Al regresar a casa, he vuelto a sentir esa punzada arañándome el alma, justo a la altura de tu nombre.
Y duele… y tanto que duele..
Como cuando te ensartan con una aguja caliente los ojos.
O cuando ves que el olvido es lo único que queda entre los sueños y las ilusiones.
Duele…
Como el frio que te eriza la piel al no hablarnos, al no mirarnos, al dejar de caminar juntos por la vereda de los días.
Duele…
Como si alguien me estuviera destripando el cielo de la boca o rasgándome la piel del pecho a tiras tan finas que, al desprenderse de mi cuerpo, se escapan de entre los dedos..
Duele...
Y guardo silencio.
Y lo asumo.
Y lloro a solas.
Pero duele…
El haberte perdido.
El no tenerte.
El no ser tuyo.
El que no me quieras.
Duele…
Como una muerte a cuentagotas.
Como una vela que se va apagando lentamente por el corredor de la noche.
Como una esperanza que no me espera al despertar de este mal sueño.
Duele…
Simplemente duele…
Y seguirá doliendo mientras respire… porque, mientras siga teniendo latidos, te seguiré amando.
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