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Mostrando entradas de 2022

Ella es..

  Ella  es como un río desbocado,  como una mañana sin retorno  como un grito de socorro..     Ella  es la primera palabra el horizonte donde la noche se cobija la respuesta de las lágrimas..     Ella  es un norte de silencios el andén donde los sueños juegan el puedo de los que quieren..     Ella  es un todo sin fronteras el ancla de los relojes de arena es la música que te salva de los errores..     Ella  es la belleza salpicada de  Verdad la  Única  que puede consolarte el número infinito de los lunares sin piel..     Ella  es la paleta de colores donde el arco iris conjuga sus deseos la calle que mejor eco tiene el pañuelo donde las abuelas hilvanan dobladillos..   Ella  es la dueña de una plazuela sin alcobas el abrazo que queda tras una amistad perdida la que calma a la soledad con sólo mirarte a los ojos..   Sus ojos….   Los únicos que necesitas que ansías que precisas…   Sus manos…   El lugar más seguro del mundo…   Su talle… Su sombra… Sus perfiles…   Su rabia Su dolor Su inig

Lluvia..

  Poesía dedicada a la lluvia .. Foto: Fran Silva Publicada en la revista "La Morada", número de julio 2022 

Hasta Mañana..

  Poema dedicado a un atardecer . Foto: Fran Silva Publicada en la revista "La Morada", número de julio 2022 

Yo Soy..

  Décima dedicada al  Santísimo Foto: Fran Silva Publicada en la revista "La Morada", número de junio 2022 

Cielos..

  Poema dedicado a los Cielos del mundo Foto: Fran Silva Publicada en la revista "La Morada", número de junio 2022 

Cuando hablo de Tí..

Cuando el corazón se me ahoga por culpa del día a día, suelo ir a tu capilla y buscarte, para desgranar poco a poco mi alma.   Cuando las hojas del calendario piden paso, esta alma solitaria busca refugio en tu camarín.   Cuando quiero darte las gracias por un nuevo día, abro la pequeña puerta de tu morada, y recorro la luz que describe tu mirada, esa que en silencio se clava en el costado herido de tu  Hijo .   Cuando -como ser humano- pierdo el norte, te busco en la oscuridad de mis días, y es tu perfil el faro que ilumina mis noches.   Cuando la sonrisa abraza mi rostro, y la alegría zarandea a mi espíritu, corro entre bancos pacientes para darte las gracias.   Cuando mis pies persiguen las huellas que mi destino les susurra, atravieso tu plaza para que tu aliento sea mi protección.   Cuando escribo estas líneas, sueño con que algún día tendré fuerzas para decírtelas a la cara.   Cuando te busco en una fotografía, sé que siempre me ofrecerás la mejor versión de ti.   Cuando

Al dibujarte..

  Al terminar de dibujarte, supe que te encontré. Los colores fueron surgiendo por tu rostro como los recuerdos van perfilando las huellas de nuestro pasado. No hizo falta mucho más.  Simplemente apretar los dedos para que los trazos descansaran en el tintero de lo que me das. Eres esa parte de mí en la que reposan todas las dudas de mi pequeño universo.. Eres la calma, el silencio que acalla a la soledad, el aliento que a pesar de mis tropiezos está ahí para limpiarme las heridas.. Eres la excusa perfecta para ser feliz.. P.D.  Artículo rescatado de Facebook, con fecha 20 de abril de 2016  

Lunas..

           Tras más de mil lunas esperando, una tarde inesperada volvieron a encontrarse cerquita de la parada de un deseo.   No hizo falta decir nada.  Sólo les bastó aspirar el aroma de los silencios y ambos se vieron reflejados en el espejo de los nervios.   Se atrevieron entonces a hablar, a reír, a acariciarse... Y entre quimeras y rescoldos aún con vida, surgió aquel único beso. Sus labios -al rozarse-, borraron de un escalofrío todos los miedos, todas las dudas, todas las noches en vela mirando por los pasillos del tiempo que aquella voz que les hacía feliz regresara a tiempo para arroparle y dibujar sobre las sábanas una dulce madrugada. Por un segundo, la sangre se les aceleró tanto que creyeron que el corazón se les iba a desbocar; los ojos cayeron en un sueño tan profundo que sintieron brillar al sol cuando  la luna  era la que reinaba en el cielo; y las manos, las manos quisieron anudar ese instante a la cintura de los versos para que estos compusieran el romance perfecto.

Un abrazo..

