¡¡Hola!! Me llamo Jesús Espinosa González, y le he quitado a mi papá su portátil para escribir con mis deditos de recién nacido el artículo de esta semana.
Ya sé que soy aún muy pequeño y que acabo de llegar al mundo, pero como es de bien nacido ser agradecido, permítanme que desde estas líneas pueda daros las gracias.
En primer lugar, a todas las personas que asistieron a mi parto: gracias. Fue algo mágico sentirse arropado por un equipo de profesionales excepcionales y de una calidad humana inigualable; en especial a Paloma Mata, por estar cerquita de mamá y no dejarla sola ni un segundo.
A todas las personas que trabajan en la planta de maternidad: gracias. Vuestros corazones son la mejor envoltura para calmar nuestros primeros llantos y nuestros inesperados miedos.
A todas las personas que felicitaron a mis papis cuando vieron mi primera foto: gracias. Me consta que se sintieron desbordados ante tantas muestras de cariño, que sintieron el arropo y la cercanía de centenares de amigos y que se sienten felices al compartir con vosotros mi llegada.
A todas las personas que día tras día preguntan por mí: gracias. Sé que me queréis. Sé que estáis ahí. Sé que la vida a vuestro lado será más fácil. No os conozco a todos, pero soy de ustedes.
Gracias muy especiales a mi mamá, por llevarme durante nueve meses en su vientre, por darme la vida y por acompañarme hasta el último instante antes de que yo pueda acompañarla eternamente a ella. Jamás te dejaré sola mamá.
Y por último, gracias a mi papá. Nunca olvidaré tus primeras palabras, tus ojos empapados en lágrimas al cogerme entre tus brazos y ese trocito de pasodoble que me susurraste al oído. Doy fe que tenías las piernas temblorosas, y tranquilo, que vengo para salvarte.
Sin más… gracias de corazón.
Un besito.
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