La vida es un regalo. Es un acorde de guitarra. Es una bola de cera desgastada por los años. La vida se puede resumir en una cuarteta de carnaval.
Y si esa cuarteta se escribe con el compás que ofrecen dos miradas que se quieren, se respetan, se aman.. el eco de ese carnaval retumbará por siempre en el teatro de los sueños.
Sueños cocinados entre fogones de risas, con el fuego bajito y lento, y un vino descorchado encima de la mesa esperando a ser compartido..
Sueños envueltos en torno a esos abrazos que alejan del frío y ahuyentan a los miedos, a la soledad, a las penitas que se cuelan sin previo aviso por las rendijas de la tarde..
Sueños que se tejen con el hilo de las palabras susurradas; que se acunan entre sábanas sudadas; que se alcanzan con esfuerzo, constancia y fe. Mucha fe.
Esa es la mirada que todos ansiamos perseguir bajo la lluvia o encontrar entre una turba adormecida de inciensos, y convertir cada uno de los besos que nos queden por robar en harapos de leyenda; esa es la mirada que yo veo cuando veo cómo se miran mis amigos Tomas y Desi.
Porque existe sinceridad entre ellos.
Porque la palabra complicidad se tatuó una vez sobre su piel con colores de sonrisas, y desde entonces ambos respiran como si fueran un solo cuerpo, una sola persona, una sola verdad.
Porque los dos se aman como sólo se aman dos almas que han nacido para amarse sin ningún por qué.
Espero que cada día, cuando se alce el telón de los suspiros, suspiréis por ser felices; os lo merecéis sin duda.
Gracias por hacerme un hueco a vuestro lado. Soy un hombre feliz porque vosotros lo sois.
Y recordad… “sois la manera que tiene el mundo de deciros lo bonita que es la vida...”
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