Cuando el corazón se me ahoga por culpa del día a día, suelo ir a tu capilla y buscarte, para desgranar poco a poco mi alma.
Cuando las hojas del calendario piden paso, esta alma solitaria busca refugio en tu camarín.
Cuando quiero darte las gracias por un nuevo día, abro la pequeña puerta de tu morada, y recorro la luz que describe tu mirada, esa que en silencio se clava en el costado herido de tu Hijo.
Cuando -como ser humano- pierdo el norte, te busco en la oscuridad de mis días, y es tu perfil el faro que ilumina mis noches.
Cuando la sonrisa abraza mi rostro, y la alegría zarandea a mi espíritu, corro entre bancos pacientes para darte las gracias.
Cuando mis pies persiguen las huellas que mi destino les susurra, atravieso tu plaza para que tu aliento sea mi protección.
Cuando escribo estas líneas, sueño con que algún día tendré fuerzas para decírtelas a la cara.
Cuando te busco en una fotografía, sé que siempre me ofrecerás la mejor versión de ti.
Cuando mi túnica propicia que mis sentimientos se desnuden, mi corazón estalla al saber que junto a Ti estoy recorriendo ese camino.
Cuando las lagrimas buscan aire a través de las mejillas, es tu infinita calma la que me sirve de pañuelo; pero, ¿hay pañuelo para las tuyas?
Cuando la luz de nuevo brilla en la capilla es porque alguien que durante un tiempo te ha dado de lado ha vuelto irremediablemente a ti; ese brillo es el reflejo de tu sonrisa.
Cuando oteo la desazón, es tu recuerdo quien me hace ser mas fuerte.
Cuando busco tiempo para ti, el tiempo se me escapa entre las yemas de los dedos, y cuando entre las yemas de los dedos no hay tiempo es porque tú me has encontrado.
Cuando hablo de Tí, la cara se me ilumina al saber que es de ti de quien estoy hablando.
Cierto
ResponderEliminar