Cuando uno se vacía por dentro… al día siguiente el espejo de las dudas no tiene argumentos suficientes con los que alimentar los reproches. Si es cierto que el miedo, la incertidumbre y la inseguridad abrigan nuestros alientos justo antes de que nos acerquemos a ese precipicio de las verdades, cuando todo está dicho, o escrito, o entregado,… la verdad es la que se refleja -por sí sola- sobre el filo de ese precipicio. Y créanme, cuando uno tiene la suerte de ver de frente el latido de esa verdad, siente mucho más que mil sonrisas cabalgar por los nervios de la piel. Me gusta pensar que la gente que me rodea suelta todo lo que sus adentros guarda en las alcobas de su ser, y que en una simple mirada, en un simple gesto, o en una simple palabra se van desnudando para que juntos podamos seguir caminando sobre centenares de rosas y afiladas alambradas. Yo suelo vaciarme en cada artículo que escribo, en cada ab...