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Entradas

Volver a nacer..

Ahora que diciembre adorna sus calles con villancicos y papeles de regalos, que a nadie se le olvide que el Rey de Reyes vuelve a nosotros para nacer por estas fechas. En mi caso, el Hijo de María no lo hace en un portalito oscuro y llenito de telarañas, sino en el rincón más amplio de mi corazón. Y es que, yo creo en Él. Al igual que creo en las olas del mar y en los abrazos que calman la ansiedad. Al igual que creo en la lluvia, en los libros o en los coloretes pintados con la luz de febrero. Al igual que creo en la falsedad, en la mentira y en la maldad de los que un día osaron llamarse amigos míos.   Yo creo en Él, en Jesús de Nazaret . En ese Mesías que fue enviado a esta tierra de arena y cal para dar su vida por la mía, por la tuya, por la nuestra. El mismo que conoció todo lo oscuro que abarca el alma humana, de ahí que fuera vendido por treinta monedas, negado por sus discípulos, maniatado sobre un madero. Como diría aquel, déjenme...

Dibujar banderas...

A la pregunta de la maestra sobre si alguien podía decirle qué era la “Constitución”, el alumnado -ávido por contestar-, respondió: ¡¡UN PUENTE!! Dejo a su libre elección la edad de los alumnos, la de la profesora o si el colegio en cuestión es público, concertado o privado. Pero esa es la realidad y el nivelito de nuestra educación; o al menos, el de una gran mayoría cuando estos días llegan al mes de diciembre, y el puente es ley de vida.   Y me resulta curioso asistir cómo se trabaja año tras año en las aulas el tema de la Constitución Española y se siguen coloreando banderitas de nuestra amada patria, mientras que nadie habla, nadie enseña, nadie colorea la pureza de la Virgen María, la otra mitad si cabe del puente en sí. Quizás sea porque no interesa señalarse como cristiano y defender este dogma de la Iglesia Católica. Quizás sea porque da miedo hablar de la Virgen, y al miedo le sucede como a la fe, que mueve montañas. O quizás sea porque so...

¿Qué haría Triana sin Ti?..

Clavas tu mirada en la nada, esperando que la nada clave su mirada en Ti. Llevas toda la eternidad exhalando por tus pupilas una gotera de vida, mientras que la vida se vacía cuando te ve, huyendo de tu sombra, como un eco sordo, cobarde, desorientado. Sin embargo, no eres capaz de morir.. No eres capaz de acabar con este drama.. No eres capaz de claudicar.. Sigues danzando por la orilla de los suspiros cuando nadie te ve, cuando todos te buscan, cuando la luz de lo rezos patrocinan espasmos sin masticar. Pero te tallaron para seguir viviendo mientras que la parca jala de tus latidos.. Te dejaron al borde del olvido sin que pudieras girar la cabeza.. Te hicieron así. Te concibieron así. Te quedaste a vivir entre nosotros así.. Y así navegarás hasta el fin de los días por mares en calma, zozobrados, angustiados, siendo faro en alta mar de aquellos que naufragan sin remedio y queriendo ser maroma de río amortajada por el tiempo, de ese tiempo que ...

Detalles..

Con los años, uno se va dando cuenta de que la vida es un regalo que el cielo nos hizo cuando menos lo esperábamos, y que deberíamos de disfrutar más de cada amanecer. Sobre todo, porque sin darte cuenta comienzas a acumular bajo la piel arrugas, cicatrices y olvidos que -a su manera-, van descontándonos el tiempo. Latidos, huellas, miradas; abrazos, despedidas, caricias; besos, silencios, lagrimas… Detalles, en definitiva, que conforman lo que somos, lo que vivimos, lo que nos queda por soñar. Detalles… Pequeños gestos que nos hacen el día a día más llevadero, menos impertinente, más generoso. Como esos mensajes que uno recibe cuando menos te lo esperas, a pesar de la lejanía o la ausencia, para saber de uno, para preguntarnos cómo nos va o para desearnos la mayor de las felicidades. Como esos pequeños sigilos que encontramos en medio de una bulla, de una cola, de un gentío , refugios que uno necesita para poder seguir persiguiendo sueños. O como cuand...

Junto al fuego...

Ahora que el frío comienza a caminar descalzo por los pasillos de las casas, uno se siente feliz cuando la piel entra en calor en torno al crepitar de una chimenea. La lumbre prende de manera contagiosa. Los rescoldos se van desparramando. La madera suda su muerte, expira alientos negros y los ladrillos se tiznan de llamas.   Y créanme, no conozco a nadie en este mundo que admire, mire y disfrute más de un fuego como lo hace mi amigo Antonio Asenjo. No hay nadie que sea capaz de llorar con lágrimas de risas y provocar risas con sabor a lagrimas como lo hace mi amigo Nicolás Rubio si hay un fuego de por medio. Y no hay nadie que tenga el corazón más ancho, grande y sincero que mi amigo Fernando Aibar , un filósofo que tiene sangre de druida, un almizcate envuelto en entrega sincera. La AMISTAD es una llave que abre pestillos húmedos, desabrocha secretos de alcoba, orea recuerdos desvencijados por el tiempo… y jamás caduca. Si es sincera, se cuela por...

Anclado a tu mirada..

Te vi llegar a lo lejos, entre un murmullo de nervios y una alegría contenida en los labios y sin verte la cara, tu rostro me iluminó el corazón. Tu venías meciendo tu grandeza al compás del aire, ante una ciudad que se vio desbordada por tu nombre y con el eco del racheo de alpargatas y bambalinas que deshojan madrugadas cuando nadie las ve.     Yo era uno más entre la multitud congregada en torno a la ilusión de verte pasar, de rebuscarte en la sombra de los asombros que tu estela dibuja al caminar, de embriagarme de esa fragancia de Vida que tu palio destila cuando llega, se posa y se marcha navegando en un mar de latidos compungidos. Y eso hice… Verte pasar, rebuscarme en Ti, embriagarme de la esencia que desborda ríos, calles, soledades… Y esperándote con los pies cansados sobre el alambre de un anhelo, rastreé en los zaguanes de mi memoria y recordé esa décima que te escribí una tarde de Jueves Santo sobre una estraza de inquietudes. ...

Llorar...

Hace unos días, en una clase de tres añitos, un par de inocentes alumnos me dieron una lección de esas que a cualquier persona debe de zarandearla por dentro y cicatrizarla por fuera. Uno se tropezó con la mesa, el otro se acercó para secarle el llanto y a ambos se les dibujó una sonrisa de felicidad plena. Fue un instante tierno, empático, humanitario. Un gesto natural y sencillo. Una señal solidaria. Si esto mismo le hubiera pasado a un par de adultos, muy probablemente el primero hubiera reprimido esas lágrimas de dolor y el segundo se hubiera reservado el consuelo, porque tenemos la creencia que el llorar en público es una señal de debilidad, cuando realmente es nuestra válvula de escape. Si nos reprimimos el llanto y no derramamos esas lágrimas cuando lo necesitamos, probablemente esa emoción se manifestará de forma más incontrolable. Y a mí me gusta hacerles caso a mis emociones, y suelo llorar cuando el cuerpo me pide hacerlo, y no me importa que sea e...