Siempre he mantenido la teoría de que en algún
enclave estratégico de nuestro planeta -de manera aislada y a prueba de paparazis-,
un grupo reducido de elegidos manejan el mundo que usted y yo conocemos a su
antojo, decidiendo desde cuándo cambiar la hora de los relojes, encender la
estufa, o el primer anuncio del año,… hasta la elección de las diferentes
cortinas de humo con las que entretenernos por las tardes.
Constato
así que ciertos humanos no dan puntada sin hilos, sobre todo aquellos que
elaboran con astucia y simpleza estas cortinas con las que somos incapaces de
ver realmente lo que sucede a nuestro alrededor.
Hace
unos días que erradicamos el Ébola de nuestros desayunos, y antes de que nos diéramos
cuenta, estas mentes pensantes ya tenían para nosotros otro tema de preocupación,
y otro motivo para cabrearnos con la vida: el dichoso doble check del whatsApp.
Previamente
habían estado tanteando el terreno con la Pantoja y su entrada en prisión, con
la imputación de la que fuera Infanta de España, con la intención de voto a
favor del coleta de Podemos,… y al
final han optado por este llamamiento a la cordura social que no es otro que el
de saber que tus conversaciones han sido finalmente leídas.
Me
hago cargo que el pensamiento que hoy comparto es raro y rebuscado, pero así ha
pasado siempre… y me temo que así nos seguirá pasando eternamente.
Porque
por mucho que creamos y queramos cambiarlo, somos presos de los grilletes que
esta sociedad nos ofrece desde que nos invitan a respirar un aire viciado y
manipulado por manos poderosas que juguetean con los hilos de nuestras dañadas muñecas
a su antojo.
Cuanto
antes aprendamos a vivir con esta libertad marcada entre fronteras, antes
valoraremos las cosas simples e importantes de la vida.
Desde
hoy yo me propongo hacerlo… ¿cuento contigo?
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