El mes de julio alberga en sus costuras una mirada sonrojada que no abrasa, ni quema, ni morenea la piel, … sino que más bien calma con una brisa de mar la inquietud afónica de nuestras tempestades.
Su dueña caligrafía su nombre sobre la orilla de nuestras lejanas playas como Carmen, y todos alguna vez la hemos visto pasar sin hacer ruido entre los aledaños de nuestros rezos.
Sabemos de Ella todo lo que Ella quiere que sepamos, sin caer en la cuenta que, tras esos ojos se esconden los desgarros de una madre que calla, que musita abrazos, que eternamente espera que vayamos a verla al tornear la misma esquina de siempre, esa que cada uno de nosotros lleva guardada como una promesa de aceite en algún andén deshabitado de los silencios.
Cuando Ella baja de su camarín de ángeles para clavarnos sus pupilas en el fondo latente de esos latidos sin eco que los años va tachando del calendario de nuestras vidas, nosotros sólo podemos agachar los suspiros, bisbisear su sombra y acariciar los tirabuzones de su pelo como ese niño que juega a contar olas con la inocencia desnuda de sus dedos.
Si tienes la suerte de ir a su encuentro, piérdete en ellos… en esos ojos que son dos faros que anidan el mundo en una jaula de vientos, y serena tus palabras, deja en libertad los quejíos mudos de tus lagrimas, y siéntete un ser afortunado sobre el umbral de la tierra porque Ella está ante ti para que tu simplemente la veas.
En osos ojos se puede escribir el inicio de un cuento de hadas..
En osos ojos se cosen las estelas de arena de los cristales del tiempo..
En osos ojos el sol nunca se pone porque es en ellos donde se acuna su luz..
Así que, si me permites un consejo a media voz, ve a buscarlos. Cachéalos entre el gentío. Persíguelos como si fuese el vuelo lento de una mariposa… y deja apuntado en algún renglón de tus huesos qué sentiste cuando te encontraste frente a frente con esos ojos suyos..
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