvidó…

 

Pero a mí no se me ha olvidado…

 

Y al hilo de estaba pequeña historia he escrito estas palabras acerca del perdón de Dios. y que algún día me gustaría contársela a mi hijo…


Gestas le confiesa a Dimas

al llegar la madrugada

que se siente arrepentido

de no acoger la llamada

que el Maestro le dijera

al ofrecerle sus llagas

y que fuera de su mano

al Reino de la Palabra

y que se siente vacío

no puede girar su cara

ni mirarle al costado

ni contarle qué le pasa

cuando la luna se abomba

en mitad de la alborada

y a solas quedan los dos

mirando ambos a la nada

y la nada se convierte

en un pozo de alambradas.



Pero Jesús es paciente

juega con esa ventaja

no conoce de las prisas

que a los humanos desgastan

y cuando cierran la puerta

descuelga sus esperanzas

de que el ladrón olvidado

libere tras su Mirada

el porqué de sus razones

cada una de sus faltas

y que sienta su Perdón

desabrochar su coraza.

 

Gestas le pregunta a Dimas

cómo puede enumerarlas

si su sangre se vertió

entre inocentes sin casa

y el veneno le supura

por las rendijas de su alma.

 


Entonces Dimas sonríe

entreabriendo su garganta

y le cuenta que el Señor

al que rezan las mañanas…

perdona setenta veces

va deshojando venganzas

y limpia los corazones

tatúa nuevas pisadas

pues su Amor es infinito

y su Perdón te desarma…

en la sombra de los pulsos

sin que nadie se deshaga.

 


El Perdón de Jesucristo

se enarbola sin espadas

sin aplausos ni lecciones

te atrapa sin pedir nada

pues un Padre siempre está

calmando a las aguas bravas

y suspirando caricias

cuando la vida se acaba.

 


El Perdón de Jesucristo

es una leve fragancia

que se protege en tarritos

de canela color malva

valiendo su peso en oro

con tan sólo desearla

impregnándose en tus manos

la más dulce de las calmas.

 


El Perdón de Jesucristo

es un cadalso de plata

una guirnalda de flores

un renacer de las llamas

un abrazo sempiterno

un amanecer de estampa

el desvelo de las noches

la cuaresma de las canas

una maroma de vientos

y la certeza más clara

de ser de cal y de barro

la imagen y semejanza

de un Dios que lo da todo

de un Dios que siempre aguarda

a que sanemos heridas

que se curan sin palabras

pues solo necesitamos

su Mirada encuaresmada

y el sosiego de sus ojos

que nos gritan que nos AMA.

 

 

 

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El redil pastoreño..

 

Toda cofradía en la calle se hace en el día a día hermandad gracias a sus hermanos, gente noble y sencilla, personas que tenemos preocupaciones, penas y alegrías a partes iguales, y que buscamos en Dios el calmante que alivie el crecer de nuestras arrugas. 

 

Detrás de todo esto que adornamos con túnicas, incienso y marchas procesionales subyace la fe, esa creencia en algo que nos permite desahogarnos en este valle de lágrimas en el que a veces se convierte la vida.

 

No existe un porqué científico que nos identifique con una talla o con una determinada cofradía, pero si es lógico que derivemos nuestros pasos hasta aquellos lugares donde nos sintamos a gusto, seamos nosotros mismos y no tengamos miedo a hilvanar cada tarde el verbo amar… primer y único mandamiento que nos enseñó Jesucristo.

 

Y visto desde fuera, los hermanos del Perdón cosen y descosen ese dobladillo a sus primaveras para que todos nos sintamos en casa cada vez que atravesamos esa pequeñita ermita y seamos una pieza más de ese tetris de latidos cuaresmales. 

 

Me consta que los hermanos del Perdón siempre estáis ahí…

 

Para todo y para todos..

 

Y los sabéis igual que yo…

 

Y lo veis…

 

Y lo sentís…

 

Llenos de vitalidad, de fuerza, de energía, acostumbrados a bregar con los problemas de espacio, con los caprichos del cielo, y con las malas caras del destino.

 


Que nadie les hable a ellos de perdonar, cuando su bautizo de fe se produjo en el agua bendita del término perdón, y el pie de página de su historia es una continua segunda oportunidad.

 

Pero a día de hoy, amparados en sus titulares y en las ganas insondables de amarse, quererse y perdonarse, sois como esas ovejas que siempre vuelven al redil ante la llamada del pastor.

 

Sois cofrades diferentes porque oteáis el devenir del tiempo con una sonrisa en la cara…

 

Lucháis como jabatos bajo el sol de vuestras amarguras y, escribís con tinta azul pastoreña lo que el Altísimo os encomienda sin abrir la boca, sin rechistarle, sin borrarle un punto o una coma a los caprichos de sus designios.

 

Porque vuestras entretelas son de Verdad..

 

Vuestras oraciones son de Verdad..

