Ir al contenido principal

Entradas

Convivir con mi sombra

Camino estos días por la vida sin rumbo fijo; será que de nuevo me he vuelto a encontrar, y de nuevo me he vuelto a dar asco. ¿Quién soy? ¿Quién pretendo ser? ¿Quién he sido? No me reconozco. Me miro en cualquier espejo y soy incapaz de saber quien soy. ¿Qué me está pasando? ¿En qué me he convertido? Creo que sólo Dios lo sabe. Pero el problema es, ¿lo sabré yo? De nuevo estoy perdido, y de nuevo estoy haciendo daño a gente que sé que me quiere, pero no se que me está pasando, no se por qué me escondo en un silencio que cada vez es mas grande que mi propia vida. He llegado de nuevo al punto de pensar que mi vida no merece la pena: ¿serán palabras que el viento arrastrará o será de nuevo la realidad que me rodea? No tengo ni idea. Pero es difícil convivir con mi sombra, es difícil vivir con alguien tan inestable como yo, con alguien que de nuevo se encuentra perdido. ¿Alguien podrá ayudarme a encontrar mi camino? ¿O al menos un camino que yo pueda recorrer sin tener que mirar constantem...

Quisiera

Quisiera no haberte conocido,  para no tener que despedirme de ti;   Quisiera no haberte mirado,  para no tener que buscarte entre la multitud;  Quisiera no haberte besado,  para que mis labios no me susurren tu nombre en mis oídos;   Quisiera no haberte amado,  para que no cayeras en mi olvido;   Quisiera no haberme enamorado,  pero fui frágil;   Quisiera no haberte perdido,  para no tener que maldecirme;   Quisiera no haberte recordado,  para que el daño fuera efímero;   Quisiera estar solo,  pero tu sombra es demasiada alargada;   Quisiera no haberte querido,  pero se esfumaría la única razón de tu existencia;  Quisiera no tener tiempo,  para no hacerme más daño;   Quisiera tener alma,  pero me la robaste;   Quisiera,... 13.marzo.2005

El azulejo de Santiago.

Sería la otra mañana; esperando el semáforo en la calle Ancha, detuve mi vista en la iglesia de Santiago, y aún no me podía creer que estuviera cerrada, que se estuviera cayendo por nuestra dejadez, por nuestro egoísmo..., y concluí que es cierto aquello que se dice de que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, en este caso, cuando se nos cae. Vagando estos pensamientos por mi cabeza, mi coche se paró justo a la altura del azulejo del “Prendi”, aprovechando ese fugaz momento para santiguarme, y para guiñarle un ojo al recodarle que siga velando por mi hermana pequeña. Como el tiempo de espera comenzaba a alargarse, y como seguía parado en el mismo sitio, me fijé en las flores que cuelgan de este azulejo, que se multiplican por día, y no entendí cómo seguían allí colgadas, si el “Prendi” ya no estaba en su Iglesia. Pero anoche caí en la cuenta, y desde estas líneas quiero pedir perdón, por que al pasar de nuevo por Santiago, entendí – me lo susurró el viento, y lo corroboró ...

Y la luna lloró.

La tarde se despertó de su siesta triste, había soñado que no podía ser, que este año no podías pasearte por los alrededores de tu colegio para abrazar los corazones de tus niños entre las cuentas de tu rosario; y no se equivocó. Aun así, el tiempo nos dio una efímera tregua, y nos regaló unos rayitos de luz que se reflejaban en los mofletes de tu Hijo. Y ante las puertas del templo se presenció cómo la Madre de Dios nos susurraba a los oídos que Ella es el faro que alumbrará hasta buen puerto los navíos de nuestras vidas, cuando los temporales se crucen en nuestros caminos. Pero al llegar a la calle Latorre, la Luna lloró. Ella tendrá sus motivos, aunque las estrellas que más tarde se atrevieron a salir comentaban que no pudo aguantarse más, y soltó sus lagrimas porque Tu belleza eclipsaba, por una noche, la suya. Pero aunque la Luna llorara , tenías a 40 corazones fajados entre sudores que no te dejaron sola, y cuanto más fuerte golpeaban las gotas sobre los noche, ya rota, más se ab...

No puedo seguir así

He silenciado mi voz, pero no he podido silenciar a mi alma; he callado por un tiempo, pero es el mismo tiempo el que me pide que hable; he intentado que tu ausencia no me afectara, y me ha afectado más de lo que yo creía. Por que desde hace muchos años, tengo la certeza de que soy de ti, y es a ti a quien extraño por los recovecos de mis días. Porque el seguir caminando sin la compañía de tu sombra hace que mis huellas se muestren nerviosas cuando creo que piso tierra firme. Porque he ido a buscarte a tu capilla, y no es la misma sin ti. Porque me he sentado en esos bancos y, al mirar al frente, no te he encontrado. Porque se que te encuentras a unos metros de mí, pero se me hacen tan distantes. Porque he querido llamar a la puerta y verte, pero ya sabes, soy un simple hombre. Y aun así, tengo que entender que es por tu bien, que debo de tener paciencia, y que muy pronto volverás –reluciente- a tu camarín-, pero al pasar por las Angustias, aparece un pellizco en el corazón, que no me ...

La última llamada.

El entrenador de Rafa lo mandó a llamar. Éste llevaba veinte minutos calentando en la banda. El partido iba empate a cero, y el equipo necesitaba un revulsivo. ¿Lo sería él? Cuando llegó a la altura del mister, éste escucho atentamente las indicaciones, ajustándose la camisa y las calzonas. - Esta tarde todo va a salir bien. Antes de saltar al campo, piensa en todo lo que has sufrido y luchado este año. Hazme caso y disfruta, que te lo mereces – le dijo, dándole un fuerte abrazo a modo de bienvenida. ¡Y vaya si Rafa le hizo caso a su entrenador! Después de estar alejado mas de un año de los terrenos de juego, por culpa de una inoportuna lesión de rodilla, saltó al campo y disfrutó. Corrió detrás de cada balón como si la vida le fuera en ello, presionó, gritó, animó, regateó... e hizo lo que siempre se le dio bien hacer: marcar goles. Y por partida doble nada menos. Aunque uno de los goles lo marcó en un clarísimo fuera de juego no marcado por el asistente. Cuando el árbitro pitó el fin...

MI PRIMER CAMPAMENTO CON EL BEATERIO.

Reconozco que no me gusta que me tengan localizado; me da pavor el hecho de que me llamen una y otra vez, perdiendo la poca libertad que nos queda al ser humano, pero una de las llamadas que contesté con mas alegría fue la de Sor Ana, pidiéndome que fuera de monitor al Campamento de este año. Llevaba esperando ese ofrecimiento mucho tiempo; recuerdo que la única vez que me pidieron que fuera, yo estaba cruzando el Parque Mª Luisa de Sevilla camino de la estación; y de eso hace ya bastante tiempo. En aquella ocasión tuve que decir que no. Pero esta vez el sí retumbó en toda la casa. En un principio me daba miedo el ir. No por los niños, a los cuales los conocía a todos, sino mas bien por mi mismo, por el hecho de tener que convivir y compartir con personas a las que sólo conocía de vista, y en muchos casos, sólo de oídas. Pero el destino a veces se presenta con ganas de sorprender, y me tenía guardado una campamento inolvidable. Y creo que no sólo para mí, sino para todos aquellos a los...