
La tarde se despertó de su siesta triste, había soñado que no podía ser, que este año no podías pasearte por los alrededores de tu colegio para abrazar los corazones de tus niños entre las cuentas de tu rosario; y no se equivocó.
Aun así, el tiempo nos dio una efímera tregua, y nos regaló unos rayitos de luz que se reflejaban en los mofletes de tu Hijo. Y ante las puertas del templo se presenció cómo la Madre de Dios nos susurraba a los oídos que Ella es el faro que alumbrará hasta buen puerto los navíos de nuestras vidas, cuando los temporales se crucen en nuestros caminos.
Pero al llegar a la calle Latorre, la Luna lloró. Ella tendrá sus motivos, aunque las estrellas que más tarde se atrevieron a salir comentaban que no pudo aguantarse más, y soltó sus lagrimas porque
Tu belleza eclipsaba, por una noche, la suya.
Pero aunque la Luna llorara , tenías a 40 corazones fajados entre sudores que no te dejaron sola, y cuanto más fuerte golpeaban las gotas sobre los noche, ya rota, más se abrazaban ellos a sus ilusiones.
A esa cuadrilla que cada año logra que podamos vivir el sueño de pasearte de la mano, y de poder acunar a tu niño, entre pétalos de oración, gracias por el esfuerzo.
Y las lagrimas que se nos escaparon, algún día las recogerá la Luna.
Aun así, el tiempo nos dio una efímera tregua, y nos regaló unos rayitos de luz que se reflejaban en los mofletes de tu Hijo. Y ante las puertas del templo se presenció cómo la Madre de Dios nos susurraba a los oídos que Ella es el faro que alumbrará hasta buen puerto los navíos de nuestras vidas, cuando los temporales se crucen en nuestros caminos.
Pero al llegar a la calle Latorre, la Luna lloró. Ella tendrá sus motivos, aunque las estrellas que más tarde se atrevieron a salir comentaban que no pudo aguantarse más, y soltó sus lagrimas porque
Tu belleza eclipsaba, por una noche, la suya.
Pero aunque la Luna llorara , tenías a 40 corazones fajados entre sudores que no te dejaron sola, y cuanto más fuerte golpeaban las gotas sobre los noche, ya rota, más se abrazaban ellos a sus ilusiones.
A esa cuadrilla que cada año logra que podamos vivir el sueño de pasearte de la mano, y de poder acunar a tu niño, entre pétalos de oración, gracias por el esfuerzo.
Y las lagrimas que se nos escaparon, algún día las recogerá la Luna.
P.D.: artículo publicado en Diario de Jerez y Jerez Información el 9 de Octubre de 2004.
Comentarios
Publicar un comentario