Verlo jugar era como ver un atardecer desde la Caleta o sentir un beso desgarrado bajo la lluvia sin paraguas. Era la elegancia con un balón en los pies y la fotografía perfecta al verlo recibir. Cada vez que sonreía, el cielo brillaba de alegría. Cada vez que regateaba, los angelitos gritaban entre aplausos. Zidane fue de esos jugadores que uno veía como sólo los niños miran al arcoíris, a sabiendas de que todo su aura te embaucaba y te dejaba sin aliento y sin palabras. Fino. Con garbo. Y estilista de goles imposibles pero enmarcados en la memoria del fútbol. Tenía la sangre fría de un cirujano entre centenares de ojos y la delicadeza al golpear la pelota pelota y mandarla a la escuadra sin que esta sufriera y lo echara de menos. De mis jugadores favoritos. De mi ídolos de la infancia. Zidane siempre está presente en mis cuentos de fútbol, puesto que él representa ese caballero impoluto e inmaculado que en el último instante rescata a la dama en apuros, vence al dragón y rind...
Persiguiendo un Sueño..