Decir la verdad supone
asomarse a un espejo donde las aristas que nos empeñamos en ocultar, entre
ropajes y maquillajes, quedan al descubierto ante el primer reflejo.
En las últimas horas la
alcaldesa de Cádiz ha mostrado una de estas aristas con sus declaraciones, y más
de uno de por aquí se ha sentido ofendido y señalado por este comentario.
Teófila Martínez ha puesto
ante los medios una realidad constatable, cierta e innegable, faltándole tiempo al pueblo
para levantarse en tuits en contra de ella, quedándonos, lamentablemente, en la
punta del iceberg.
Todo aquel que tiene una
cuenta en Twitter sabe que esta red social es gratuita. Pero también sabe -y
así lo acepta-, que el soporte para disfrutar de él nos costó, nos cuesta y nos
seguirá costando dinero, por mucho que el WiFi sea público o se lo estés robando
al vecino.
Y a eso se ha referido la
edil gaditana, al nivel de prioridades que le damos a las cosas; y como Twitter
es muy chivato, no se puede estar llorando ante las injusticas sociales, ante
el número de parados, ante la subida de impuestos,… y estar a la vez de cervecitas y de farra con
los amigos.
Lo que no es de recibo es
que haya parados que se están aprovechando de la humanidad de Caritas y de algunas
hermandades, y luego tengan para mantener un IPhone, irse al AguaPark un fin de
semana y mantener a punto un coche de gran cilindrada.
Si no me creen, la Vuelta
al Cole está al caer. Ya verán como todos
esos que se han pegado unas vacaciones de lujo, utilizarán Twitter para lamentarse
por el precio de los libros, de los uniformes, de los cuadernos,…
Cuando vean a uno de esos
que rebuscan cada noche en los contenedores, pregúntele si tiene Twitter. Lo
mismo tienen suerte y lo pueden hasta seguir.
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