A estas alturas sabes de
sobra que mi corazón tiñe mis venas de negro, de ese negro acuchillado por el
dolor y la muerte que cada mes de Septiembre se asoma por tu casa para rezarte
entre auroras y horquillas, y sabes de sobra que por entre mis arterias se
cuela ese tono rancio y añejo de un morado que pisotea adjetivos al regresar
por Cristina.
A estas alturas sabes de
sobra que nuestras miradas pocas veces se han topado en una callejuela o tras
un zaguán de la plazuela, ese rincón que esconde ofrendas entre arrugas y
llantos, salpicados éstos de sonrisas que se resguardan bajo delantales a
cuadros, y sabes de sobra, por que te lo he demostrado mil veces que me gusta
ir de frente, con mi verdad como ofrenda, y que no deseo, no ansío, no pretendo
parecerme a esos hijos tuyos que conjugan tu nombre en vano para evitar el ser
señalados por la calle.
A estas alturas sabes de
sobra lo que callo cuando hablo, lo que hablo cuando respiro, lo que respiro
cuando te veo, lo que veo cuando te extraño, lo que extraño cuando te olvido,
lo que olvido cuando te llamo.
Pero aun así, sabes de sobra
que fui a buscarte hace unos días, sin aspavientos, sin remordimientos. Con la
cabeza alta y las espaldas cubiertas entre hilvanes de resignación para aceptar
que no quisieras verme allí, para asumir que de allí sobraba, para entender que
aquel no era mi sitio.
Y lo hice porque no creo en
esas leyendas que cuentan de Tí algunos mortales, cuando no saben cómo explicar
lo que provocas en sus pieles; lo hice porque quería ver la cara que ponías
cuando volvieras a mirarle al de las manos atadas, cuando la historia os separó
sin miramientos; lo hice porque no me gustaba la idea de ver un cuadro pintado
con colores prestados bajo palabras sin eco.
Por eso lo hice, por eso y
por que ante tus plantas, en un momento en el que el compás de los pulsos calmó
al aire y las petaladas nos dieron una tregua, pude mirarte a la cara, esa de
la que tantas veces rehuí, esa a la que tantas veces esquivé, esa que nunca he
aceptado en mis oraciones.
Y cuando te vi, solo pude
silabear que me perdonaras, solo pude entonar un " mea culpa ", y éste salió de mi garganta apagado, sin fuerzas,
arrastrándose, sintiéndose culpable por
algo de lo que no soy dueño, por algo de lo que quisiera pero no puedo, por
algo que me hace perder toda esperanza.
Por que no es fácil vivir
así, y tu lo sabes, con esta pena que me araña el alma, con esta tristeza que
destroza mis pisadas, con esta fe que se derrumba con cada nueva guantada.
Por eso lo hice, por eso fui
a buscarte, para anclarme a tu nombre, para en tu nombre resguardarme, para
llenar mis bolsillos de ese pellizco que necesito para encontrar de nuevo mi
camino, ese que he perdido entre sombras y silencios.
Por eso lo hice, por eso fui
a buscarte, para pedirte, sin alzar la voz, para reclamarte, de puntillas, como
de pasada, que de mí, cuando estuvieras en tu camarín, una mañana de estas te
acordaras.
Y por eso lo hice, por eso
fui a buscarte, para que al desnudar mis sentimientos, éstos te contaran que no
es fácil estar toda una vida esquivando los quiebros de tu mirada.
Por eso fui...
Cuantas veces vamos por "algo", a veces ni nosotros mismos sabemos el porque muchas de ellas, pero lo importante es ir, yo tambien fuí.
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