Renace de mis silencios
un racheo de alpargatas
al desempolvarse marzo
entre rumores y bandas
y el azahar se perfuma
se sonroja y se descalza
mientras las luces sombrean
besamanos y miradas.
Todo se va preparando
con la ilusión de las hadas
para vivir la Pasión
del que caminó en volandas
cerquita de la frontera
de los compases sin playa.
Las calles son un rosario
de adoquines color malva
para que la Entrega llegue
acortando las distancias.
Por San José se sonríen
y en la Merced se desatan
las negaciones de Pedro
coronando la cruzada
de albarizar mariquillas
entre ladrones de plata
donde el Perdón nos escucha
y pespunta las plegarias
de una Madre que nanea
mis Angustias de melaza.
La Sed es un sacrificio
que por Amor se desangra.
La Verónica le seca
las penitas a su cara.
Socorro va susurrando
a la Catedral sus llagas…
y la Cena va izquierdando
la plata más repujada
mientras los toreros rezan
paseíllos de mansalvas.
El pelícano se inmola
entre dados y venganzas
que por Justicia resuenan
por la sangre de su espalda.
Clemencia acelera pulsos
en la O de sus mudanzas
y Salvación y Bondad
ilusionan las campanas
esas que en San Rafael
hicieran de porcelana.
El suspiro de Amargura
bajo un olivo se escapa
prendiéndose a la locura
de flagelar sus agallas.
Consuelo va enumerando
las Caídas de su entraña
esa que nació en Belén
y nos grita por la Granja
que el Soberano Poder
no pierde nunca a las cartas
Longinos monta el caballo
y va afilando su lanza
El cielo le reza al cáliz
para cumplir la Palabra
Don Bosco recuenta sueños
de sonrisas entusiastas
En la Asunción una Madre
medio loca y destrozada
le dice a los escribanos
que detengan la matanza
de un Hijo que se le muere
al presentarlo en la plaza
y en San Juan, los caballeros
arrodillan sus andanzas
mientras Jesús se reviste
de una Humildad que nos gana.
La calle de San Francisco
atraviesa cataratas
dulcificando blancuras
que camina y se desatan
por la Noche de Jesús
traspasando la alborada.
El Verbo de San Miguel
se encarna en negras batallas
de una Salud que adormece
las almenas y murallas
de una ciudad que descuenta
la Misión del que nos guarda.
En Santiago, se prepara
la muerte más señalada
y en la Plazuela la luz
coquetea con las varas
y van preparando besos
con la miel de su Esperanza
La Soledad de María
por la PorVera se calla
La soledad de Loreto
ante una cruz se consagra
La soledad de las Viñas
bajo un puente se agiganta
y el Valle se queda a solas
cuando al Cristo lo apuntalan
las saetas y los oles
de sus gargantas rajadas
Santa Marta se sepulcra
a la Sagrada Mortaja
mientras Piedad va cosiendo
delirios para las Almas.
Qué poco queda Jerez
para gritar la llegada
del Hijo del carpintero
que Resucita con marchas
y albarizas de oro fino
que se ondean por terrazas
por esquinas y rincones
por zaguanes y medallas…
que cuelgan de las promesas
de tus huellas desgastadas.
Qué poco queda Jerez
para cubrir con sandalias
el sendero de María
y proclamar la llamada
de ese regalo del cielo
que el cielo nos regalara
para gritarle a los vientos
nuestra fe más descarnada.
Qué poco queda Jerez
para ponerte bien guapa
y que el aire se enamore
de tus rezos y fragancias
y que el mundo se detenga
al llegar Semana Santa.
Comentarios
Publicar un comentario