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Mostrando entradas de octubre, 2020

Por eso escribo..

            Escribo  porque es la única forma que tengo de ahuyentar a mis miedos. De salir airoso del tedio que aprisiona mis huellas. De mirar al horizonte con calma poética.   Escribo porque al escribir, siento la libertad corretear entre mis dedos, como cuando remojo mis pies en la orilla de cualquier mar o beso tu espalda mientras gimes mi nombre.   Escribo para dejar un legado. Para que conozcan los pasadizos de mi alma. Para que se sepa qué escondo detrás de mis silencios.   Escribo para que  mi hijo  sepa quien soy; algún día, cuando él resiga mis palabras, sabré que todo esfuerzo mereció la pena al verlo leer.     Escribo porque así hago las paces con el mundo y el mundo me deja vivir en paz.    Escribo porque es la forma que tengo de rezarle a  Dios . Cada vez que me enfrento a un romance o a una décima con sabor a cuaresma, ahí está Él,  prendío  a mis torpes ecos.    Escribo para aliviar mis cicatrices. Para masticar mis inquietudes. Para acunar la  Esperanza  de que un día

La Levitación..

  Que  Sevilla  tiene una pátina de historia en cada una de las revueltas de sus calles es tan evidente como que la luz de sol que la baña al mediodía sólo puede estar enjugada en la paleta de un Dios que hizo de ese rincón un lugar para quedarse a vivir a la hora del ángelus.   Todo el que la visita sabe que sostenerle la mirada es un duelo de silencios.   Todo aquel que ante  Ella  guarda silencio, sabe que tarde o temprano volverá a pisotear sus sombras.   Y esas sombras, y esos silencios, y esas miradas es lo que  Guillermo Sánchez  ha barnizado en este lienzo de libro llamado  “La Levitación”,  enseñándonos cómo era la vida en la Sevilla del siglo XVII.   Es una lectura reposada. Un aprendizaje continuo. Un sabor dulce el que se te queda en los labios cada vez que saboreas una conversación, asistes a una anécdota o revives las aventuras y desventuras que padecen sus protagonistas.   Si te adentras en sus paginas, atraviesas un zaguán del tiempo que está ahí, pespunteando cada rinc