Al llegar la tarde, se rompió el azahar al ver al incienso besarle las mejillas.
Al llegar la tarde, el Sábado Santo llegó a Jerez para que la ciudad volviera a sonreír como sólo lo hace ella cuando la primavera le pide la venia.
Y fueron los cofrades de Guadalcacín los que arrancaron con su valentía la hoja del calendario de la espera, siendo una vez titanes con rumbo fijo y garantes de una fe que se desborda y que no entiende de lejanías cuando Dios quiere susurrar su evangelio entre nazarenos e izquierdos.
Lo de esta cofradía atravesando lo imposible es para sentirse orgulloso, es para acercarse a ellos por si en algún momento necesitan algo, es para darle las gracias una y mil veces por llegar con sus hechuras de gente sencilla a poner una pica de su esencia en el corazón mismo de nuestras fronteras.
El Señor de la Entrega conquistó una vez más al aire, a las sombras y a las miradas de la tarde, para que cuando llegara la noche se la robara a la luna y que ésta no tuviera mas remedio que alumbrar con sus nervios el caminar de su vuelta.
Me gusta cómo anda esta cofradía.
Me gusta el color de la túnica que tanto sabe de penitencia y devoción.
Me gusta el ejemplo que dan llegando, viendo y enamorando.
Y por poner un leve pero, que no es achacable a ellos… que feo está eso de que el pueblo mande callar al pueblo ante los sones de la marcha Eternidad… ainssssss si supiéramos guardar silencio cuando hay que guardarlos….
Y al llegar la noche, cerca de la Plazuela, la Esperanza se convirtió desde su paso de palio en faro de luz para que las huellas del Señor de Barbadillo se quedaran para siempre ahí, en ese cofrecito que tenemos los que sólo sabemos pedirle en silencio a la que todo lo puede.
Me guardo en una retina del recuerdo ver un paso de misterio rachear sueños por la calle Pañuelo de la Yedra, la calle que mejor nomenclatura tiene en la ciudad, y me quedo en mis adentros la ilusión dibujada en el iris de esos cofrades que tambien forman parte de esta semana de pasión en la que todo se paraliza para que hablemos de las cosas que de verdad importan.
Que pellizco sentí al verme reflejado en esos andares, en esa forma de bajar el paso, en esa forma de amar a Dios por encima de todas las cosas.
Seguid así, seguid ese camino marcado en vuestros corazones y seguid escribiendo vuestra historia sin torceros…
Cofrades… ¡qué bonito Sábado Santo hemos nos han regalado la Entrega y Barbadillo!
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