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Mi Navidad

  Desde siempre, mi Navidad comienza cuando el árbol de mi vecina ilumina la calle donde aprendí a caminar. Es justo ahí, en ese momento cuando los recuerdos sacuden lo que soy, y me doy cuenta de que al barrio la faltan saludos, y a mí me faltan abrazos. Pero la vida sigue. A su manera. A su antojo. Escribiendo con tiza de colores sobre dos rayas lo que a ella y solo a ella le sale de su alma. Y ahora ella nos dice que nos toca ser feliz; o al menos parecerlo. Toca sonreír aunque tengas el pecho abierto. Y toca buscar cobijo en torno a coplas de nana y panderetas sueltas. Y entonces es cuando me pongo frente por frente a la vida y le digo que para mí, la Navidad es un refugio de mí mismo.  Es mirar al cielo y echar de menos demasiados ojos. Es releer un camino que quiera o no quiera, me ha traído hasta aquí. Nadie es perfecto; y a estas alturas de mi vida sólo pretendo que al respirar por las noches, mis sábanas me permitan conciliar un par de rezos. Quizás algún día vuelva ...

Has vuelto...

  Y lo has hecho cuando el frío del invierno se iba acomodando en los pasillos de la ausencia.   Y lo has hecho cuando las luces de la Navidad van preparando tu parto, el parto de la azucena.   Y lo has hecho cuando ya no quedaban pétalos que deshojar, y las estampas de las carteras se estaban desgastando de tanto manosearlas.   Hace unas horas que has bajado del cielo, donde las manos de unos ángeles te han devuelto el misterio de tu sonrisa… y créeme que la vida… la vida ha vuelto a sonreír.   Porque sin  Ti , nada es lo mismo, nada es igual, todo duele, nada nos calma.   Porque contigo, el sendero a seguir sigue siendo una resolana de ladrillos y balcones verdes.   Y las  murallas , el  Arco , la calle  Parras  y todos los corazones que alguna vez se han cruzado con tus ojos, han vuelto hoy a suspirar.   Macarena , has vuelto proclamando tu pureza para que ningún arrabal se quede sin tus latidos.   Macarena , has v...

EL CARNAVAL

  Resuenan papelillos y cuplés  las voces se calientan con calditos  el Teatro sonríe, muy bajito  Febrero se desviste por los pies. El Dios Momo maquilla descortés  los latidos de autores exquisitos  octavillas suspiran los escritos  y el público aplaude por doquier. Los segundas envuelven las cuartetas  a La Viña la quieren sin piedad  viñeros y nacidos tras las Puertas. Un romance por toda la ciudad  se queda a cantar por las casaspuertas…  en Cádiz siempre vive El Carnaval.

La espera…

  Cuentan que los relojes de la ciudad, al dar las doce de la noche, giran sus manecillas hacia el Arco en busca de la Esperanza. Aún no está. Aún no ha regresado. Aún se la espera. Pero esas manecillas, que no entienden nada de lo que ha pasado, ya caminan desesperadas porque su dueña, la única que reina más allá de sus cristales, anda supurando cicatrices y barnices. Y cuando ellas miran al camarín, no la encuentran. Cuando se alejan de aquel rincón de Gloria, no sonríen. Cuando alguien va a buscarla, no saben qué decirle. Y a las manecillas, y a los que necesitamos de la Esperanza, esta espera se nos está haciendo larga, eterna, duradera. Nos esta costando respirar. No sabemos a quien contarle nuestras cosas. Nos sentimos huérfanos de rezos y miradas. Y es que la Esperanza es el latido más grande que tenemos en nuestro día. Es el calor que en estos días de frío nos calienta el alma. Es la lucecita que siempre vemos cuando cerramos los ojos. Que vuelva cuando tenga que volver, y ...

A solas

  Llevo un tiempo haciendo las cosas a solas, tal y como me recomendaron. Salgo a pasear a solas. Cojo la bicicleta a solas. Respiro a solas. Es lo que necesito a día de hoy. Es lo que me hace supurar las heridas. Es lo que me ayuda a entenderme. Me he ido poco a poco apartando del mundo y nadie me echa de menos. Asumo que es lo que toca vivir en estos momentos y la soledad no duele; si acaso araña. Pero el precio a pagar a veces es demasiado alto, y se van quedando besos por dar sobre la esquina de mi cama. Me quedan mis libros. Mis carnavales. Mis sueños de poeta. Me queda perdonarme y apretar las enaguas del alma al diapasón de los latidos. Me queda vivir sin mirar atrás con remordimiento. Si me ves, fíjate en mis ojos que poco a poco están volviendo a sonreír.  Si me quieres, dímelo de vez en cuando; es bonito que alguien te diga “te quiero” mirándote al corazón. Si ves luz encendida, pasa, que siempre hay sitio para tomarnos una cerveza. No creo que vuelva a ser el que fu...

El brillo de tu luz

  Aquella noche, la luna se enredó en mis sueños y, sin decirle nada, comenzó a pintar estrellas en mi azotea. Tenía el trazo fácil, pinceles de espuma entre sus dedos y, con la sonrisa en los labios, la dibujó a ella, tal cual la sueño, tal cual la pienso. Y lo hizo con una piel que nunca he besado. Con unos ojos que nunca se han perdido en los míos. Y vestida como me gustaría desvestirla. La luna abocetó en una noche de suspiros el nombre que de vez en cuando silabeo a escondidas. Y al mirarme, supo que mis latidos aun sueñan con tomarla de la cintura y perderme en la playa de su boca, entre el calor de sus gemidos y el silencio de sus miedos. La luna la dibujó tal cual la veo, tal cual la imagino, tal cual la siento. No hizo falta indicarle nada. Y como la luna me conoce, le perfiló los bordes con un rojo carmín, con un verde esperanza y con un azul cielo que, al mezclarse en el aguaje de sus andares, le darían la fuerza y las ganas de comerse el mundo si ella se lo propone...