De repente todos los
telediarios llevan una semana hablando de ello; de repente todas las tertulias
radiofónicas rellenan sus espacios con su nombre; de repente todos los
periódicos escriben crónicas con esta nueva hazaña del pueblo;…
Y es que, sin previo
aviso y saltándose el guión, de repente sale a escena el nombre de Gamonal, que
resulta ser un barrio anclado en Burgos, y ya tenemos montada la primera
cortina de humo del año.
Hasta hace dos días
nadie sabía de su existencia, y mucho menos que hubiera un barrio con problemas
de bulevares y aparcamientos; de hecho, muchos no sabían ni que existía Burgos
como tal.
Pero existe, y sus
vecinos existen, cacerola en mano y piedra volando, y con sus protestas, sus
altercados y sus paralizaciones han conseguido una utopía democrática: esa que
dice que los gobernantes tienen que escuchar al pueblo y no solo cada cuatro
años.
Podemos estar de
acuerdo o no en sus fines y en sus medios, pero protestando y con pedradas han
conseguido que su Ayuntamiento les escuche, que es distinto a que les oiga.
Desde mi humilde
barrio, que también tiene problemas de aparcamiento y que nos sirve de
distracción a los vecinos para jugar al tetris cuando nos ponemos el pijama por
las noches, va mi aplauso más sincero y sonoro.
Incluso aplaudo al
propio alcalde, ese que durante unas cuantas horas se hizo el machote ibérico y
que luego rectificó para conservar su cargo y su silla.
Pero al que no aplaudo
es al que ha escrito sobre una pancarta eso que dice que “Gamonal somos todos”,
porque nuestro carácter sureño nos hace ser especiales y nosotros no tiramos
piedras al aire, sino que nos tomamos unas cuantas cervezas y dejamos que los
problemas se arreglen solos.
Desistid, anda, que si
no consiguió levantarnos Blas Infante… ¿lo vais a conseguir ustedes?
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