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Mostrando entradas de 2021

Diciembre guarda un secreto..

  María estaba sentada en una silla de enea confesándole a los vientos sus miedos de yerbabuena y las ganas que tenía de verle su tez morena al que llega por diciembre como luz de primavera y recibe la visita -en todas las casapuertas - de reyes y de pastores de roscos y panderetas convirtiendo en claridad la más cruel de las sentencias.   Ella pensaba y pensaba hilvanando así la espera, en sus ojillos celestes como el mar que Él anduviera y en sus primeras palabras salteadas por  gracietas y en sus últimos silencios al saber de su  Grandeza … y en su mirada sin brillo como  Madre  nazarena cuando llegara el momento de asumir la penitencia de ser el  Hijo de Dios y el guardián de las creencias.   De ahí que, al acurrucarlo entre sus brazos de Reina, lo dormiría entre nanas que hablaran de su pureza..  y apartaría su pelo cuando en su cuna durmiera.. y le diría que sueñe con tambores y saetas.. y nazarenos de fila que descalzan sus promesas entre  manitas  prendías y lágrimas color yedr

Prendimiento y Soledad..

  Se miraron a los ojos y se dijeron que nunca fueron capaces de olvidarse…   Entreabrieron su piel conjugaron sus silencios prendieron sus miradas al pozo de sus tormentos..   Ella lo parió en un diciembre sin dolor, y en sus manos aun lleva el aroma de ese parto.   El asumió su destino, descontando treinta y tres primaveras, a sabiendas de que su corazón latiría eternamente.   Ambos se conocen y se reconocen en el abismo de la derrota más dulce de nuestra historia..   Ambos son el faro y la luz de las noches oscuras del alma   Prendimiento y Soledad Soledad y Prendimiento un amor sin edad y un suspiro del viento  

Es ver..

  Es ver tu sombra,  y me silencias  los latidos..   Es ver tu sonrisa,  y siento el corretear  de escalofríos..   Es ver tus manos,  acercarse  a las mías,  y  descompones  todos mis sentidos..    Es ver tu nombre,  tus fotos,  tu ropa..   Es ver tu lado  vacío de la cama..   Es ver tu cita pendiente,  y a mi lado,   con el dueño  y la dueña  de nuestros destinos..    Es ver  tus silencios de cabreo..   Es ver  tu mirada de preocupación..   Es ver  tus pies,  buscando los míos,  en un juego de chiquillos..    Es ver  cómo  te desnudas..   Es ver  cómo  me desnudas..   Es ver  cómo,  al desnudarnos… desnudamos  los gemidos..    Es ver  que estás  ahí.. Es ver  que quiero  estar  aquí..   Es ver  que  -sin querer y queriendo-  ambos  estamos  al fondo…  de todos  los pasillos..    Es ver  en tus ojos  la calma que necesito..   Es ver  en tus labios  el deseo más descosido..  Es ver  en tu ausencia  la cicatriz de que  no he vivido..    Es verte..  y todo  -absolutamente todo-  vuelve  a

Anclarme a Tu nombre..

  Hace unos días le susurré a alguien que te hablara de mí; y como supongo que de sus labios esa plegaria no te ha llegado, hoy he ido a verte.   Antes de la hora del Ángelus. Apoyado en el hombro de un buen amigo. Mirándote sin poder mirarte. Rondándote la cintura para no despertarte. Evitando molestar lo menos posible, como siempre ha sucedido entre  Tu  y yo.    Pero… ¿sabes una cosa?   Necesito anclarme a Tu nombre..   Justo ahora que los vencejos del olvido van preparándose para un festejo de noches sin sonrisas de fondo.   Justo ahora que hay piedras en mi camino que son un grito de dolor, un espejo de mi cuerpo, una raya en el agua; ya no se que hacer para esquivarlas.   Justo ahora que la soledad es la dama que me espera a los pies de mi cama… para deshacerla al llegar la madrugada.   Necesito anclarme a Tu nombre Esperanza..   Y entrever lo bueno que hay en mí. Aquello que merece la pena. Lo que valgo. Lo que soy. Lo que aun me queda por dar.   Si te dijera que estoy rendido,

Sánate Alberto..

       Sus últimas palabras fueron esas: sánate Alberto... sánate por ti.   En una despedida amarga. Pronunciadas por unos labios que esa noche no fueron besados. Con los ojos ausentes. Dolidos. Llenos de desconfianzas.    Y se marchó así. Sin mirar atrás. Sin remordimientos. Sin una lágrima por el retrovisor de su coche por secar.    Sánate Alberto… Por ti…   Y en ello estoy.   Sanándome, por mi. Sólo por mi. Poniéndome bien para mi. Rebuscándome para ser feliz conmigo mismo. Perdonándome de una puñetera vez y dejando que la vida ponga las piezas de mis días en su sitio.   Sanándome, por mi. Para no forzar nada. No hacer más daño. No confiar al aire más promesas de fechas incumplidas.      Sanándome, por mi. Y teniendo claro que no apareceré mientras en los bolsillos tenga errores, miedos y cicatrices de incienso.   Sánate Alberto…   Sin desfallecer. Sin saber cómo. Sin saber cuánto vas a tardar. Dejándote los versos, los abrazos y los suspiros en ello.     Enróscate en tus cuarenta y

Cuando Tú eres el regalo..

  Pequeño Capitán, déjame que te escriba estas palabras el día que cumples 2 añitos para que sepas que en este tiempo… Tú has marcado los tiempos.. Tú escribes y reescribes la palabra felicidad cuando sonríes.. Tú sigues siendo el faro que ilumina mis días.. Pequeño Capitán.. 2 añitos desde que te sostuve entre mis brazos por primera vez. 2 añitos rescatándome a diario, con un beso, un abrazo, o una lagrima muda. 2 añitos caminando a mi lado, marcándome el camino. Pequeño Capitán.. Qué fácil resulta la vida cuando  Tú  eres el regalo. Felicidades mi enano… Te Quiero……      

Esta vez..

Esta vez voy hablarte sin mirarte a los ojos, desde el silencio del que no tiene nada que perder, y mucho que decirte.   Quizás te suene lejana mi voz.   Quizás te extrañe que mis pupilas no se reflejen en  Ti .   Quizás me hayas echado de menos estos días, agazapado en una sombra de la entrada de nuestra casa, como tantas veces hice, como tantas veces repetí.   Pero por ahora, es mejor así.   Guardando las distancias y las palabras.   Dejando el olvido en un arado de miradas.   Acallando latidos.   Esos que resuenan a  Ti  cuando -simplemente- te miro, como si fuese ese niño que siempre he querido ser y que se sabe protegido entre tus brazos infinitos de  Madre.   Tranquila, que siguen siendo tuyos, desde el primero hasta el último, porque se tejieron sobre mi piel con la aguja de tus suspiros aquel día que ambos nos dimos el si quiero.   ¿Recuerdas ese guiño?   Yo lo recuerdo y se me eriza la memoria, y salgo a correr descalzo por los adoquines del tiempo, y mi alma se sosiega en los