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Mostrando entradas de enero, 2019

Enero

A pesar de que vine a nacer un mes de enero, vivir año tras año el primer mes del calendario es una daga que tengo clavada en el alma. No soy capaz de superarlo. Intento que me afecte lo menos posible. Pero no lo soporto en las distancias cortas. No me gusta su frío. No me gusta su soledad. No me gustan sus tardes cortas y oscuras. No me gusta cómo se despierta. No me gusta el olor que desprende. No me gustan sus noches que acuchillan nostalgias. No me gustan sus ecos. No me gusta cuando llora. No me gusta por mucho que se maquille de regresos, de regalos, de buenos deseos. Y es que el regreso que yo espero cada mañana sentado sobre un escalón de mi infancia nunca se produce, nunca logro vivirlo, nunca llega. Ni llegará. Por mucho que yo me empeñe. Por mucho que yo quiera. Por mucho que intente caminar por la vereda de los quisieras. Enero le arrebató a mis brazos una parte de mí porque según su mirada era ley de vida; y entendí de golpe que la

Mirada de niño

La ilusión que uno vive la noche de Reyes sólo es comparable a la que los cofrades vivimos cuando la madrugá nos despierta del sueño.   Quizás la salvedad radique en que cuando sus Majestades nos visitan, a todos se nos desnuda el alma de ese niño que aun corretea por nuestra piel. Pero no solo se nos desnuda el alma. La noche de Reyes nos desviste como ninguna otra por dentro y por fuera, permitiéndonos volver a recorrer los pasillos de nuestra infancia, encontrar nuestras cicatrices en los rincones donde crecimos y evocar aquellas cartas que una vez escribimos con la tinta de los nervios. La noche de Reyes nos deja entrever entre regalos lo que somos, lo que un día quisimos ser y lo que seremos el día de mañana.   La noche de Reyes es un regalo que la vida nos hace sin envolver para que nos envolvamos al darnos a los demás, al compartir un puñado de sonrisas, al ofrecer un presente obviando su precio, su talla o su fecha de caducidad. Es mágica. Ilu