“Hasta siempre Vladimir”. 26.octubre.07 Hasta siempre, Vladimir, resuena en mi corazón al leer tu nombre en aquel viejo papel. Me reclino sobre el butacón, cierro los ojos y me dispongo a caminar –otra vez- por los callejones del tiempo. Rememoro nuestra primera mirada, nuestras risas cómplices, nuestro primer beso… así, toda la vida, recordándote al nombrarte, soñando que algún día volverás a rondar el balcón de mis inquietudes. Pero nos venció el miedo y, aun hoy, vislumbro la sombra de mi felicidad perderse entre mis labios, cobijándose junto al arrepentimiento, cada vez que doblo la esquela que recubre tu vieja fotografía.