La Madre  de   Dios  albergó en su vientre a la luz del mundo para que el mundo tuviera un faro que lo iluminara. Y ese faro alumbra las oscuridades más duras y los pasadizos más fríos de nuestras primaveras cuando éstas se consumen tras las puertas de un hospital. Es ahí cuando te das cuenta de lo vulnerable que somos, y miras al cielo y silabeas rezos con la garganta ensangrentada en dudas. Nadie está libre de ese miedo que atraviesa tu piel cuando tu vida ya no depende de ti. Nadie quiere estar ahí cuando el destino juega con tus latidos a los dados. Pero entonces, cuando la luna empieza a mostrarte su otra cara, surge Ella , la Madre de Dios , la Esperanza  del mundo que, con su mirada y sus silencios, te aflojan la soga, te secan las lágrimas, te ahuyentan a la soledad. Esa Esperanza  es la que a su manera vive en tí sin que tu lo sepas, y suspira a tu lado, te ve crecer, te ve reír, … y guarda entre algodones un cielo de besos y de abrazos que llevan tu nombre y el suy...
Persiguiendo un Sueño..