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Para otro lado

Se abre el telón y se ve un precioso plató de televisión con sus focos, su público y un presentador con gafas de pasta; en el centro encontramos una mesa alargada, y sobre la misma mesa tres objetos a elegir. Es un concurso muy sencillito y con sólo dos reglas: el concursante puede ser un ciudadano cualquiera,... y el presentador no puede poner en duda la elección que éste lleve a cabo.    De esta manera -comienza diciendo el presentador- el primer objeto que presentamos es un apartamento con vistas al Mar Mediterráneo; ideal para tomar conciencia de que el mar se está tragando a personas, no sólo a inmigrantes. El segundo objeto es una llave de la cárcel de Puerto III, a donde el ciudadano puede mandar a los políticos corruptos que nos están saqueando el dinero y las ilusiones, tales como los Griñanes, los Chaves, los Rodrigo Rato,… Y el tercer objeto a elegir es un desvencijado sillón, recogido de la basura, ideal para que el moho se quede a vivir en él. ...

¿Cómo le va?

Como cada tarde -a eso de la hora del café-, lo veo asomarse a descubrir el horizonte desde el balcón de su casa. Es el vecino con más arrugas de mi barrio. El más gruñón y el que más balones se quedaba cuando estos se embarcaban. Pero también es el más sabio cuando con su palabra conjuga consejos. Hace ya años que no sale a la calle. Sus piernas no le permiten dar una vuelta por la que fue -y sigue siendo- su ciudad, la misma que tardó poco en olvidar su nombre cuando una mañana giró la esquina del tiempo. Dice que se fatiga con facilidad, que el destino puede ajustar cuentas con su cadera y que muchos de sus enemigos pagarían por verlo aferrarse a un bastón de madera.  Pero le queda la memoria para vivir, y el sentido del orgullo para respirar. Alguna vez me subo a hacerle compañía; él se fuma un cigarrillo y yo preparo la respuesta a la pregunta de ¿cómo le va a la ciudad de mis amores? Intento disimularle la realidad que nos rodea -para no hacerle da...

Escuchar la verdad

               Reconozco que al llegar la Semana de Pasión desactivo el modo observación en el que constantemente vivo, y me dejo arrastrar por todo aquello que mi piel y mis sentidos son capaces de percibir a pie de calle. Pero antes de que volvamos a destripar la cruda realidad que nos ahoga el alma día tras día, hay un pensamiento que quiero rescatar del tintero de las observaciones. Y es que, en la masa de la sangre del ser humano, hay una cosita que deberíamos de hacernos mirar  -incluido yo-, y no es otra que la de escuchar la verdad,…y por ende, aceptarla. Da igual la verdad que sea y como sea. Si viene maquillada o con arrugas. Si llega a tiempo o a destiempo. La verdad es la  que es… y por eso es la verdad. Resulta curioso cómo se la reclamamos a los políticos, se la exigimos a nuestros alumnos, se la pedimos a gritos a nuestros compañeros de viaje,… pero en cuanto que nos llega a nuestros oídos u...

Durante esa semana...

              En el calendario de mis días hay una semana que respira por si sola sin necesidad de que la remarque con tinta roja, pues su latido es la que mueve desde siempre el pulso de mis pasos. No es una semana cualquiera. No es una semana más. No es una semana que pueda pasar desapercibida ante mis ojos.  Y no lo es porque esa semana encierra el principio y el fin de mis conversaciones, el pozo donde se pierden mis desvelos, el espejismo donde se hacen realidad mis humildes quimeras. Durante esa semana, desconecto del mundo real -ese que sigue viviendo a espaldas del ser humano-, y me lanzo a respirar el soplo de mi yo interior, con preguntas sin respuestas y silencios que son la mejor respuesta ante cualquier absurda pregunta. Durante esa semana, mi casa pierde su aparente orden lógico y se ve inundada de ropa en las sillas, de toallas a medio secar, de estampitas que alguien quiso regalarme bajo el anonimato de su camina...

Escenario de ensueño

Hoy es Domingo de Ramos, y las palmas de la pasión han cuajado un cielo de ilusiones sobre el horizonte de la espera.  Para los creyentes, el fin último de los rezos comenzará a desfilar por el sendero de los labios al ver la sombra del Hijo de Dios sobre las esquinas de los barrios; cuentan que le gusta poner sus heridas al sol para que las miradas supuren su escarnio. Para los no creyentes, el tiempo les abre sus puertas para que se den un respiro y se vayan a coger olas a Tarifa o a broncearse la piel a los Caños... Salud. Y para la ciudad...  Para la ciudad es una manera de encorsetar entre palcos todos los defectos que tiene; de ver esa caspa que se queda a vivir sobre nuestros hombros y no somos capaces de sacudirnos; de mirarnos a la cara y preguntarnos ese intento de ser y no poder porque no queremos darnos cuenta de lo que realmente somos. Pero a pesar de recibir cada día golpes y más golpes sobre las entrañas de sus cimientos, de sentirse piso...

Desde la luna

Cuando elegí ser maestro escuela sabía que muchas cosas con las que no comulgo en mí día a día me las tendría que ir tragando, más que nada porque a fin de mes uno cobra una nómina contante y sonante, y ese dinero hace cambiar de opinión al más pintado. Y en mi caso mucho más, porque como siga así la cosa voy a tener que ser yo el que pague por ir a trabajar.  Pero les decía que hay cosas que tengo que asumir por válidas dentro de mis ideales como docente -por miedo o sumisión-, como por ejemplo el que en las escuelas perdamos el tiempo en celebrar efemérides tales como el Día de la Paz -con su correspondiente suelta de palomas- o que festejemos el Día de Andalucía bajo el eco de sevillanas y dándoles de comer a los niños su correspondiente pan con aceite.  Es tan ridículo y carente de creatividad que luego así nos luce el pelo. Pero la palma de esto que les cuento hoy se la lleva el “Día del Padre” , puesto que competir contra El Corte Inglés y su catálog...

Ganas de vomitar

De entre las muchas cosas que no soporto de un político hay una que nada más verla me araña las tripas; lo siento por ellos, pero es ver esa imagen que proyectan ante nosotros al llegar las campañas electorales, y me entran ganas de vomitar.  Vomitar porque las mentiras se multiplican cuando hablan de manera exaltada en esos mítines que con tanto glamour y cariño preparan los afines a su partido.  Vomitar porque no son capaces ninguno -absolutamente ninguno-, de aceptar sus fallos, reconocer sus errores y borrar de sus labios ese "y tú más" con el que escurren el bulto y miran la viga en el ojo del político ajeno.  Y vomitar, sobre todo cuando paseo por las calles de mi ciudad y veo que sus paredes, sus farolas, las marquesinas de los autobuses,... están inundadas de fotos a todo color donde brillan esos eslóganes tan origínales y esas malditas sonrisas irónicas con las que pretenden darnos coba para seguir alimentando sus bolsillos y sus paraísos fiscales...