Pitágoras decía que el siete era el número perfecto, y siete son las cofradías que hoy Martes Santo pondrán sus mejores galas en la sonrisa de nuestra ciudad.
Siete pellizcos que se quedarán en el alma de la tarde a la espera de que la noche los recuerde entre silencios.
Siete formas de desnudarse los pétalos de los rezos…
Siete maneras de susurrar te quiero…
El primero de ellos será el más bondadoso y misericordioso que una persona puede sentir sobre la piel.
El segundo nacerá en el Polígono de San Benito para esperanzar miradas bajo un olivo de grandezas.
El tercero lleva en su interior una lágrima aguada que ha tenido que ampliar las puertas de su corazón porque la zona donde respira en cada amanecer se le ha quedado pequeña.
El cuarto sonará firme, recio y con un aire de caligrafía, la que alberga la letra O, patrimonio de una familia que posa su amor como sólo los hijos de buena fe pueden hacer cuando van a casa de una madre.
El quinto nos salvará de las llamas humeantes de la vida cuando la vida rescolda sufrimientos en sus miradas.
El sexto, al escucharlo, se clavará en la femoral de los sentidos para dejarte en un Remedios de amor.
Y el último, el séptimo, es un diálogo eterno entre lo imposible y lo soñado, entre lo amado y vivido, entre los regueros de sangre de la pasión de Cristo y la espalda del Señor de las Penas…
Martes Santo del año 2025, el día en el unos pícaros judíos zarandean sus desconsuelos por las azoteas de Jerez…
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