 

Y vuestras promesas, abrazos y cicatrices son de Verdad

 

Concederme esta pequeña licencia y que, a mi manera, os diga que… 

 

 

Sois el júbilo perpetuo

y el corazón de la casa

el abrazo más sincero

la sonrisa enamorada

la luz misericordiosa

la bondad de las miradas

el perdón de los perdones

y un rebaño de guirnaldas

que adornan los sinsabores

y acarician las plegarias

dándole vida a la vida

al llegar Semana Santa.

 


Sois la piel de un oratorio

y el rezo de las campanas

sois el andar racheante

de las flores más ansiadas

sois las risas del levante

y la fuerza que avasalla

a las nubes más oscuras

mudándolas en quincallas

cristalizando victorias

sin que se libren batalla.

 


Bendito redil de cruces

bendito cortejo de almas

benditos los juramentos

bendito dolor de escarcha.


 

Gracias por ser como sois

gracias por ser la alborada

de una fe que se consume

en una ermita alejada

y que vosotros hacéis

bandera santificada

pues la grandeza reside

en esas pocas pisadas

que remarcan los caminos

entre arroyos y murallas

y que el Domingo de Ramos

laten bienaventuradas.

 

Benditos seáis hermanos

benditas vuestras medallas

benditas vuestras túnicas

que vestís entre fragancias…



Benditos vuestros latidos

que suenan con elegancia

benditas vuestras promesas

que se escuchan silenciadas…

 

Y seáis siempre benditos

por las huellas y zancadas

de un corazón sin dobleces

mapeado por calzadas…

mis hermanos del Perdón

los que perdonan con alma

y los que siempre serán

mis nazarenos de plata.

 

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Perpetuo Socorro..

 

Y para ir terminando, dejadme que me sacuda el rezo de mis labios, y permitidme que sienta a las palabras temblar por mi boca al susurrar bajito el nombre de vuestra dolorosa, de vuestra ancla en la tierra, de vuestra Madre de Dios.

 

Ainssss Perpetuo Socorro

 

Seguirán bostezando las primaveras, seguirán aullando los campos, seguirán los tiempos descontando sus horas de arena… y Ella seguirá siendo esa flor escogida por el cielo para engendrar al Hijo del Carpintero.

 

Seguirán los acordes de la música componiendo sinfonías, seguirán los abrazos supliendo a las palabras, seguirán las miradas calmando a los miedos… y Ella seguirá entreabriendo su pecho para que nos acunemos en él cuando la soledad sea un manto de impotencias tras nuestras huellas.

 

Seguirá el arte explicando lo inexplicable, seguirá el amor salvando al mundo, seguirán las olas de las orillas besando las arenas de las playas… y Ella seguirá soportando cada noche el dolor por su Hijo sin que nadie la vea, sin que nadie la llame, sin que nadie repare en Ella

 

Mientras que por su rostro apenas se distingue el desconsuelo o la angustia, por su alma los jirones de espasmos retumban con más fuerza cada vez que las nubes lloran entre riadas de penas.

 

Pero tenemos la suerte -tenéis la suerte- de que siempre está ahí; con sus dos manos abiertas para calmar nuestros recelos, para escuchar nuestras desesperaciones, para no decirnos nada cuando necesitamos escuchar de todo.

 

Es lo que tiene ser la Madre de Dios, ese encargo que le confió al oído un ángel y al que al decirle que sí, volteó para siempre el color de nuestros atardeceres.

 

Qué habrá sido de ese ángel confortador…

 

Que habría sido de nosotros sin esa visita anunciada por el oráculo de los tiempos…

 

Que habría sido si en vez de sí… María hubiera dicho que no…

 

No quiero ni imaginarlo… sólo sé que Ella siempre está ahí… de manera imperecedera, eterna, inmortal…

 

A pesar de las lunas, los olvidos, las tragedias…

 

Siempre está ahí, como los vientos están cerca de las veletas, el mar de los faros o una madre cerca de un hijo…

Siempre está ahí, como la luna persiguiendo al sol durante toda la noche para soplarle al oído que su amor sigue siendo un amor de leyenda…

 

Siempre está ahí, sin llamar la atención, atenta a ser por siempre llamada…

Señora del Perpetuo Socorro…

 

Para los hermanos de tu cofradía…


Eres el refugio de sus sonrisas…

El bálsamo de sus heridas…

El fuego donde las dudas se extinguen…

 

Eres su principio y su fin…

La esperanza de que los duelos no son eternos…

La luz que alumbra a sus tinieblas…


Eres la brisa que seca las oscuridades del alma…

Un laberinto tejido con paciencias…

Eres la soga que más dulce aprieta…

 

Pero para mí, Señora, permíteme que te lo cuente hoy…

 

Para mí siempre has sido… y por siempre serás…

 

Un silencio arrodillado

en el monte del calvario

un reguero de Esperanza

que nos brota sin descanso

cuando los miedos ahogan

y los fríos son contrarios

al calor de tu mirada

y al canto de los rosarios.

