Hay amores que se escriben con la pasión del infinito, que se enmarcan en los besos eternos de la tarde, que sabes que al vivirlos corretean por el horizonte dibujado de los olvidos; y así es el amor que yo siento por Tí.
Sabes de sobra que soy un hombre enamorado de Tí desde mi primer latido, desde mi primera mirada, desde mi primera palabra.
Desde el primer abrazo, desde la primera de las albas, desde mi primera nana.
Desde que supe de Tí sin saber siquiera que ya existías en la comisura de mis labios.
Por eso, llevo unos días difíciles, taciturno, enrabiado; donde silencio mis lagrimas al verte así, triste, devastada, manoseada por los que dicen amarte y son los mismos que te han desdibujado desde la piel hasta la sonrisa.
Y es que no me cabe en mi cabeza humana lo que te han hecho Madre, cómo no han sido capaces de no cuidarte los que más dicen quererte, cómo el corazón no se les ha quedado helado al contemplarte y que ellos fueran los que lloraran todas las lágrimas que este simple mortal ha llorado por Tí.
Por eso, perdónanos porque el aire te ha rozado, porque la soberbia te ha rozado, porque los egos te han rozado.
Por eso, perdónanos porque aun sabiendo lo que te han hecho, unos cuantos han preferido cerrar la puerta, callar y seguir aferrados a sus varas de pecados.
Por eso, perdónanos por decirle al mundo lo que sentimos por nuestra Madre del cielo.
Pero… si Tu le perdonaste a Dios la muerte de tu hijo, ¿no nos vas a perdonar a nosotros que ta hayamos quitado tus patinas del tiempo?
Y aunque tengo esperanza en que vas a volver a brillar en la resolana de mis días, en que te vas a recuperar y en que vas a volver a reinar sobre los ecos de los tiempos, tengo una congoja en el pecho que sólo Tú puedes calmar.
Esperanza, mi vida no está en tu cara, ni en tu rostro, ni en tus párpados.
Ni en tus mantos, ni en tus joyas, ni en tus leyendas.
Ni en tus parras, ni en tus fajines, ni en tus esmeraldas.
Mi vida está en Tí, al completo, al vacío, porque ante Tí he llorado, he sonreído, y he rezado con el jipio que da el postrarse ante un arco iris de espumas de sosiegos.
Porque ante Tí he gritado y he dicho te quiero a los ojos más sinceros que me han sostenido la cintura.
Porque ante Tí me he desnudado y he sentido a la libertad deslizarse por mis murallas.
¿No voy a sufrir por Tí, Dios mio?
Pero sé que vas a volver…
Sé que vas a regresar…
Sé que un día, cuando el revuelo inconsciente del hombre menos se lo espere, vas a bajar de tu camarín y los ángeles volverán a ser los que tallen tus sombras.
Y cuando lo hagas, los relojes volverán a dar la hora dentro de mi corazón.
La luz volverá a escaparse por las ventanas.
Y los espejos volverán a reflejar lo que ahora silencian.
Tómate los días que quieras.
Que nadie ponga fecha a tu vuelta.
Vamos a hacer las cosas bien…
Y que en este destierro de Eva que estamos viviendo sin Tí, Tú vuelvas a poner rosas de oro sobre mis ventanas.
Aun me quedan muchas cosas que contarte mi vida.
Esperanza.
Macarena.
Te sigo amando porque he nacido para amarte.
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