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Mostrando entradas de julio, 2019

Lecturas de Verano...

Lean. Este verano lean. Déjense atrapar por el placer de la lectura, por el olor a historia susurrada por capítulos. Por rincones, atardeceres y besos que nos enamorarán y nos dejarán con ganas de más. O con ganas de menos. O simplemente, con ganas. Lean. Lo que sea. Donde sea. Como sea. Pero lean. Aumenten de esa forma su curiosidad, su imaginación, su conocimiento… su biblioteca vital para defenderse de este mundo cruel y manipulado. Destripen cada hoja. Cada párrafo. Cada punto y aparte. Perciban otras vidas. Asómbrense con otras miradas. Descalcen sus miedos, déjelos en silencio y camine de la mano de personajes y diálogos a conocer y a conocerse; todo libro nos deja una cicatriz en las manos después de llegar a su punto y final. Conozcan las heridas de Pérez Reverte , de Matilde Asensi , de Javier Sierra ; comprendan los sueños de Antonio Gala , de Terenci Moix , de María Dueñas ; giren la cabeza a lo que fuimos de la mano de Santiago Posteguillo , de Antoni

De blanco...

De blanco. La Esperanza Macarena viste su pureza en estos días de blanco, y consigue una vez más acallar los silencios cuando las retinas se clavan en Ella . Quizás sea cierto lo que cuentan el charco de lágrimas que siempre se forma a escasos metros de su presencia, y el que va a rezarle con los nudillos desgastados lo que menos se fija es en el color del manto o el de la saya.  Pero estos días la han vestido de blanco. Y nada en Ella está descrito al azar. Porque blanco son los folios sobre los que las palabras tiemblan al conjugar su nombre y blancos son los lienzos donde los colores intentan a duras penas dar forma a su belleza. Blancas son las plumas de esos armaos que desarman con plumas blancas los latidos de La Madrugá ,   y blanco es el horizonte que su palio sombrea sobre las amarguras de esta tierra cuando Ella arria su paso de esperanzas. Blanca es la luz que cada mañana inunda de vida las alcobas. Blanco es el fondo de los ojos donde Ella se re

Una tarde de verano...

Ambos sabemos que nuestros tiempos no vienen marcados por los relojes de arena que la luna guarda en la alacena de los calendarios. Ambos nos conocemos las heridas, las cornadas, nuestras manías. Ambos sabemos buscarnos a destiempo, cuando uno de los dos anda roto y el destino ondea en el horizonte escombros y silencios. Y esta vez me tocó a mí ir a tu encuentro. Cuando nadie me veía. Cuando el incienso dormía. Cuando la memoria escogió una vez más el camino más corto para herirme. Y al verte allí, ante el eco de tu belleza tejiendo una mirada ilimitada y atada a la soga de mis entrañas, no supe si irme de nuevo o quedarme para siempre a tu lado. Son tus cosas. Son las mías. Perdóname por haberte fallado cuando saliste a ajustar cuentas ante promesas prendidas mientras yo nadaba en un abismo de dudas.. Perdóname por quedarme anclado a huellas amoratadas de lágrimas y rebuscarme en mis bolsillos, vacíos de ecos, de costuras y de esperanzas.. Perdó

Maestra, con Mayúsculas...

Una vez le leí a Mafalda que, “Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar, usted precisa saber; pero para educar se precisa ser”. Y por suerte para mí, he conocido a una maestra de escuela que durante todos sus años de profesión ha conjugado el verbo educar de manera excepcional. Y lo ha llevado a cabo de manera sencilla, humilde, sincera. Se ha dejado el alma por compartir y por compartirse. Ha sido, y será eternamente, una Maestra , con Mayúsculas. Maestra por su forma de contagiar la alegría en la mirada inocente de una clase de niños que la sentían como su refugio en los primeros días de colegio. Maestra por sus hechuras de buena gente, raíz fundamental para que todas las enseñanzas de los libros sean asimiladas en los colegios. Maestra porque nació para ello. Porque lo lleva en la sangre. Porque al igual que le sucede al glamour , la maestría o se tiene o se carece de ella. Y tú, querida María José Bilbao , viniste a este mundo con la g