Dicen
los entendidos que los maestros, esos que disfrutan de las mejores vacaciones habidas
y por haber, son aquellas personas que enseñan una ciencia, un arte o un
oficio, y que además poseen un título para ello.
Como conozco
casi de primera mano esta afirmación, puedo decirles que estoy de acuerdo en
casi todo lo mencionado, inclusive hasta en lo de las vacaciones, pero el gesto
se me retuerce en cuanto se menciona eso de poseer un título, pues… ¿qué se
sabe de la vida con apenas dos décadas de latidos?
Todos los que
hemos pasado por la Facultad de Ciencias de la Educación sabemos perfectamente
que ese título, el que se recoge años más tarde puesto que el Rey tiene que
entretenerse en fírmalos uno a uno, no tiene validez ninguna en el momento en
el que la vida te da la alternativa para poder demostrar lo que sabes -y cómo
lo sabes-, a una clase de niños y niñas, ya vengan ataviados con babis, ya vengan
agobiados por los primeros barrillos.
Esta sangría sí
que debería de cuestionársela señor Wert.
Y todo esto se
barruntaba por mi cabeza cuando el pasado martes asistí a la graduación de los
últimos alumnos y alumnas de 4º de la ESO del Colegio Nuestra Señora del
Rosario, puesto que de su mano supe realmente lo que significaba ser un
maestro.
Ese año no me lo
pusieron fácil, en especial aquella Wendy que me hizo llorar más de lo debido,
pero tenéis que saber que en los más de doscientos años que llevan esas paredes
educando, ninguno guardará tantas sonrisas como las que vivimos juntos, puesto
que sois únicos, y albergáis en vuestro interior el valor más grande que una
persona puede acunar por las noches: el de la humanidad.
De todo corazón,
y como testigos las lágrimas del otro día, gracias por haberle dado sentido a
mi título de maestro.
Enseñar es duro y satisfactorio a la vez. Hay que nacer para ello.
ResponderEliminarEnhorabuena por amar tu trabajo.
Admiro a los docentes muy especialmente, a los que se entregan a su trabajo, claro. Todos sabemos la importancia que tiene en la vida de adultos lo que durante nuestra formación nos enseñaron los maestros, y lo que olvidaron enseñarnos.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que por muchos años que viva nunca olvidaré a mis maestros y profesores, pocos quedaron en el olvido.
ResponderEliminarUn saludo.
"Quien nos enseña deja una huella en nuestras vidas para siempre". Un abrazo.
ResponderEliminar"Todas las profesiones son importantes, algunas imprescindibles" Yo desgraciadamente ya no ejerzo porque estoy prejubilada, pero no veas cuánto echo de menos trabajar en la docencia. Es muy enriquecedor aunque no esté muy bien reconocida nuestra labor.
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