La otra noche me desvelé, y te busqué entre mis recuerdos, esos que guardo en una pequeña caja con tu nombre.
Me senté en el suelo a eso de las 4 de la mañana, me la coloqué en mi regazo, y comencé a recordar nuestra simple y sincera mirada.
Se que a día de hoy me odias.
Se que me equivoqué y te perdí.
Se que jamás volveremos a hablarnos.
Pero aún queda mucho de ti en mí…
Y las excusas ya no son el pan de mí día a día...
Al rebuscar en esa caja, me topé con fotos donde me mirabas…
Vi un pequeño cuaderno con la tapa verde donde escribí todos esos lugares que alguna vez soñé con ver amanecer a tu lado…
Y entendí que la vida es menos vida si tú no estás en ella…
Asumo que te ofrecí lo poquito que era.
Te di mi egoísmo, mis miedos y un puñado de lágrimas y gritos.
Y te mostré todas las sombras de mis noches.
Pero la misma Esperanza que un día quiso que nuestros caminos se cruzaran, fue la que decidió que volaras, que pises con fuerza tus senderos y que le sonrías a la vida.
Yo solo puedo darte las gracias por haberme enseñado el verbo amar.
Por encender una vela en mitad de una tempestad.
Y por dejar que te mirase como te miraba.
Cuídate, allá por donde andes…
Y se feliz…
P.D.: la luna que me dejabas encendida la he dejado fuera de la caja para que sea ella la que vele tus sueños.
Y si, aun te sigo queriendo..
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