Ir al contenido principal

El centro


Tengo la suerte de ir descubriendo por día que pasa a una de esas personas que, teniendo en la cabecera de su cama los quejíos del Torta, la gitanería de Terremoto o las espantás del Paula, la vida ya no le coge de sorpresa. 
Él se llama Juan Peña, nuestro “Peñita” de toda la vida, uno de esos cámaras gráficos que - cada vez que le dejan-, es capaz de enfocar con su lente lo que su corazón embarbado le dicta.    
Me gusta escucharle cuando habla porque apenas tiene que levantar la voz para hacer oír su discurso en este mundo donde cada día se grita más y se acaricia menos.
Cuando nuestros caminos se separan es cuando me doy cuenta de su grandeza.  
La última vez que tuve esa sensación de querer saber más fue el pasado viernes cuando yo defendía, con vehemencia y pasión, el pensamiento enérgico y egocéntrico de que “el centro de Jerez sólo se llena cuando un paso está en la calle”.
Él, atento a mis palabras y sin alterarse, apenas puse punto y final a mi alegato cofrade y ventajista, me dio una lección de esas que tardaré mucho tiempo en olvidar: “si el centro de nuestra ciudad  se colapsa por una procesión en condiciones como la de la Yedra o la de la Merced, me parece perfecto, pero me gustaría que el Ayuntamiento le diera facilidades a otros colectivos para que también se pudieran expresar de igual manera en un espacio público.”
Tocado y hundido.
Yo que pensaba sacar a relucir en esta tribuna mi pecho cofrade, y regocijarme así ante el beneficio directo que sólo es capaz de generar en los bares del centro una cofradía,… me marché a casa con la cara colorá, el ombligo herido y entendiendo que el centro debiera ser de todos.
Ainsss amigo Peña, gracias por abrirme los ojos.   


Comentarios

  1. Bonito cambio de imagen de tu blog, y el saber de Juan lo da ese compas que marca el tiempo vivido ..saludo para ti y para Juan Peña ...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Yo me enamoré de ti..

           Permíteme que levante la mano y que escriba lo que mi corazón siente cuando tu nombre seduce una vez más a mis labios. Permíteme que sea un arrabalero más entre la chusma selecta que escoge tus canciones para poder vivir sin anclajes sobre los atardeceres apaleados de este mundo.   Permíteme que me empape una vez más de tu pluma, del brillo bohemio de tus ojos, de tus muñecas condenadas, atadas y maniatadas a una guitarra y que sólo se liberan cuando tu voz le susurra a Cádiz que esa costilla de tierra millonaria es tu única patria, tu único cielo, tu único universo. Ser de ti es un lujo que la vida me tenía reservado en la esquina   de un pasodoble interminable, de esos que tú compones sin miedo, sin coloretes, sin purpurina caduca y sin febrero que deshojar, y que cuando mi garganta me lo canta por lo bajini, mi piel se eriza y se desgarra como si yo fuera un nostálgico comparsista que se la da de artista.   Juan Carlos , cuando la vida se me tuerc

Se muere...

El centro de Jerez se muere. Está sentenciado. No tiene remedio; lleva meses desahuciado, y sólo falta poner sobre su lápida vital la fecha de su defunción. Duele escribir con la cólera entre los dedos y la impotencia en los labios, pero más duele ver como el jerezano de a pie mira para otro lado y saca su mirada conformista una vez más. Y como yo escribo en base a lo que siento, y de conformista ya me queda poco, junto palabras desde la rabia, la furia y la resignación que me trasmiten los ojos de esos amigos que en su día apostaron sus ahorros y sus sueños en levantar un negocio en el centro, … y ahora ven cómo el centro se va convirtiendo en un desolador cementerio. Y ya saben lo que uno encuentra cuando visita campo santo: recuerdos, nostalgias, humedades, … Quizás por eso las grandes firmas huyan despavoridas de sus enclaves estratégicos sin mirar atrás, antes de que sus clientes les paguen con coronas de flores. Quizás tenga que ver algo las chapuzas de a

Un eterno hombre COBARDE... y sus ETERNOS hombres bonitos

Cádiz, ven.. déjame que te tome de la cintura para dar un paseo por la orilla de tus susurros, y permíteme que dibuje sobre la caricia de cada ola la historia de un niño que se hizo grande entre cobardes y milagros . Prometo que no te entretendré mucho.. Sé que llevas unos días cosiéndole al atardecer sombras y ecos donde los suspiros pedirán perderse entre tipos y coloretes; sé que estas sacándole brillo a los zaguanes de las casapuertas para que las voces que hablan por ti contagien de vida a propios y a extraños; sé que te están dejando reluciente ese castillo de papelillos donde las ilusiones se maquillan con esperas y nervios;… pero yo necesito contarte la historia de uno de los tuyos. Así que, descálzate y ponte cómoda.. Se trata de uno de esos requiebros al que tú le distes la vida -un mes de febrero-, y que nació con el don de quererte y de llevarte entre sonrisillas por todos los confines del mundo. Se trata de uno de esos locos de atar que doremif