Tengo un desván en algún
lugar de mi alma donde voy acumulando los retazos, las vivencias, las quimeras;
los desencuentros, las amistades, las lágrimas,… Los ato con fuerza a hilos de
nostalgias, los envuelvo entre papeles tintados, los ordeno de menor a mayor, y
de tarde en tarde suelo abrirlos, acariciarlos a escondidas, cogerlos de la
mano y pasear junto a ellos por senderos de silencios.
Los tengo siempre presentes.
Son las huellas olvidadas del ayer donde encuentro las pisadas del hombre que
camina hoy entre sueños encaprichados. Recuerdos que crecen entorno a unas sombras
que como raíces, hacen que mis pies sigan anclados a una tierra que cada noche
me devuelve a la realidad de mis días.
Siempre digo que el que
quiera conocerme sólo tiene que rebuscar entre los espejos encalados de mis
palabras o buscarme entre las palabras que encalaron mis espejos. En ellas se
esconden mis recuerdos.
Y hoy, 24 de mayo, las
palabras que coquetean ante esos espejos me devuelven los sonidos de aquel patio
de colegio salesiano del Oratorio, salpicado
de canastas anaranjadas, en cuya fuente nos aglomerábamos los niños en los
recreos antes de que sonara el timbre para volver a clase; en ese patio hacíamos
“boquetes” a ras de las aceras para jugar
a los bolindres, echábamos unos futbolines y cada clase tenia una tarima de
madera para llegar a la pizarra, un lugar determinado para colocarse en los
bancos de la Iglesia
y un balón remarcado con tinta azul para que no se nos perdiera.
Hoy, 24 de mayo, cierro los
ojos y veo ese panel de corcho donde los termómetros del Domund decoraban nuestras ilusiones de quedar los primeros algún
año, escucho el siseo de las banderas que nos decían el recorrido a seguir
cuando disputábamos “la Marathon ” por los alrededores de esos muros al
llegar el mes de enero y canturreo unas sevillanas cada vez que cojo una flor
entre mis dedos y con todo mi cariño la acerco hasta mi corazón.
Hoy, 24 de mayo, la luz volverá
a acariciar los suspiros de miles de salesianos; las plantas volverán a
rendirse ante la dueña de los pulsos; el aroma de su mirada se hará presente en
las calles; la algarabía ondeará en el horizonte banderas teñidas de sonrisas;
las campanas voltearán entre abrazos ansiados; las atalayas de los años se fundirán
entre arenas de impaciencias, y el orgullo de nuestro pasado brotará en cada
gota de sangre que circule por nuestros cuerpos.
Hoy, 24 de mayo, es uno de
esos días en los que uno se descubre tal como es, pues las mascaras y las
aristas de nuestras costuras se caen por si solas cuando la que LO HA HECHO
TODO vuelve al encuentro de nuestros pasos.
Hoy es 24 de mayo. Sobran las
palabras. El tiempo se detiene. Los latidos se aceleran. Los recuerdos se
descubren, y en un rincón de mi ciudad -allá donde confluyen los cuatro caminos-,
Ella de nuevo volverá a sonreír desde un balcón salesiano.
Alberto, me imagino que un día muy especial. La publicación preciosa , y sobre todo con sus mayúsculas y minúsculas. Un abrazo
ResponderEliminarDesde que esta mañana a eso de las 7,3, empezaron los cohetes en la Basílica de la Trinidad (Santuario), se me han agolpado infinidad de recuerdos desde que era pequeña, hasta que justo hace 2o años, mi hijo hizo su 1ª Comunión ante Ella en este hermoso día.
ResponderEliminarMuchas felicidades y termina de disfrutarlo.