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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Querido Ángel:

Permíteme que junte hoy estas palabras para felicitarte ante tu elección como pregonero de la próxima Semana Santa de nuestra tierra. Confío en ti. Confío en tu pluma. Confío en tu mirada. Pregonar la Semana Santa de Jerez es un privilegio al alcance de unos cuantos elegidos, un regalo que uno recibe envuelto en unas pastas que saben a incienso y a soledad, un guiño del destino que proviene del mismísimo cielo; el Consejo en este caso sólo es un mero transmisor de la gracia de Dios. Pregonar la Semana Santa de Jerez es rebuscarse en los adentros que uno lleva cosido en la piel cuando el aire huele a castañas y los villancicos anuncian la llegada del mejor de los nacidos. Pregonar la Semana Santa de Jerez es abrirse en canal, desandar las huellas tiznadas de recuerdos cofrades, deshojarse las arrugas y volver los ojos a ese rincón del alma donde todo el año un racheo nos habla de esta locura que nos da la vida. Querido Ángel, me da igual que tu pregón sea clási

5 años después..

El alma de todos nosotros tiene un desván en una esquina de su mirada donde las cicatrices brotadas y sin brotar se van acunando entre sueños susurrados. De sueños saben mucho por la Plazuela… Muchos de nosotros tenemos la piel salpicada de cicatrices… En estos días de festejos -un lustro después-, he notado cómo el alma de la Esperanza ha rebuscado en sus silencios el recuerdo de su Coronación Canónica para preguntarse si esa huella sobre su sien aún sigue supurando felicidad al perderse por los adoquines de la memoria. Si veinte años no son nada, cinco son un puñado de suspiros entrecortados asomándose al balcón de la nostalgia… Ha pasado el tiempo, y su semblante macerado a fuego lento en las cocinas de los que la nombran sigue siendo el último clavo, el último horizonte, el último refugio al que agarrarse. Yo no soy de la Plazuela y quizás estas palabras sobren. Los que me conocen saben que mi sangre es más morada que verde, más de silencios que de a

De la mano..

Ya he tachado en mi agenda escolar las dos primeras semanas del curso, y me gustaría pedirle un favor a todos los agentes que conforman y participan de la ESCUELA día tras día. A los profesores… Compañeros, no somos perfectos. Quizás sea cierto que tengamos la mejor profesión del mundo, pero a veces viene bien recordar que somos humanos, que la auto crítica existe y que nuestros alumnos nos pueden enseñar todo aquello que no aparece en las Guías del Maestro. De vez en cuando nos vendría bien mirar a los ojos de nuestros alumnos. A los padres... Dejáis en los colegios lo más sagrado que vuestras entrañas crearon; protegerlos como se merecen, pero no intentéis vivir sus vidas. Llevan vuestros apellidos, no vuestras cicatrices. Dejad que vuestros hijos aprendan a levantarse por sí solos cuando suspendan. Dejad que solucionen sus problemas sin vuestra ayuda; sois sus padres, no sus amigos ni sus colegas. En vuestras manos está el criar buenas personas, no person

El faro del barrio..

Los que hemos nacido en torno a las fronteras de un barrio conservamos en nuestra piel el eco sordo de los recuerdos y el grito ahogado de nuestros olvidos, conformando a día de hoy lo que fuimos, lo que somos y lo que nos queda aún por ser.   Solemos echar la vista atrás cuando el horizonte nos atraviesa las dudas y dibujamos con la tinta taciturna de las nostalgias el olor a puchero de la vecina de la esquina, la mirada tierna del que se fue para siempre andar regresando, la algarabía de una nueva cicatriz en la costilla de la calle de al lado… Un barrio lo conforman los delantales de las abuelas, las ausencias sin consuelo, la ropa tendía a medio sol; el repique de campana de la Iglesia, los juegos en la plazoleta, los bocadillos a medias en cualquier casa puerta; el primer amor de pandilla, la primera amanecida, el primer beso robado a la luna… Un barrio es el rincón por donde nuestra mirada sonríe al verse descalza entre moratones, cardenales y arrugas. Un

Un "villorrio"... sucio

Hace unas semanas Pedro Pacheco, el otrora alcalde de Jerez, dijo aquello de que “nuestra ciudad está convertida hoy en día en un villorrio” , provocando la risa y las carcajadas del personal. Un personal que se jactó del personaje, se descojonó de la expresión en sí y que hizo lo que mejor saber hacer: reír y mirar para otro lado. Pues miren ustedes… ante esa definición ni me jacté ni me descojoné, simplemente asentí una vez más, tal como volví a hacerlo hace unos días al ver cómo nos han otorgado el honor de vivir en la ciudad más sucia del territorio municipal. ¿Y saben ustedes qué pasara con esto? Pues nada. No pasará absolutamente nada, porque la vida en esta ciudad seguirá pasando, el ayuntamiento seguirá desmintiendo por redes sociales lo ocurrido y una vez más, los que amamos esta tierra tendremos que agachar la cabeza, por vergüenza ajena y propia más que nada. Acepto que falta civismo y educación por parte de los ciudadanos, pero en esta ciudad todos n