Conservo
en una de las estanterías de mi casa una caja de zapatos donde suelo acumular recuerdos,
fotografías, miradas,… huellas al fin y al cabo por donde mi voz en algún momento
clavó sus talones y donde algunas lágrimas aún esperan ser enjugadas para que
el viento las seque.
Es una simple caja
de cartón, de esas que el tiempo modela con sus yemas en forma de humedad y a
donde me gusta acudir cada vez que miro hacia atrás y la niebla me impide ver
cuál es mi destino.
Y quizás el
destino, ese que a veces maneja sus hilos al antojo de otros, haya tenido la
culpa de que hace unas horas haya vuelto a abrirla.
Necesitaba
aspirar ese olor a rancio, absorber esas arrugas que han hecho de mí el hombre
que hoy soy, inhalar ese aire que aún conservan los sueños cuando sus reflejos
siguen envueltos entre papeles de celofán y nostalgias, y pasear, vagar, caminar
de puntillas por esos trazos perfilados al caer los años y verle la cara a esa
vieja aspiración que en su día tuve de ser periodista.
Surgió como un
amor adolescente. Nos podía la pasión y nos devorábamos en cada clase, en cada
tutoría, en cada examen que aquel año tuve para que alguna primavera lejana ella
y yo pudiéramos dormir juntos en la
misma cama, taparnos con la misma sábana y ser la última mirada que la luna viera
al marcharse de cielos que no le pertenecían.
Pero la espera
nos fue minando a los dos. La desilusión de aquella nota de corte rompió en mil
pedazos esa cuerda que nos unía en silencio, y aunque la he perseguido, buscado
y ansiado, jamás he disfrutado de una oportunidad, quizás por carecer de
padrino, quizás porque mi apellido no tiene solera o quizás porque valoro más
mi libertad que el tener que someterme al yugo de los favores.
Hasta que hace
uno días…
Unos osados pensaron
en mí para que sostuviera entre mis brazos un micrófono y contara –os contara-
lo que iba viendo, lo que iba escuchando, lo que iba sucediendo entorno a mí alrededor
de un certamen de coplas que durante una semana me ha devuelto la sonrisa, me
ha hecho sentirme el periodista que en su día quise ser y ha hecho que sosiegue
mis pulsos para seguir viviendo la vida que me ha tocado vivir.
No sé cómo se
puede agradecer con palabras ese soplo de vida que a este jerezano le habéis
insuflado cuando más lo necesitaba.
Al grupo humano
que se escondía tras la realización y las cámaras, gracias; a vuestros familiares que me han acogido en vuestras
meriendas, gracias; a ese “jefe” del que tanto quiero aprender para que mi fe
no tambalee, gracias; a Pedro y a “Riverita” por compartir horas y comentarios
siempre con alguna que otra sorpresita en sus labios, gracias.
Y sobre todo, GRACIAS
Javi, mi compañero y mi amigo Pastor, porque has hecho sin darte cuenta que cada
vez que vuelva a cerrar esa caja ese ansiado recuerdo tenga al fin el lugar que
le corresponde.
Ni te imaginas lo que tenemos en común. Yo tampoco entré en periodismo pero... un día alguien confió en mí y me pasé ocho años detrás de un micrófono.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte y que esta experiencia se repita.
Y también tengo una caja, con cosas tan absurdas como un sugus petrificado que lleva ahí más de treinta años, que sólo significa algo para mí.
Feliz viernes, compañero.
Hermoso, dos veces hermoso, eres muy especial escribiendo, eso me hace pensar que eres un buen comunicador. Todos tenemos una caja de recuerdos, algunos tristes y otros felices, pero es nuestra vida...saludos y suerte ..
ResponderEliminarMe alegro mucho, Alberto. En la primera exposición oral que me regalaste, aya por al año 2006, ya se intuía un magnífico comunicador. Disfruta de este nuevo estado que la vida te ha brindado.
ResponderEliminarFelicidades por haber hecho posible esa ilusión que un día tuvistes, me alegro de ello, seguro que has podido cubrie las expectativas de quienes han confiado en ti, lo estas demostrando cada vez que nos regalas estos sueñosm y tambien tengo esa pequeña caja con cosas que en algún momento significaron mucho y a pesar de los más de 40 años, ahí estan. GRACIAS.
ResponderEliminarLos sueños a veces se hacen realidad y por eso seguimos viviendo con la esperanza de que un día llegará la oportunidad. Mucha suerte.
ResponderEliminarMa ha gustado mucho tu artículo.
Feliz fin de semana.
Gracias en primer lugar por regalarme este artículo que, en el poco tiempo que me deja el cole (hoy precisamente a mis chavales en tutoría les he animado a que se atrevan a soñar)y mi libro con sus presentaciones o alguna que otra charla sobre TDAH, he leído con verdadera ilusión y cariño.
ResponderEliminarTe diré que no me ha gustado, me ha encantado. Me gusta tu forma de escribir y me recuerda mucho a la mía. Y por si fuera poco, además de escribir, también hice radio durante unos cuatro años y pico y ese gusanillo de las ondas vive en mí. Únicamente consigo calmarlo cuando me hacen alguna entrevista por temas de TDAH en radio e incluso en la tele, pero ese mundo no tiene el encanto del micrófono de la radio, ante la pecera, los contertulios y demás.
Bueno Alberto, veo que como con algunas de las personas que han comentado este precioso artículo, coincidimos en muchas cosas. Sigue así, estaré encantado de recibir tus escritos.
No sé en algún momento has visto pasar algún mensaje en twitter con mi blog. Te gustará, especialmente el último artículo del viernes pasado. Te invito a visitar ¡¡¡Cuidado con la tarima!!!
http://fcojavierlozano.blogspot.com.es/
Muchisimas felicidades por conseguir tu sueño. Espero que esa caja siempre contenga todos esos buenos recuerdos y que en ella estemos aunque solo sea en un rinconcito.
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