  Se encontraron entre la multitud.  Se sintieron entre mil voces extrañas.  Se miraron como cuando uno mira a un refugio de sangre, piel y cariño.   Se acercaron suavemente el uno al otro.  Se sonrieron con el nervio en el cuello.  Se quedaron inmóviles.  Perplejos.  Quietos.   Se conocían.  Se respetaban.  Se querian…   Y cuando no supieron que decirse, y las lágrimas galopaban por las mejillas y los suspiros lo inundaban todo... acortaron esa distancia y se dieron un abrazo.   Pero no uno de esos abrazos que la gente se da por compromiso o por quedar bien con la otra persona, no; fue un abrazo con mayúsculas.   Un abrazo de esos donde uno siente fluir la sangre del otro, donde el tiempo se acomoda en los espacios, donde nada importa más que el roce y el latido de los silencios.   Un abrazo de esos que te estrujan los huesos y te sientes protegido de las llamas de las impotencias.   Un abrazo de alguien que confía en ti y de alguien en quien confías por encima de todas las cosas habi

Perderse entre sus palabras..

  Cádiz  es una costilla de tierra varada en el mar que persigue sueños cuando en las azoteas se tiende la ropa o cuando las palomas salpican de guiños los cielos de la tarde. Es un paseo en barca por el borde de la espuma de los suspiros, es una caricia del levante o un pellizco del poniente, es un reloj de arena que desanda granos de escalofríos cuando el sol se pierde en el horizonte de los pentagramas.  Cádiz  es un sueño irracional para los peregrinos eternos, un rugido endulzado por la luz que baña sus costuras, un amor imposible de olvidar, de perder, de negar… Y hubo una vez que, en esa ciudad anclada en el tiempo, los ecos de las calles, de las casapuertas y de los zaguanes se quedaron mudos cuando por las esquinas de las piedras se alzó el susurro de una voz -de apellido  Gallardo -, que supo desnudar como nadie todas las duquelas del alma donde el  Señor del Cáliz gaditano  aferra sus manos al aparcarse la primavera.  Aquella noche, todas las miradas se clavaron en el búcaro

Amor..

Poema dedicado al  Señor de Pasión Foto: Fran Silva Publicada en la revista "La Morada", número de junio 2022 

Cautivo..

  Esa tarde, los rótulos de las calles se enamoraron de Ti.   Esa tarde, el cielo descargó sobre la ciudad una primavera de besos en forma de lluvia.   Esa tarde fue la tarde en la que quisiste ser más hombre que  Dios .   Por eso no llegaste a caminar solo. Por eso las miradas se compadecían de tu sufrimiento. Por eso la memoria se olvidó de rezarte a tu paso.   Esa tarde, el tiempo se escapó y se alejó de los cansancios.   Esa tarde, todos fuimos cautivos de las sombras que no dibujaste sobre los adoquines del centro.   Esa tarde fue la tarde en la que entregaste tu  Sangre  y tu  Cuerpo  sin pedir nada a cambio, y un capote de bienaventuranzas fue el altar de tus agonías.   De ahí que, al regresar a casa, en los bolsillos de tu túnica se te fueron acumulando el nombre de nuevos discípulos que -al encontrarte- se convirtieron a  Ti .    Esa tarde, encendiste todos los candiles del mundo al agachar la cabeza.  Esa tarde, los espejos de las nostalgias desterraron sus miedos al sentir 

Cádiz..

  Guardó su pequeño monedero tras pagar la cuenta de aquel primer café que se había tomado en pleno corazón de la ciudad de Cádiz, y dejó que sus huellas fueran libres, tal y como le aconsejó la dueña de aquella coqueta cafetería que la tomó por la cintura y calmó su ansiedad entre terrones de azúcar.    Dudando si tomar un camino u otro, se dejó arrastrar por el susurro de las callejuelas, por el rumor que se perdía por las plazas, por el murmullo que delataba que la vida se tornaba en sonrisas cuando las tristezas buscaban acomodo a la hora de almorzar.  Sin darse cuenta, comenzó a respirar gracias a aquella luz que iba  coloreando de sombras los tejados de aquel rincón del sur.. Comenzó a sosegarse gracias a aquellos vientos que iban danzando de puntillas sobre los cordeles de las azoteas y que mantenían un idilio con las ropas mojadas mientras el sol les secaba las costuras..   Comenzó a serenarse, y a olvidarse del tiempo, ese que intuía que se estaba deteniendo sobre la costilla