Tu y yo sabemos que esto es así, porque hoy no es un día cualquiera y porque no cualquiera puede ser de este día.
Y es que las miradas que podemos ver hoy son señal aparte de lo que somos, de lo que creemos, de lo que nos vamos a llevar cuando dejemos de mirar.
Así, desde el barrio de la Granja, la mirada del Soberano Poder es una mirada curtida en la distancia que Él y sólo Él sabe acortar con izquierdos y repelucos.
Por las Viñas, hay unos ojos que miran con Consuelo y son los encargados de dar Amparo a las nubes negras del devenir de los días.
Por San Lucas, la mirada de una madre va resiguiendo el camino de un Hijo caído por las calles de Jerez tres veces y que entre clavos y misereres va repartiendo Salud.
La de la calla Medina alberga una de esas miradas que te destroza cuando no la tienes cerca y que te sosiega la piel cuando te mira de lejos; en Ella radica parte de la Verdad absoluta de todo esto que tu y yo llamamos vida.
Y es que… la Amargura es la Amargura.
Y la mirada de Jerez es la que hoy se pone frente a frente a los vientos, la que no entiende de tiempos ni rencores, la que duerme en un azulejo agitanado por los aires, la del olivo y las manos amarraitas, la que escucha todas las plegarias de un amor a quemarropa, la que detiene los pulsos y los compases, la que te saca una sonrisa cuando sólo te sale llorar, la que dormita en Santiago y amanece en los labios de una ciudad que suspira su nombre por vera de nuestras murallas.
A estas alturas, ya saben de qué mirada les hablo…
Busquen al Prendimiento… y lo entenderán todo.
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