Decía el poeta que el caminante hacía camino al andar, y nosotros los cofrades nos hacemos creyentes al perseguir a Dios por las calles. Todos alguna vez nos hemos detenido en alguna costura de la ciudad y hemos cerrado los ojos, rememorando un Martes Santo por calle Justicia, un Viernes Santo por la calle de la Sangre o hemos vuelto a pisar ese rincón donde los olvidos resucitan al compás de las preocupaciones. Las calles guardan el aroma de lo efímero… Están ahí para soportar y soportarnos… No dicen nada, y al releer sus rótulos nos lo dicen todo. Las calles habitan entre nuestros recuerdos como aquella vieja caja de zapatos con estampitas que acuna toda una vida… Las calles serpentean los sueños de las huellas cuando las huellas serpentean por ellas. Tornería, Pozuelo, Latorre… Carpintería, Higueras, Bizcocheros… Ancha, Guadalete, Merced… Ponce, Letrados, San Miguel, Calle...