Ir al contenido principal

Entradas

La luna me está mirando..

  Querida locura:   Te escribo estas palabras con la luna mirándome de reojo. Una vela encendida como faro de mis pensamientos. Y un par de cuartetas como aliento y desaliento a mis palabras.   Al alba, todo habrá llegado a su fin. Las azoteas verán un nuevo amanecer y mi nombre será un recuerdo de colorete que sólo ha cometido el pecado de amarte… sólo amarte.   Y lo he hecho a tumba abierta.    Dejándome la piel en cada estribillo. En cada pasodoble. En cada final de popurrí…   Dejándome la sangre para que sintieras que he vivido enamorado de ti desde la primera vez que te vi…   Dejándome en la carretera lo único que llevaba en mis adentros: esta voz que ha sido sólo tuya.    Ahora que sé que una soga va a acabar con mi garganta, tengo que susurrarte que no me arrepiento de haberte cantado lo que te he cantado… porque ha sido la única forma que he encontrado en esta vida de decirte bajito, como un filibustero o como un templario, que t...

Dejadlos vivir...

  Dejad que los niños curioseen, jueguen, se sorprendan…   Busquen sus cosas por sí solos, se caían, se den abrazos, ...   Se frustren, se quieran, se elijan,...    Los niños tienen que equivocarse, tienen que tener sus propios miedos, pueden decir abiertamente que no les gustan las lentejas,...   Los niños deben de soñar despiertos, tienen que convertirse en piratas o en fantasmas, tienen que aburrirse,...   Dejemos que los niños vayan haciendo sus propios caminos al caminar, que se tropiecen con sus propias piedras, que se sienten a la sombra de sus árboles cuando no puedan más.   Dejemos que los niños rían con sus ocurrencias, griten de felicidad, lo pongan todo por medio y que digan “voy” mil veces a la hora de recoger.   Dejemos que los niños vivan alejados de los móviles; ya habrá tiempo de que se vuelvan adictos a esta lacra que está acabando con nosotros.   Sólo se es niño una vez en la vida. Recordémoslo. Recordémoselo.  ...

Lluvia de Almendras

  Hace unos días terminé de leer esta historia que  Guillermo  Sánchez  ha escrito a media voz, dejándome claro una vez más que sus palabras, elegantes y cuidadas, son una sacudida que huelen a clavo, a especias y a esperanza.   Se que he tardado en hacerlo, amigo  Guillermo  – discúlpame la tardanza-, pero necesitaba que el tiempo no corriera en mi muñeca para vivir una aventura en la que el tiempo, precisamente el tiempo, nunca se ha detenido.    De tu mano he navegado, he visto atardeceres pintados a óleo y he sentido cómo los volcanes bostezan lava.   He aprendido que las miradas sienten y que el corazón, cuando se enamora, lo hace asumiendo que puede ganar latidos o perder sangre.   Y he sentido, una y cien veces, en una y en cien páginas, que el mundo donde vivimos es el lugar donde los hombres enarbolan banderas roídas por los sueños; que los ideales y las fronteras marcan cicatrices y destinos; y que el horizonte es algo más...

El encierro..

  Tras meses de silencio, una noche se pusieron en contacto. Quedaron a las cinco de la tarde del viernes próximo en la esquina de siempre. Pero esta vez, llevarían una maleta cada uno y pasarían el fin de semana en camas separadas.   El viaje de ida lo hicieron hablando de cosas triviales. Que si la comida. La última canción. La lluvia. Al llegar al destino, dejaron los móviles en la mesita de noche. En modo avión. Y se pusieron cómodos, tras acordar que cenarían temprano.   Tras tomar el postre, se miraron a los ojos a sabiendas de que el primer asalto había llegado. Pero no hablaron hasta pasados varios minutos. Ninguno se atrevía a romper el hielo. Los dos tenían mucho que decirse. Pero a veces el dolor se atraganta en los labios y no te deja respirar.   De allí saldrían o de la mano o separados para siempre. De ahí que ambos supieran que era su última oportunidad. Su último cartucho. Su último por qué.    Y de repente, las palabras, las excusas, las ra...

Sin palabras..

  Él  tiene el don de dejar que las palabras no suenen. Y lo hace de manera natural. Sencilla. Simple.   Uno quisiera contarle lo que le aprisiona al corazón, y al final, los latidos se liberan muy despacio, como gotas de una lluvia que ha dejado su impronta en los tejados de las casas al mayear la primavera.   Ante  Él , los ojos deambulan por su cuerpo. Las manos se vuelven inquietas. Los pensamientos corretean de dentro hacia afuera, como si fueran presos acercándose a la alambrada para verlo.   Pero por más que lo veas, siempre descubres algo nuevo. Distinto. Diferente.    Es  Dios  hecho madera. Sudor. Leyenda.    Es rezo acompasado por abrazos.   Es una promesa envuelta en unos labios lejanos que, al decirle adiós, le piden una oportunidad más para volver a verlo.   Y es que, cuando uno lo ve, los relojes del tiempo se apalancan. El aire se calla. Las sombras se alejan… Y tú te marchas de su casa con una sensaci...

Cuida de Él..

  Hoy que tu nombre resuena en todas las casas salesianas, permíteme que por mis labios sólo haya una plegaria, un ruego, una petición…  la de cuidar de mi niño.   Ya sabes cómo se llama. Y cómo te nombra. Y cómo va creciendo a la sombra de tu sonrisa.   Ya sabes cómo corretea por tu capilla. Y cómo te reza por las noches. Y lo orgulloso que se siente de su colegio, de sus compañeros, de su profesora.   Ya sabes de  Él  todo lo que tienes que saber. Y si no lo sabes, yo te lo cuento.   Jesús  es un niño con una mirada que te traspasa el alma. Es la inocencia de los juegos. Es el salto mortal durante la tarde.   Su mundo va creciendo y conformándose en torno a superhéroes, coches y tambores de Semana Santa.   Y no hay mejor regalo que verlo despertar cuando duermo a su lado. O ver cómo me quita la merienda. O ver cómo se esconde tras una cortina.   Me gusta cuando me enseña sus heridas de guerra, razón de que está viviendo lo qu...

La última vez que te ví..

  La última vez que te vi, solo te di las gracias.   Tú reinabas sobre el tiempo, habías bajado de tu camarín de rezos y los latidos en torno a Ti se iban acelerando como un fuego de colores.   Yo andaba triste, aferrado a un imposible y con el norte envuelto en miedos.   Pero jalaron de mí para poder conocerte.   Y al verte, volví a sentir lo que siempre siento cuando me detengo antes tus plantas:     Que eres Dios hecho madera.   Que eres llaga hecha promesa.   Que eres risa hecha primavera.     Que eres un abrazo de calma.   Que eres un manantial de agua.   Que eres sosiego para el alma.     Que en Ti se recrean todos los males del Universo.   Que en Ti comienza y acaba la vida.   Que ante Ti, el aire sigue siendo un simple preso.     Hoy he vuelto a verte, he vuelto a darte las gracias y a presentirte como el Hijo de un Cielo que sabe a Gloria de barro y sangre.   Hoy he estado ante T...