En un cenáculo de izquierdos, esta tarde Judas
se volverá a traicionar por llevar en sus manos monedas de cuño romano y
reverso con olor a humanidad.
En
una barrio plateado por vecinos, de esos que se asoman entre abrazos a las
caobas de las dudas, La Mujer Verónica enjuagará sus
miedos en el Rostro moreno de un Dios para que éste vuelva a hacerse grande
entre plumas negras y rezos.
En
una calle Sol de adoquines y cenizas calladas, el Amor de una Madre volverá
a huir despavorido de una piel, de unas manos, de un corazón negro que late
entre tempestades y sacrificios sin tiempo a mirar atrás, con los ojos clavados
en el hueco necio de la nada.
En
un coso sin albero, el pueblo despojará de nuevo a Jesús a sabiendas de que Jesús
se refugiará eternamente en el silencio de ese albero para dejarse la
vida en un desquite de lenguas de fuego.
Y
en la zona Sur, un Cristo de medidas irracionales, de
sombras inmortales, de quimeras colosales,… se asomará por primera a las tapias
oficiosas de la fe con la boca sedienta de Sed y las cicatrices en los labios
para dibujar sobre la niña de sus ojos otras nubes, otros cierros y otros
horizontes sin nombre.
Lunes
Santo, Amparo donde la luz de
San Marcos desabrochará una vez más mis lágrimas de incienso..
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