Viendo el panorama político que a día de hoy gobierna
España, y viendo que uno puede llegar a ser ministro de deportes, aunque no le
guste el deporte y lo critique, no nos queda otra que brindar por este ejecutivo
con ajo y agua.
Es
el juego democrático. Es la democracia hecha juego.
A
mí, personalmente, me da igual quien lleve la cartera de tal o cual Ministerio,
o si hay más mujeres que hombres en la foto populista de turno.
Llegados
a este punto, lo único que me interesa de los inquilinos de Moncloa es que
honren el cargo que les ha tocado en suerte, y que luchen por mi país.
Así,
les pediría que se sentaran de una puñetera vez con quien tengan que sentarse para
establecer un pacto por la educación que ponga fin a un sistema educativo de
chiste, y que dignifiquen y respalden la función diaria del docente; sin ellos,
este país sería más de pandereta de lo que es.
Que
pongan fin a los recortes en sanidad; es fácil, con que se den una vuelta por los
hospitales podrán ver con sus propios ojos el hacinamiento de las salas de
espera y la desesperación de enfermos, familiares y trabajadores.
Y
que se alineen al lado del pueblo, que lo escuchen, que lo defiendan y que lo
protejan de banqueros usureros, de políticos corruptos, de miembros de la Casa
Real que no tienen sangre azul…
He llegado para servir al pueblo, escriban esta frase con humildad en sus biografías de
Twitter. Para pronunciarla, no hace falta ni crucifijo ni Biblia. Solo hay que
sentirla y utilizar el sentido común.
Los
que conformamos esta realidad social -nosotros y ustedes-, merecemos la pena, así
que socórrannos, jalen de nuestra piel de toro para que podamos respirar y
salven a España de seguir siendo un país low cost.
Buena
suerte.
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