Creo recordar que el reloj de la pared correteaba por los escalones de las dos de la madrugada. Hacía frío y humedad. Y las farolas de la calle andaban tiritando entre escalofríos. Me había desvelado, como tantas otras veces, y tenía un mensaje en el wasap: “ te echo de menos ”. Lo releí cien veces. Vi la hora y hacía diez minutos que lo escribió. En ese momento, el corazón comenzó a crecerse y el pecho empezó a desvocarse con fuerza. No me lo pensé y contesté antes de meterme de nuevo en la cama: “ dime dónde estas y voy a buscarte ”. A los dos minutos golpearon a la puerta de la entrada. Me acerqué con los nervios en las manos. Era ella. Abrí nervioso. Queriendo abrazarla. Y al verla ahí, frente a mí, nos miramos con tanta pasión que el alma se desnudó, las miradas pasaron de los ojos a la boca, y cuando ambos pausamos los suspiros, nos besamos. Con fuerza. Con deseo. Con ese destrozo sobre la piel que solo se resana gracias a la saliva. Y de nuevo coloq...
Persiguiendo un Sueño..