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Una mañana a tu lado...


La cita se escribe sin miramiento alguno en el calendario de la costumbre, justo antes de tacharse por si sola con el rotulador negro de lo vivido.

Ella, la que no ha dejado nunca de ser mi refugio, la que sostiene su pena -y mis penas-, sin alzar la voz, la que jamás ha dejado de sostener mis huesos de barro y mis arrugas cansadas, me volvió a esperar a esa hora en la que la mañana se desprende de las sábanas y las farolas se apagan para irse a dormir. 

No se la de años que llevo a su lado..

No se muy bien qué me mueve a guardar silencio cuando la nombro entre  gritos entumecidos por la rabia..

No se los reversos ni los anversos con los que desarma mis costuras cuando se posa ante mí su rúbrica de Madre..

Pero no lo puedo evitar, y me encuentre como me encontré… voy a su encuentro como las miradas se posan en los balcones de las esperas, aunque la espera no quiera asomarse nunca más a ese balcón.


Y enfundado en un traje de chaqueta, con una medalla carcomida por las primaveras, y los nervios correteando a su antojo por la niña de mis ojos, me planto delante de su sombría aura, y me dispongo a alumbrar su camino por la vereda de la luz que su nombre deshoja. 

Y al echar a caminar sin anonimato ni antifaz oscuro, las palomas que sobrevuelan su plaza aparcan su llanto para volar con las alas cerradas por ese rumor de estrellas que se pierde por los tiempos.

Y al desmadejarse las primeras gotas de cera, los turistas de los hoteles cercanos levantan las persianas y guardan asombros ante una estampa de dolor que desentierra lágrimas de quebrantos. 

Y al encalar la calle Sol, los vecinos que no pueden con su vida nos dan una lección de estraza al entonar un simple AveMaría a pecho descubierto, dando así esquinazo a las piedras que Dios va colocando en sus caminos.

Esa mañana se desvanece la regla de no girar la cabeza..

Esa mañana el rito sagrado de no hablar con nadie se queda a dormitar en un bolsillo del olvido..

Esa mañana, la Esperanza ahoga su desconsuelo en una visita que detiene el pulso no solo del cortejo, sino del aire con el que respira mi alma..

Mi alma…

Un alma que se volvió a tejer de suspiros encorsetados al regresar a casa, y al ver cómo Ella-siempre Ella- de nuevo me tendía la mano a pesar de amarla a contratiempo, a pesar de quererla a destiempo, a pesar de haberle jurado con mi sangre que perseguiría su rastro cada vez que la luna estuviera encendida.. 

Dejadme con la locura
de quererla a contramano
perdiendo así mi cordura

Angustias… 
una mañana a tu lado... y volvistes a desencajar las piezas de mi mundo..    

Angustias…
mi mundo se encaja por dentro y por fuera al son que marcan las cuentas de tus rosarios..

Angustias…
El instante equivocado que deje de ser Ti, dejaré de respirar y ya nada -creéme- tendrá sentido.. 



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