Triana, ese barrio que se enjuaga el acento en la orilla donde el sol desnuda a Sevilla, vio pasar a su Virgen de la Esperanza por los repelucos de sus rezos. Rezos silabeados en silencio.. Rezos cantados entre palmas.. Rezos susurrados al aire, para que solo Ella los pudiera escuchar.. Y es que Triana es así para sus cosas, y sus cosas necesitan ser custodiadas por la mirada de esa Virgen de la Esperanza que el arrabal se hizo a su medida en el fuego marinero del tiempo. La luz la vistió de Reina. El tiempo le coloreó la espera. Los vecinos se estremecieron al verla por las esquinas por donde su nombre florece cuando la soga del cuello aprieta, oprime, agobia. Hasta el mudo volvió a hablarle.. Hasta Ella volvió a sonreírle.. La Esperanza despertó al alba y se fue de puerta en puerta, de zaguán en zaguán, de altar en altar al son que marcó el minutero de su corazón, ese caramelo verde y blanco que sabe a vida eterna cuando los trianeros lo des...