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Mostrando entradas de octubre, 2023

Henchido de Tí..

  Tenía que verte a solas, y escogí la tarde en la que perfumaste a  Sevilla  con tu mirada.   Necesitaba de  Ti , y  Tú  me permitiste aferrarme a tu cintura, esa que huele a canela y clavo, y que en los cielos perdidos de la primavera  Alberto Gallardo  sigue cuidando con su voz.    Necesitaba de  Ti , y despejé los miedos para verte pasear ante el rótulo de la  calle Verónica , esa promesa que cumpliré cuando mis arrugas sean lo único que me quede por deshojar.   Necesitaba de  Ti , y en silencio te fui a buscar, con mi soledad, mis cicatrices y mis ilusiones atadas a un hatillo de momentos.   Y ante  Ti  las manecillas se detuvieron. Y los dos nos comenzamos a desnudar, y a contar las heridas que ambos llevábamos en el alma.    Pero en la  segunda   chicotá , la sonrisa nos delató, y dejamos en los bolsillos del querer las penas y nos contamos las alegrías a media voz.   Porque ya está bien de vivir entre espejos rotos y sombras que nunca nos quisieron bien…, y que jamás comprender

Destino: los sueños

Reconozco a día de hoy que durante años mi zona de confort era mucho más grande que el mar que rodea a la bahía de Cádiz. Vivía de manera cómoda.  Con la ropa lavada y planchada. Con la comida a mantel puesta. Y con un trabajo donde las aspiraciones por mejorar se esfumaban antes de que la primera quincena de septiembre se tachara en el calendario. Pero tras los varapalos que la vida me ha dado en los últimos años, no pienso volver a esa zona de confort ni aunque me maten.  Porque, literalmente… ella ha sido la que me ha matado. Creía que por ser quien era y por estar donde estaba, podía exigir a amigos, familiares y compañeros de trabajo. Sentía que mi palabra eran mandamientos. Y mis deseos ordenes que cumplir… Pero tras perder a mi madre, a una decena de amigos y a la mujer que más he querido en esta puñetera vida, cogí a la soledad por la cintura y nos desnudamos las lágrimas. No fue fácil admitir que estaba roto ante ella. Que tenía el corazón desahuciado. Y que la mirada estaba h