Hace unos días le susurré a alguien que te hablara de mí; y como supongo que de sus labios esa plegaria no te ha llegado, hoy he ido a verte.
Antes de la hora del Ángelus. Apoyado en el hombro de un buen amigo. Mirándote sin poder mirarte. Rondándote la cintura para no despertarte. Evitando molestar lo menos posible, como siempre ha sucedido entre Tu y yo.
Pero… ¿sabes una cosa?
Necesito anclarme a Tu nombre..
Justo ahora que los vencejos del olvido van preparándose para un festejo de noches sin sonrisas de fondo.
Justo ahora que hay piedras en mi camino que son un grito de dolor, un espejo de mi cuerpo, una raya en el agua; ya no se que hacer para esquivarlas.
Justo ahora que la soledad es la dama que me espera a los pies de mi cama… para deshacerla al llegar la madrugada.
Necesito anclarme a Tu nombre Esperanza..
Y entrever lo bueno que hay en mí. Aquello que merece la pena. Lo que valgo. Lo que soy. Lo que aun me queda por dar.
Si te dijera que estoy rendido, te estaría confesándote mi verdad mas cruda.
Si te dijera que a Ti acudo con las manos vacías, es para no pedirte nada, para no llevarme nada, para no deberte nada.
Si te dijera que llevo esperándote toda la vida para que de la mano tracemos nuestra historia, estaría siendo sincero con el aire, con mis latidos, y con esas tardes en las que pasaba por tu azulejo, de regreso a casa siendo un niño… y aspiraba el aroma de tu mirada.
Necesito anclarme a Tu nombre..
Para salvarme de la quema.
Para anestesiar la culpa.
Para levantar cabeza.
Para poder seguir apretando los dientes.
Para que lo que me quede por vivir pueda llamarse vida.
Para sentir que detrás de mi firma, a un hombre que merece la pena.
Esperanza, hazme un hueco entre tus cosas… que ya va siendo hora de anclarme a Ti.
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