Tengo un desván en algún lugar de mi alma donde voy acumulando los retazos, las vivencias, las quimeras; los desencuentros, las amistades, las lágrimas,… Los ato con fuerza a hilos de nostalgias, los envuelvo entre papeles tintados, los ordeno de menor a mayor, y de tarde en tarde suelo abrirlos, acariciarlos a escondidas, cogerlos de la mano y pasear junto a ellos por senderos de silencios. Los tengo siempre presentes. Son las huellas olvidadas del ayer donde encuentro las pisadas del hombre que camina hoy entre sueños encaprichados. Recuerdos que crecen entorno a unas sombras que como raíces, hacen que mis pies sigan anclados a una tierra que cada noche me devuelve a la realidad de mis días. Siempre digo que el que quiera conocerme sólo tiene que rebuscar entre los espejos encalados de mis palabras o buscarme entre las palabras que encalaron mis espejos. En ellas se esconden mis recuerdos. Y hoy, 24 de mayo, las palabras que coquetean ante