Imagínense
la escena. Jueves. Mes de Julio. 15:35 horas. Alrededores de la Catedral. El
marcador sufriendo consigo mismo para indicar que hacen 39 grados fuera de sus
dominios. El silencio trepando por las rendijas de las ventanas para tocar con
sus dedos un poquito de aire acondicionado con el que aliviar la calima de la
tarde. Calles desiertas y todo cerrado a cal y a canto. No se escucha a nadie
pasear por una ciudad que se vuelve fantasma por unas horas. Perdón, ¿a nadie?
Es
en esos momentos cuando si afinas los oídos los puedes escuchar, como espíritus
danzando por un paraíso de monumentos levantados con piedras de otro costal, con
caras de asombro, con mapas en las manos, y con la sana intención de no
interrumpir el santo ritual de nuestra incomprendida siesta.
Ellos
ponen de su parte cada año para pasar inadvertidos, pero desconocen que su disfraz
les delata: camisa de mangas cortas, estampadas o de cuadros; bermudas hasta
las rodillas; mochilas al hombro, y ese toque glamuroso que sólo se consigue
con unas sandalias cangrejeras, y unos calcetines blancos o marroncitos que aún
no tienen el elástico vencido.
La
piel rojita, rojita, a parchetones, y una bolsa de Tío Pepe.
Y
yo me pregunto, ¿no se van a poner colorados los pobres míos, si a esas horas no
tienen un mísero resquicio de sombra para descansar, una fuente donde refrescar
sus agotados cuellos, unos abanicos con el que engatusar al aire, un simple bar
abierto para calmar su sed de guiri explorador,…?
Cualquier
día de estos, y gracias a mis nuevos conocimientos en inglés, me acercaré a
ellos y les diré que me expliquen cómo le dan coba más allá de nuestras
fronteras para venir hasta aquí y que aquí les ignoremos de esta forma.
Mientras
ese día llega, seguiré pensando eso de “no
están locos estos extranjeros”.
Es un milagro que estas personas sobrevivan a un medio tan hostil, con esa "flama" que los envuelve sin tener unas defensas naturales o culturales. Muy oportuno y acertado tu artículo.
ResponderEliminarCreo que me quedé con ganas de más. Tienes una prosa muy fluída y una gran capacidad de descripción, casi envidiable.
ResponderEliminarSoy de México y lamentablemente no entendí algunos localismos: "la calima de la tarde", "sandalias cangrejeras", la referencia a la bolsa del Tío Pepe son cosas que me bloquearon por un momento.
Lo tuyo, aquí, es la crónica; es la primera vez que visito tus escritos, pero seguiré sintonizando :)
saludos,
@elsrescritor.