 


Eres la luz de la Ermita

la llama de los Sagrarios

el cruce de los caminos

la paz de los balnearios

la Madre de un Cristo vivo

el clavo complementario…

el fin de la zona sur

el principio de mi barrio

un horizonte Perpetuo

un Socorro necesario

un sollozo de domingo

un llanto desangelado

una respuesta sin tilde

una pregunta sin trazo

una Madre despojada

por recuerdos plateados

y un portal sin dirección

ante un pesebre callado…



Eres la senda a seguir…

a pesar de los agravios

a pesar de las ofensas

a pesar de los escarnios

a pesar de los errores

a pesar de los fracasos

que Te hacemos cada día

cada vez que nos miramos

y pronunciamos Tu nombre

muy bajito y entrecortado

y el egoísmo nos brota

como un puñado de harapos

por nuestra piel de pavesa

por nuestros ojos cansado

que los volvemos a Ti

cuando se arrugan los años

y entendemos que el camino

es rezarte a cada paso.



Necesito que me guíes

que me lleves a tu lado

que me perdones las faltas

que calmes mis desánimos

que susurres con tu voz

que eres mi único bálsamo

la giralda de mi fe

mi zaguán achaparrado

la esquina donde los miedos

por fin se quedan callados

al contemplarte sufriendo

doremifasoleando

y cosiendo las suturas 

que chorrean por tus manos.




Necesito tu perdón

que te escribo emborronando

con estas torpes palabras

que con tinta he ido juntando

con más sombras que vergüenza

en las hojas de un diario

con los márgenes de tiza

y me atrevo a retratarlo

en cuartetas con inciensos

y versos acentuados.

 

Necesito Madre mía

que cuides de mi legado

que protejas a mi niño

el que camina en mis brazos…

yo lo llevaré a tu Ermita

cuando el sol llegue a su ocaso

y le dibujaré el cuento

que su padre ha pronunciado

deshojando los suspiros

en esta noche de marzo.

 


Necesito que estés ahí

debajito de mi árbol

debajito de sus frutos

al lado de mis traspasos

de mis sueños, mis silencios

de mis noes, de mis trapos

de mis luces, mis temores

del reloj que va curando

a mis maltrechas costillas

de mis ausentes abrazos.

 


Necesito que me escuches

que recojas mis pedazos

que hilvanes a tus costuras

la sombra de mis sudarios

mis nostalgias del ayer

los ecos de mis armarios

y que me tiendas tu estela

para alejar mis quinarios

cuando la luna se asome

por el fin de este glosario

y el romance se congele

al tictac de los horarios,

con los recuerdos zurcidos

en un zaguán sin portazos

que necesitan de Ti

de tu ser y tus flechazos

y que saben que al nombrarte

vuelven siempre a tu regazo

donde nada malo ocurre

pues me protegen tus lazos

y tu mirada aniñada

y el reverso de tus rastros

y tu paciencia de Madre

y el cobijo de tus labios

y este vitalicio idilio

que sin más hemos firmado

entre versos y oraciones

de un cofrade descordado.



Virgen que siempre Socorres

Virgen del cielo astillado

Virgen que siempre me escuchas

Virgen del verbo Encarnado

 

Virgen sin mancha Perpetua

Virgen del sueño pausado

Virgen que vistes de azul

Virgen del cielo mudado

 

Virgen nombrada entre ramos

Virgen del sol esperado 

Virgen de la Gracia llena

Virgen cubierta por salmos.

 

Virgen, caricia de luz

Virgen de los condenados

Virgen, vergel de promesas

Virgen del pueblo más llano…

 

Virgen de las confesiones

que por Ti se han liberado…

  

Virgen, corazón de perlas

quimera de enamorado…

  

Virgen, dueña de los tiempos

donde el tiempo vive anclado

a una enagua de tu nombre

soñando con ser tu esclavo…


Decirte no puedo más

que lo dicho y susurrado

en esta oración escrita

entre silencios gritados.

 


Decirte no puedo más

al terminar este canto

nacido del corazón

sangrado de mis costados.

  

Decirte no puedo más

que lo escrito y confesado

en esta noche por fin

donde nos hemos mirado 

y he vaciado mis tinteros

mis palabras te he entregado

como simplejuntaletras

cual orfebre desgastado

para decirte al oído

muy despacio, y casi ahogado

“no te olvides Madre mía

de este perpetuo escribano”.

 

 

He dicho.

 .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


 Esta Oración Poética de la Semana Santa de Jerez, organizada por la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y dedicada a la Hermandad de la Bondad y Misericordia, se terminó de escribir la tarde del 16 de marzo de 2023, con los nervios en el estómago, la ilusión en la boca y el recuerdo sempiterno de Mamá Milagros.

 

Va por ti, mi vida.


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