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El clavo de Soledad..

 

Existe un clavo en la ciudad al que nos deberíamos de aferrar mucho más de lo que lo hacemos…

 

Lo sostiene Soledad, esa dulzura de nácar que no tuvo suficiente con ver cómo su Hijo expiraba por ti y por mí, sino que asumió para la eternidad la tortura de sostener esa daga entre sus entumecidos dedos.

 

A veces se lo retiran, pero cuentan los que la aman por La Victoria que ya no puede vivir alejado de él.

 

Porque en él Ella desboca cada una de sus penitas..

 

A él le reza. 

 

Con él maldice. 

 

A él le pregunta los interrogantes que pendulan por su mente.

 

Soledad no deja de ser una madre, y las madres son así. 

Sus vientres están preparados para todo, incluso para sostener el descabello con el que sus hijos abandonan este mundo.

 

Soledad lleva descabellada desde el primer indicio de Jesús, ese hijo al que amamantó, enseñó a andar, enseñó a hablar… y al que tuvo que ver cómo se lo mataban para convertirse, sempiternamente, en un refugio de pecadores.

 

El clavo de Soledad es el clavo al que nos aferramos sin darnos cuenta cuando la vida se tropieza en nuestros labios.

 

El clavo de Soledad es el zaguán donde la Esperanza bebe los vientos para seguir respirando.

 

El clavo de Soledad es la llave de la prisión de las demencias. Es el eco de los gritos sin voz. Es ese fuego que calcina los adentros de la piel.

 

En ese clavo viven todos los sustantivos del mundo.

 

Todos los disparates del mundo.

 

Todos los verbos sin conjugar del mundo.

 

A él lo rondan los vientos. Las nubes. Las lágrimas.

 

A él lo persiguen las sombras. Le reclaman las palabras.

 

A él lo buscan los que estuvieron en el Monte Calvario para afilarlo cuando la Luna de Nisán se apalanca por los calendarios. 

 

Pero Soledad lo protege… lo mima… lo cuida… porque en sus aristas aún conserva la sangre de su sangre, el aliento de sus alientos, la voz de sus latidos sin vida. 

 

El clavo de Soledad es lo único que le queda del escarnio descendido de su sí quiero…

 

El clavo de Soledad es un abrazo de muerte cuando la muerte te retuerce las entrañas.

 

El clavo de Soledad es una amargura que Soledad sólo quiere para Ella. Una demencia que sólo Ella quiere sentir. Un tormento que en Ellavive. En Ella anida. Por Ella respira.

 

Porque ese clavo respira, acompasando sus pulsos sobre los pulsos vertidos sin fuerza del pecho del corazón de Soledad

 

El clavo de Soledad

 

Ella y su clavo…

 

Que nadie se lo extirpe nunca, porque entonces Soledad se nos muere…


Fotografía: Martín Gómez






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