Al igual que la música brota cuando las yemas de los dedos acarician las cuerdas de una guitarra…
Al igual que el amanecer se despierta tras la oscuridad de la noche…
O al igual que los recuerdos se quedan a vivir para siempre en un rinconcito del alma cuando alguien se nos fue…
Al igual que todo eso… en vosotros dos surgió el amor.
Sólo los dos sabéis de los adoquines que vuestro camino os tenía reservado, de los sinsabores que habéis tenido que beberos, de los esfuerzos que habéis tenido que llevar a cabo para que este momento llegara y quedara sellado bajo el trazo de una pequeña alianza, siendo uno del otro… mientras que el otro quiera ser del otro.
Era vuestro destino, escrito sobre el papel de vuestros primeros besos, de vuestras primeras caricias, de vuestros primeros encuentros…
Y sabemos que ha sido el mismo destino el encargado de escoger la hoja del calendario del día de hoy, dibujando sobre la espera guirnaldas de fiesta, para que vuestras miradas se engarcen a vuestra felicidad… y así no tengáis que deciros nada… puesto que todo está dicho ya.
Ese es el secreto de un amor correspondido.
Esa es la suerte de sentirse amado.
Ese es -desde este preciso momento-, el regalo que os ofrece Cupido.
Con el gesto de hoy, dais un paso más en vuestras vidas y con el no solo estáis gritando a los cuatro vientos que sois felices, sino que nos estáis haciendo felices a todos los que alguna vez que otra hemos disfrutado de vuestros vientos.
Y en especial, me estáis haciendo feliz a mi… que enmarcaré el día de hoy entre hilos de cariño y amistad; ojalá que el día que a mí me toque abrazarme a un sí quiero… os tenga muy cerquita de mis costuras.
Así que, con vuestro permiso, permitidme que os pida públicamente un solo deseo, un solo anhelo, un solo capricho:
amaros por encima de todas las cosas… y respetaos por encima de todo.
Y hacedlo…
En el sí de una mirada
en el pellizco de un beso
en el roce de las manos
en la locura del tiempo
en ese regalo de Dios
que nació de vuestros huesos
un atardece de julio
lleno de vida, travieso
rey de nuestros corazones
y del que me siento preso.
Hacedlo en cada palabra
cada noche, en cada gesto
al desnudar vuestros miedos
vuestras dudas, vuestros cuentos
sabiendo que si estáis juntos
valdrá la pena el esfuerzo
de luchar por esta historia
a pesar de los requiebros
escribiendo este cariño
-vuestro cariño-
sobre el borde de un te quiero.
NOTA: Hace unos años, unos amigos se daban el sí quiero y este fue mi pequeño regalo en forma de letras juntadas.
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